- ¿Tú sabías que Juan habla 4 idiomas?
- El otro día lo encontré reunido con un grupo de personas y me quedé de piedra viendo cómo, en la conversación, saltaba fluidamente de un idioma a otro. Yo creía que hablaba inglés y chapurreaba algo de francés e italiano pero lo que no sabía es que hablara también alemán, ni desde luego que hablara todos esos idiomas tan bien. ¡Francamente increíble!
Estos signos de admiración por quienes hablan otros idiomas son frecuentes. Y me refiero en este caso a personas que hablan idiomas de una manera fluida, tanto en sus trabajos como fuera de ellos y, desde luego, más allá del vocabulario reducido que muchas personas utilizan en profesiones concretas cara al público. En cualquier caso, lo cierto es que ahora comenzamos a saber que, más allá de esa gratificación social que es la admiración que estas personas causan y reciben, también adquieren grandes ventajas cognitivas que repercuten en su vida cotidiana, la de todos los días. Sus cerebros experimentan cambios que se expresan en una mejora en el aprendizaje y ejecución de las llamadas funciones mentales complejas que son aquellas que permiten llevar a cabo con éxito una tarea con un propósito determinado. Por ejemplo, tomar decisiones rápidas y acertadas o realizar planes de ejecución inmediata o futura. Y también desarrollan con más éxito la capacidad de autocontrol o inhibición que permite focalizar mejor su atención en un problema determinado (desechando cualquier otra interferencia) o escuchar y prestar mejor atención durante una conversación.
Hay estudios realizados a través de tests muy interesantes que avalan cuanto acabo de señalar. Uno de ellos fue realizado con un grupo de niños compuesto tanto por niños monolingües (una sola lengua) como bilingües, dos lenguas (que, en este caso, aprendieron desde el nacimiento y al mismo tiempo, una con la madre y la otra con el padre). A todos los niños se les explicó las condiciones del test que consistió en mostrarles las cartas de una baraja muy especial. Las cartas venían coloreadas con azul o rojo y en ellas se representaba una figura que bien podía ser un pato o un caballo. Además cada carta podía tener o no una estrella bien marcada en la parte superior derecha. A cada niño, individualmente, se le fueron mostrando las cartas una a una. Si la carta tenía una estrella en su margen el niño debía escoger y diferenciar la carta por el color (azul o rojo), sin tener en cuenta la figura, es decir, a un lado la carta azul y a otro la carta roja independientemente de que la figura fuera pato o caballo. Pero si la carta no tenía estrella entonces debía escoger y diferenciar la carta por la figura (pato o caballo) sin tener en cuenta el color, es decir a un lado el pato y a otro el caballo. Y así colocar las cartas mostradas sucesivamente en cuatro montones separados. Los resultados mostraron que todos los niños (tanto los monolingües como los bilingües) lo hicieron bien por igual.
Pero los resultados fueron my diferentes cuando se cambiaron las reglas del juego. En esta ocasión, lo que se hizo fue comenzar el juego con las mismas reglas, es decir, recordándolo una vez mas, escoger por el color, si la carta tiene una estrella o por la figura si la carta no la tiene, pero en un momento del juego cambiar las reglas. En este caso lo que se hizo fue cambiar el significado de la estrella, de modo que se les dijo a los niños que a partir de ahora las cartas con estrella se deben escoger por la figura y sin estrella, por el color. Los resultados en este caso, como he dicho, fueron claramente diferentes. Los niños bilingües cometieron menos errores. En otras palabras, ante la toma de decisiones espontáneas (con la consecuente inhibición de otras) los niños bilingües demostraron ser más eficientes. Hoy se piensa que estas capacidades se extienden a todo el proceso cognitivo que requieren las funciones ejecutivas en general y que he enumerado brevemente al principio. Es decir, haciéndolo breve, que, en la vida real, las personas que hablan varios idiomas toman decisiones más rápidamente y con menos errores que las monolingües. Sin duda que todo esto conforma, de modo decisivo, la construcción individual, personal, diferenciada de cada uno.
Y todo ello tiene su fundamento en los mecanismos que operan en el cerebro de estos niños que hablan dos o más lenguas. Hoy la Neurociencia indica que un niño que aprende simultáneamente dos o tres lenguas desde el nacimiento las graba en un reservorio constituido por circuitos neuronales separados, uno diferente para cada lengua. De modo que durante el resto de su vida, si practica y habla estas lenguas de modo frecuente, cuando oye hablar una u otra de ellas necesita constantemente saltar de una a otra, es decir, necesita elegir, inhibir, decidir de forma inconsciente. Esto conlleva utilizar, ejecutar en todo momento, los procesos inhibitorios de los que hemos hablado y que tienen tanta relevancia en las funciones ejecutivas. Y es así como se ejercita esa regla de oro que ya empieza a conocer casi todo el mundo indicando "o lo utilizas o lo pierdes".
Por el contrario, las personas que hablan una sola lengua, cuando escuchan una palabra solo necesitan compararla con el único almacén de palabras que poseen y las reglas que gobiernan su significado. O cuando pronuncian ellos mismos una palabra, solo necesitan extraerla de ese único almacén de palabras y, por tanto, no ejercitan esas funciones de decisión inconscientes.
Precisamente se ha sugerido que es a través del ejercicio cognitivo que representa ese trasvase de información entre uno y otro de esos reservorios neuronales por separado y que utilizan las personas que hablan varias lenguas, por los que se adquieren esas ventajas cognitivas que hemos visto en los niños bilingües. Ventajas, a su vez, y creo que esto es de importancia sobresaliente, que utiliza esa persona a lo largo de toda su vida, incluida la vejez. Es más, este ejercicio cerebral constante crea en el cerebro lo que ha venido en conocerse como reserva cognitiva. Reserva de la que se toma ventaja durante el proceso de envejecimiento manteniendo así una salud mental más larga en el tiempo. Y lo que es más sorprendente, reserva cognitiva capaz también de retrasar la aparición de las demencias y de la propia enfermedad de Alzheimer. Pero déjenme que hablemos de esto último en mi próximo post.
Francisco Mora, Aprende idiomas y tal vez te vuelvas más listo, El Huffington Post, 19/11/2013