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Esto es, la seducción se plantea como un juego hecho de tensiones, seguidas de calmas, sucesión de aproximaciones y distanciamientos, presencias y ausencias. El seductor —o la seductora, entiéndeme— juegan a eso: a embaucar, ofrecer lo que no piensa conceder, en mentir, puesto que su actuación consiste en encadenar uno tras otro sus engaños. Lo que importa es ver y ser visto, negociar entre miradas que presuponen deseos, desencadenar la pasión en los ojos, en el tacto, en el olfato, y para ello están todas las prótesis provistas por la moda o, en general, todas las técnicas de autopresentación. En eso consiste el filtreo típico de la seducción. Se coquetea, se engolosinan los instintos, pero se mantienen las distancias –a veces, mínimas– para conjurar la realización de lo que se ha despertado. Te copio un fragmento de Fragmentos de un discurso amoroso (Siglo XXI): “Para mostrarte dónde está tu deseo basta prohibírtelo un poco. X.... desea que esté allí a su lado, pero dejándolo un poco libre, ligero, ausentándose a veces, pero quedándose no lejos; es preciso, por un lado, que esté presente como prohibido (sin lo cual no habría deseo válido)... Tal sería la estructura de la pareja realizada: un poco de prohibición, mucho de juego¸ señalar el deseo y después dejarlo.”
Sobre todo entiende que, como te digo, el éxtasis no se encuentra en el momento final. La jurisdicción de la seducción no es lo genital, sino lo ocular, a la manera de lo que me escribías tú el otro día. Lo que verdaderamente cuenta no es el fin sino el proceso, sus incidentes y sus riesgos. Te copio otro fragmento de Barthes: “En realidad, poco me importan mis oportunidades de ser realmente colmado. Sólo brilla, indestructible, la voluntad de saciedad." Indispensable ahí la lectura de De la seducción, de Jean Baudrillard (Anagrama), cuando se refiere a esta, a la seducción, como “un proceso circular, reversible, de desafío, de puja y de muerte". Manuel Delgado, Consideraciones sobre el seductor y la seducción ..., El cor de les aparences, 16/11/2014