La metafísica moderna define 'causa de sí' como aquello que al actuar sobre lo ‘otro’, al mismo tiempo, sólo se produce a sí mismo; por consiguiente, al producirse a sí mismo, supera tanto la distinción en el orden lógico como la separación en el orden ontológico.
La definición de sustancia de Spinoza establece: Por sustancia entiendo aquello que es en sí y se concibe por sí: esto es, aquello cuyo concepto no necesita del concepto de otra cosa para formarse (E1def3). Esto significa que algo que necesita de otra cosa para concebirse no es independiente, es decir, depende de aquella otra cosa; mientras la ‘sustancia’ es independiente en tanto es en sí y se concibe por sí.
Otra definición que debemos señalar es su concepto de Dios:
Aquí el concepto de ‘infinito’ parece ambiguo: o representa la infinidad (multiplicidad) de cosas o lo infinito en sí mismo y por sí mismo. Cuando Spinoza afirma que Dios posee ‘’infinitos atributos’’, no podemos leerlo en el sentido de una multiplicidad indeterminada, sino como una infinidad que encierra una infinita perfección. En otras palabras, Dios existe en todas las formas posibles. Así escribe más adelante: Cuanto más realidad o ser tiene una cosa, tantos más atributos le competen (E1p9). Spinoza tiene en mente un ens realissimum, es decir, un ‘ser infinito’ con la más plena realidad posible.Por Dios entiendo el Ente absolutamente infinito, esto es, una sustancia que consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita.(E1def6). Digo absolutamente infinito, pero no en su género; pues de lo que es solamente infinito en su género, podemos negar infinitos atributos; pero a la esencia de lo que es absolutamente infinito, pertenece todo lo que expresa una esencia y no implica ninguna negación (E1def6exp).
Si lo ‘infinito’ debe ser concebido como una cosa en y por sí mismo, esto justamente tiene lugar en la noción de ‘causa de sí’, que es lo infinito real. Cuando la causa tiene su contrario, el efecto, ahí está lo ‘finito’, pero cuando la causa (esencia) es idéntica al efecto (existencia), aquí surge el ser en sí mismo. Para Spinoza, la razón de lo anterior es que la sustancia debe ser causa de sí mismo, es decir, no le debe su existencia a otra cosa, pues un ser ‘absolutamente infinito’’ es independiente de todo lo demás, por tanto, nada le impide existir. Lo que Spinoza quiere decir es que la idea de ‘infinito’ determina el concepto de ‘causa de sí’ en el sentido de que implica necesariamente la ‘existencia’.
Ahora bien, Spinoza al definir la ‘causa de sí’ como “aquello cuya esencia implica la existencia”, conceptualiza una entidad cuya esencia es necesaria. Así, sostiene: La sustancia no puede ser producida por otra cosa; será, pues, causa de sí, esto es, su esencia implica necesariamente la existencia, o sea, a su naturaleza le pertenece existir (E1p7dem). Esto significa que Dios existe por la sola necesidad de su naturaleza y se determina por sí sola a obrar (E1 def7).
La causalidad divina es una causalidad inmanente. Dios es causa inmanente, pero no transitiva de todas las cosas (E1p18). Este concepto de causalidad inmanente significa que todas las cosas son causadas por Dios en el mismo sentido de que Él es causa de sí mismo: Dios es causa de las cosas que son en Él (E1p18dem). Su actividad es inmanente en el mundo. Así, podemos decir que Dios causa en tanto existe --‘ser es causar’.
Esta causalidad de sí mismo no sólo es una causalidad en el orden lógico: aquello cuyo concepto no necesita del concepto de otra cosa para formarse (E1def3), sino también en el orden ontológico: una sustancia no puede ser producida por otra cosa (E1p6cor). Esto último no sólo implica que la sustancia no puede ser creada o aniquilada, sino que ninguna otra cosa puede obrar en ella. La causalidad de sí excluye la diversidad de sustancias. La sustancia es una en tanto causa de sí misma y, por tanto, es contradictorio afirmar que algo existe fuera de la sustancia: Aparte de Dios no puede darse ni concebirse ninguna sustancia (E1p14). Una causalidad inmanente apunta a la existencia de una y solo una sustancia.
La sustancia, atada a su auto-suficiencia, no produce otras sustancias, sino cosas que son modos de la sustancia, es decir, entidades cuya esencia y existencia están sujetas a la sustancia. Este despliegue de la sustancia sólo puede entenderse desde la causa de sí en su actividad inmanente: de la sola necesidad de la esencia de Dios se sigue que Dios es causa de sí y de todas las cosas. Luego, la potencia de Dios, por la cual son y obran Él mismo y todas las cosas, es su esencia misma (E1p34dem).
Aquí debemos distinguir entre Dios como causa de todo y Dios como causa de todas las cosas. Spinoza dice: Todo lo que es, es en Dios; y nada puede ser ni concebirse sin Dios (E1p15); y enseguida afirma: De la necesidad de la naturaleza divina deben seguirse infinitas cosas en infinitos modos (E1p16). La primera proposición significa que todas las cosas (modos) son en Dios, es decir, que Dios como causa de sí significa que todo lo que es, lo ‘es’ por la acción de Dios en sí. Mientras la segunda proposición podría leerse como todas las cosas no son idénticas a Dios, pues sólo Dios es idéntico a sí mismo, una identidad absoluta, y por tanto, todas las cosas son concebidas en la relación infinito-finito.
Spinoza entiende la relación infinito-finito como una causalidad eficiente: Las cosas dependen de Dios: Que Dios es causa eficiente de todas las cosas (E1p16cor1). Así, Dios obra debido al infinito poder de su naturaleza, es decir, una infinidad de cosas se siguen de la absoluta necesidad de la naturaleza de Dios --‘esencia es causa’.
Para Spinoza, en suma, Dios es (1) causa sui, la primera causa o la última explicación de todo; (2) la una y solo una sustancia que es en sí y se concibe por sí; y (3) el infinito real, la identidad originaria cuya actividad inmanente produce las cosas finitas al causarse en y por sí.
Alfredo Lucero-Montaño, Causa sui, Spinozianas: filosofía y política, 04/08/2014