¿Tienes un hijo que aprendió a leer deprisa, le gustan los números, prefiere estar con niños mayores o adultos, es hiperactivo mentalmente, imaginativo y cuestiona las normas? Si es así, es posible que sea un niño o niña superdotada intelectualmente. Y si eso sucede, cuidado, su inteligencia puede entrañarle alguna dificultad. Esta es una de las conclusiones del II Congreso del Mundo Superdotado, organizado por la Fundación del Mundo del Superdotado, que se celebró en Madrid el pasado viernes.
Una persona se considera superdotada cuando su cociente intelectual es superior a 130, lo que supone el 2 por cierto de la población mundial. No ha de confundirse con precocidad. Un niño es precoz cuando aprende más deprisa que el resto, lo que puede haberse producido por una estimulación de los padres, por ejemplo. Sin embargo, a lo largo de los años, las personas precoces se acercan progresivamente a la media. Muchos superdotados pueden ser precoces, pero no todos los niños precoces llegar a ser superdotados. La llave de acceso para la superdotación es el cociente intelectual. Así de simple.
Hagamos una matización previa: detrás de 130 de cociente intelectual existe un amplísimo espectro de posibilidades. No todos los superdotados son iguales ni todos son genios. Pero sí existen diferencias significativas con el resto de los mortales, lo que no deja de entrañar ciertos desafíos para maestros, para sus familias y para ellos mismos.
Joseph Renzulli, profesor de Psicología de la universidad de Connecticut y una de las personas que más ha investigado sobre el tema, afirma que un superdotado posee la combinación de tres elementos: Inteligencia elevada, alta creatividad y pensamiento divergente, y motivación para materializar su talento. Todo lo anterior se aterriza en algunas cualidades, que suelen ser comunes en todos los superdotados:
- Aprenden a leer rápidamente y les gustan los números. Tienen buena memoria y manejan más información que el resto de los de su edad.
- Les gusta estar con niños mayores o adultos con el fin de elevar el nivel de conversación.
- Tienen intereses variados y se muestran muy apasionados con lo que les atrae, que suele ser en tareas intelectuales.
- Están en su mundo y suelen ser despistados.
- Tienden a cuestionar las normas, lo que hace que sea difícil que encajen en escenarios muy estrictos.
- Son hiperactivos mentalmente, curiosos y muy imaginativos, que se observa en sus respuestas.
- Suelen ser más sensibles que la media e independientes. Les apasiona su libertad.
- Su nivel de exigencia es muy alto tanto para ellos mismos como para el resto.
- Se aburren con la monotonía, la repetición y todo aquello que no le suponga ningún estímulo intelectual.
Con respecto a las habilidades sociales, no se puede generalizar pero sí parece que se suelen sentir incomprendidos. Como cualquier persona, desean ser queridos y aceptados por el resto y buscan estrategias para ello. Por ello, a veces pueden ser el “gracioso” del grupo o, incluso, esconder su inteligencia para no destacar, como sucede en niñas superdotadas. Una de las mujeres más inteligentes que he conocido me reconoció un día que prefería sacar peores notas en la carrera que su futuro marido para que él no se sintiera mal… Lo sé, es cuestionable, pero es una tendencia en este tipo de mujeres.
La superdotación no significa éxito ni felicidad. Si prestamos ayuda a personas con dificultades, los superdotados las tienen y la inteligencia no siempre les ayuda a ser felices. A veces ser demasiado consciente de todo lo que nos rodea o realizarse determinadas preguntas a edades tempranas no ayuda a encontrar un estado de serenidad. Y la infancia tampoco les resulta un camino de rosas. Son conscientes de que ellos son diferentes y presentan problemas de inadaptación con el resto, que les lleva a poder ser agresivos o pasivos. No tienen por qué tener un alto rendimiento escolar, es más, pueden incluso fracasar. El motivo es sencillo: se aburren y se desmotivan. Seguro que has conocido a alguno en clase que parecía estar en otra cosa y, de repente, sorprendía con su respuesta. Tampoco necesitan una medicación porque sean hiperactivos o tengan un Trastorno por Déficit de Atención. Simplemente requieren hacer cosas que les inspiren y les interesen y si no encuentran reto, su inteligencia se dedica a otras cosas. Por ello, es imprescindible saber reconocerlos a tiempo para ayudarles, lo que podría comenzar a hacerse a partir de los dos años de edad, aunque hay estudios que aseguran que no pueden distinguirse de la precocidad hasta los doce.
Y lo que es muy importante, los niños superdotados requieren una enseñanza especial, pero no parece que las leyes educativas españolas sean sensibles a este colectivo con tanto potencial. Al igual que hay centros de alto rendimiento deportivo, no lo existe para el intelectual. En las carreras de magisterio apenas se enseña a los profesores a cómo tratarlo. Tampoco existe la posibilidad de avanzar cursos más rápidamente que otros, como sucede en Estados Unidos (tampoco hay un consenso sobre si es lo más adecuado). Existen colegios que están poniendo en marcha algunas iniciativas para desarrollar su talento. Hay compañías que ya comienzan a ser conscientes de esta diversidad y están lanzando iniciativas específicas para su desarrollo, como es el caso de Microsoft, por ejemplo. Desde esta empresa se está formando a las reclutadoras para identificar personas con altas capacidades, se han puesto en marcha programas de mentoring y se están realizando proyectos de consultoría interna con siete empleados superdotados, según Blanca Gómez, la directora de Recursos Humanos de Microsoft en España.
En definitiva, si queremos que las sociedades avancen necesitaremos que las personas sean capaces de desarrollar su talento, contemplando toda la diversidad existente. Y un colectivo poco contemplado son los superdotados. Es posible que esta falta de sensibilidad en las culturas latinas se deba a que no se contemplan las dificultades a las que se enfrentan o a que se penaliza al que destaca, en vez de apoyarle. Estados Unidos es individualista, mientras que nosotros somos más grupales. Nos dan alergia los que creemos que pueden pertenecer a una élite y nos guste o no, las sociedades y las economías las impulsan mentes brillantes. Por ello, en la medida que podamos brindar esta ayuda a los niños y los adolescentes superdotados, ganaremos todos.
Pilar Jericó, Niños superdotados y el precio de la inteligencia, El País. Laboratorio de Felicidad, 12/10/2014