Según Christophe Boesch, Director del Departamento de Primatología del Instituto Max Planck en Leipzig (Alemania), las conductas políticas básicas no sólo están están fijadas genéticamente, sino que han condicionado la propia naturaleza y evolución humana mediante la existencia de fuerzas anti-jerárquicas, incluso desde antes que nos adentráramos en la sabana, es decir, en lo más profundo de la selva.
Lo interesante es que tanto en primates humanos como en no humanos, los líderes autocráticos, a medio o largo plazo consiguen el efecto contrario al deseado. En vez de unir al pueblo a su alrededor, unen a la sociedad en su contra. El comportamiento de algunos políticos invita a ello. En la selva, cuando un individuo monopoliza el poder en exceso, ocurre que otros chimpancés se unen para contrarrestarlo ejerciendo una verdadera oposición. De esta manera se equilibran las posiciones. ¿Será ésta la razón de que las opciones políticas se hayan atomizado en los últimos años? La aparición de partidos como PODEMOS, Ciudadans, UPyD o EQUO es posible que respondan a estas necesidades del grupo. De repetirse los resultados en las próximas elecciones generales, el poder estaría repartido entre muchos partidos que representan a diversos sectores de la sociedad. Pero ninguno sería capaz de controlar la totalidad porque no alcanzaría la mayoría. Los equilibrios entre diferentes coaliciones pueden ser las raíces biológicas de la división de poderes propuesta hace siglos por Montesquieu. El pensador francés propuso un modelo en el que nadie podía controlar el poder por sí solo. Ese era el objetivo y por eso se dividieron los órganos legislativo, judicial y ejecutivo hasta entonces acaparados todos por un gran soberano. Boesch cree que la democracia nació en la selva porque los primates, además de poseer una fuerte tendencia a usar el poder para intimidar o forzar a compañeros a hacer cosas que no quieren, de manera simultánea emplean estrategias para generar contrapoderes. El objetivo es influir en miembros que no están controlados por los miembros alfa y unirlos a todos en su contra. Esta dinámica de oposición al poder está presente tanto en los patios de los colegios como en los despachos de la Casa Blanca. En algunas especies de primates, el método que emplean para que un individuo o grupo no cometa excesos es la cooperación de los subordinados en contra del poder. Por ejemplo, cuando un líder de chimpancé asciende a lo más alto de la jerarquía, de manera inmediata comienzan movimientos en el grupo que en poco tiempo resultarán en alianzas que frenan su violencia, ejerciendo una fuerza opuesta. De esta manera cuestionan la autoridad de los más poderosos en todo momento. A largo plazo, los líderes, cuanto más autoritarios e inflexibles, más resistencia y alianzas generan en el resto. Los primates necesitamos equilibrio entre los diversos poderes de la sociedad para que nadie los use en nuestra contra. Porque la igualdad no nace de la ausencia de jerarquías, sino que se basa en las fuertes tendencias antijerárquicas que todos los grandes simios poseemos. Pablo Herreros, La rebelión de los primates, Yo mono, 31/05/2014