Recuerden hace dos, tres años: los economistas eran los “expertos” por antonomasia, y llenaban páginas informativas y minutos de radio y televisión con sus análisis y predicciones. En cada tertulia había siempre uno en el estudio y varios calentando en la banda, y les ponían una pizarra para explicarse mejor. Mientras, los espectadores vivíamos pendientes de la prima de riesgo y de las predicciones económicas de todo tipo de organismos, y nos habíamos familiarizado con la jerga economicista. Tanto que en cada español había un economista además del tradicional seleccionador nacional.
Hoy los economistas no han salido del escenario por completo, pero han perdido protagonismo frente a los sociólogos, que ocupan la silla de experto. Como antes aquellos, hoy estos llenan páginas y minutos, tienen plaza fija en tertulias, y en vez de pizarra una pantalla para llenar con barras y quesitos. Los espectadores nos comemos las uñas esperando la próxima encuesta electoral, y entre tanto nos quitamos el hambre consumiendo análisis sobre las anteriores encuestas, para lo que ya nos hemos familiarizado también con la jerga de la profesión. Y por supuesto, cualquiera de nosotros está en condiciones de decidir la alineación de la selección española mientras explica a los suyos por qué Ciudadanos sube tanto o qué perfil tienen los votantes de Podemos.
La volatilidad económica de antes, cuando la prima era una montaña rusa, cada consejo de ministros o cumbre europea un sobresalto y el rescate total estaba en el horizonte, ha sido sustituida por la volatilidad política de hoy: encuestas que catapultan o hunden a un partido de una semana para otra, incertidumbre ante cada cita electoral, y ansiedad por saber quién gobernará nuestro ayuntamiento, comunidad y país para los próximos años. Y lo que antes era un goteo diario de datos económicos con la continua “última hora” con conexión desde la Bolsa, hoy es un continuo de declaraciones de portavoces y casos de corrupción mientras la “última hora” nos sobresalta desde la sede de un partido o a las puertas de la Audiencia Nacional.
Que nadie tome esto como un reproche a sociólogos y politólogos, muchos de ellos brillantes y de verdad necesarios hoy. Solo señalo lo evidente que es la evolución de la crisis española desde el terreno económico al político. Y cómo los ciudadanos no hemos dejado en ningún momento de pisar arenas movedizas: económicas ayer, políticas hoy. De ahí que necesitemos con urgencia a alguien capaz de anticiparnos el incierto tiempo venidero.
Isaac Rosa, El sociólogo que mató a la estrella de la economía, el diario.es, 11/05/2015