El Roto |
Estoy cansado, saturado y entristecido con el tema del conflicto territorial entre el Estado Español y Catalunya. No pretendo, (ni sabría hacerlo) dar una clase de historia a nadie. Tampoco quiero insistir sobre los agravios cometidos por los diferentes Gobiernos de España (que no es lo mismo que sus ciudadanos) a Catalunya. Ni tan siquiera pretendo recordar cómo los líderes políticos y medios de comunicación han ido intoxicando, a una ciudadanía que se ha dejado influir y confundir a base de estereotipos y de tópicos simplistas y ofensivos. Soy catalán, igual que podría ser chileno. Es una cuestión puramente circunstancial. Y eso no quiere decir que me sienta menos catalán, que aquellos que presumen de serlo.
No obstante, todo y reconociendo el daño causado por el desprecio, la ignorancia y la soberbia, de una clase política que no ha sabido anexionar y proteger otras culturas, -igual de históricas que la española-, al conjunto de su territorio, no puedo dejar de sentirme cada día más alejado de todo nacionalismo. He llegado a esta conclusión, después de comprobar no sin cierto sufrimiento, que todos ellos, adolecen de las mismas actitudes reaccionarias y excluyentes: “O eres de lo míos, o estás contra mí. Prohibido disentir”. Por mucha razón que uno crea que puede llegar a tener, ésta se acaba perdiendo, cuando haces sentir terriblemente pequeños a quienes no comparten las mismas ideas. No debería haber nada, ni nadie que pudiese pasar por encima de la libertad de conciencia individual. No podré ser nunca un patriota de bandera. Mi única patria posible es la infancia.Josep Giralt, Las fronteras de la deshumanización, Amores imaginarios. El País, 03/11/2014 [blogs.elpais.com]