Dominique Rocheteau |
No se trata otra vez de mistificación: se trata de su exigencia propia, de una contraestrategia expresa y positiva –trabajo de absorción y aniquilación de la cultura, del saber, del poder, de lo social. Trabajo inmemorial pero que toma hoy toda su envergadura. Antagonismo en profundidad que obliga a invertir todos los escenarios recibidos: ya no es el sentido la línea de fuerza ideal de nuestras sociedades, lo que se le escapa ya es solo un deshecho que está destinado a ser reabsorbido un día u otro –al contrario, es el sentido el que es sólo un accidente ambiguo y sin prolongamiento, un efecto debido a la convergencia ideal de un espacio perspectivo en un momento dado (la Historia, el Poder, etc.), pero que en el fondo no concernió más que a una fracción mínima y a una película superficial de nuestras “sociedades”. Y eso es cierto de los individuos también: no somos más que episódicamente conductores de sentido, en lo esencial hacemos masa en profundidad, viviendo la mayor parte del tiempo en un modo pánico o aleatorio, más acá o más allá del sentido.
Ahora bien, todo cambia con esta hipótesis inversa.
Sea un ejemplo entre mil de ese desprecio del sentido, de ese folklore de las pasividades silenciosas.
La noche de la extradición de Klaus Croissant[1], la tele retransmite un partido de fútbol en el que Francia se juega su clasificación para la copa del mundo. Algunos centenares de personas se manifiestan ante la cárcel de la Santé, algunos abogados corren por la noche, veinte millones de personas pasan su velada nocturna ante la pantalla. Explosión de alegría popular cuando Francia gana. Anonadamiento e indignación de los espíritus ilustrados ante esa escandalosa indiferencia. Le Monde: “21 horas. A esa hora el abogado alemán fue sacado ya de la cárcel de la Santé. Dentro de unos minutos, Rocheteau marcará el primer gol.” Melodrama de la indignación. Ni una sola pregunta sobre el misterio de esa indiferencia. Una sola razón siempre invocada: la manipulación de las masas por el poder, su mistificación por el fútbol. De todas maneras, esa indiferencia no debiera ser, no tiene, pues, nada que decirnos. En otros términos, la “mayoría silenciosa” es desposeída incluso de su indiferencia, no tiene derecho a que le sea reconocida e imputada, es necesario además que esa apatía le haya sido inspirada por el poder (pàgs. 118-120).
Jean Baudrillard, Cultura y simulacro, Kairós, Barna 1978
[1] La biografía de Klaus Croissant, que alcanzó notoriedad en Alemania en los años de plomo como abogado de la llamada Fracción del Ejército Rojo (RAF), el grupo terrorista Baader-Meinhof, (vegeu més en [elpais.com] )