En realidad, estos tres autores no tienen mucho que enseñarnos sobre la sospecha. Sin ir más lejos, el único autor que es rescatable de los tres es Marx, que se interesó de manera mucho más seria por sospechar y comprender, aunque algunas de sus ideas no fueran del todo acertadas y científicas. En la actualidad su doctrina casi está en ruinas, hace tiempo dejó de ser fértil. El marxismo está cada vez más cerca del dogma que de la sospecha, sus autores jamás sospecharían de su doctrina en sí misma por ejemplo. Incluso, sobre la sospecha en el sentido más amplio Marx no tiene mucho que ofrecernos, su campo de estudio, donde introdujo sus más fuertes sospechas, fue más bien limitado a lo socioeconómico.
Freud, si merece ser considerado maestro de algo no es precisamente de la sospecha, sino de la fantasía pseudocientífica y la mentira. Su supuesta sospecha se enmascara detrás de sus delirios. Incluso es graciosa la mezcla entre Freud y Marx en la triada, ya que si se conocieran se odiarían. Freud, entre otras cosas, le regaló una obra propia a Mussolini en 1933, declaró que los pobres no merecían psicoanalizarse [1] y que las masas deseaban ser gobernadas por un poder irrestricto con ansias de extrema autoridad [2]. Hay quienes creen que las ideas tanto de Marx como de Freud son igualmente fraudulentas. Yo no estoy de acuerdo, Freud era un mentiroso y un inventor desde la raíz de su teoría. Ignoraba las refutaciones a su trabajo por consciente deshonestidad. En cambio Marx más bien estaba simplemente, en algunas cuestiones, equivocado. Si bien las ideas del valor-trabajo, materialismo dialectico, etc. son erradas, él tenía buenas intenciones y era mucho más honesto que Freud. También hay quienes llegan a decir que Freud con sus textos de sexualidad desafió los valores morales en tiempos oscuros. Si lo escuchara el Marqués de Sade se revolcaría en su tumba, y eso que ambos son escritores de ficción.
Nietzsche no era más que un poeta que jugaba a ser filósofo, no un verdadero icono de la sospecha, más bien es icono de la irracionalidad contra-ilustrada y la inmoralidad bruta, precursora del pensamiento fascista. No tiene mucho que ofrecernos si lo que buscamos es una sospecha racional.
Tal vez de estos tres autores lo único rescatable que los une sean las críticas a la religión, pero tampoco fueron los primeros ni los únicos. Schopenhauer era ateo antes que Nietzsche. Bakunin criticó la religión mucho más duramente que Marx, y por supuesto mucho antes y mejor que Freud. La crítica hacia la religión se lo debemos mucho más a los pensadores de la Ilustración como Hume, que a estos tres autores.
Dada la pobreza que tienen para enseñarnos a sospechar debidamente, decidí proponer otros tres autores que yo considero, de forma personal, mis maestros de la sospecha (racional). Ellos son el eminente científico y divulgador Carl Sagan, el físico y filósofo Mario Bunge, y el mago y escéptico James Randi. ¿Por qué ellos? Porque lejos de enseñarme a dudar sobre un tema en particular, y lejos de hacerlo tras el escudo de la irracionalidad o el fraude, ni estancando su validez en las fáciles críticas hacia la religión; lo hicieron mediante la duda y la sospecha refinada, o sea, racional y empírica, que es el escepticismo científico. Del que los considero, en gran parte, padres.
En primer lugar, Carl Sagan fue además de un inigualable –hasta la actualidad- divulgador científico, excelente astrónomo, cosmólogo y astrofísico, así como también pionero de la exobiología [3]. Fue un destacado crítico del pensamiento new-age en su época floreciente, de la pseudociencia (incluido el psicoanálisis), de la superstición, de la religión y de la irracionalidad en general. Magnifico filósofo inconsciente de serlo, admirable escritor, adelantado en advertir popularmente las consecuencias del cambio climático antropogénico y trabajador dentro de numerosas e importantes misiones espaciales como el proyecto Voyager I y II, Mariner IX, Viking I y II y Pioner X y XI. Fue sin duda una de las figuras más destacadas de la ciencia en la segunda mitad del siglo XX y figura pilar dentro del escepticismo a nivel mundial. Su estilo de honestidad, amabilidad y humildad son inspiración constante para varias generaciones de personas dedicadas a la divulgación y la crítica de lo paranormal, pseudocientífico, místico y supersticioso; por estas y otras razones sus libros siguen siendo lectura obligatoria para los interesados en el escepticismo racional. Su obra es extremadamente rica, desde el punto de vista tanto de la divulgación, como de la filosofía, su pensamiento claro y su asombrosa cantidad de conocimientos tan asimilablemente expuestos lo hace una influencia inestimable. Lo considero, junto con Russell (el llamado Voltaire del siglo XX), como uno de los más eminentes representantes del proyecto de la Ilustración y el humanismo secular en el mundo moderno.
En segundo lugar, Mario Bunge es sin duda un auténtico maestro de la sospecha en el sentido más amplio. Su trabajo filosófico consta de alrededor de 60 libros donde expone de manera tajante la más soberbia y pulida filosofía realista, escéptica, sistémica, exacta, humanista, materialista y cientificista. Pocos pensadores se salvaron de su cortante navaja filosófica, criticó sin piedad a los considerados intelectuales más importantes de la historia, curiosamente, entre ellos Marx, Freud y Nietzsche. Aunque tampoco se salvó Hegel, Heidegger, Husserl, Foucault y prácticamente nadie que haya inspirado un gramo de pensamiento débil. Las escuelas de pensamiento como la fenomenología, la hermenéutica (Ricoeur no se salvó ni un poco), el posmodernismo en general y otras tantas fueron arrasadas por sus criticas Las pseudociencias fueron un tema central de su filosofía llevándolo a elaborar el criterio de demarcación científica más completa de la actualidad superando ampliamente a Popper. Además de un trabajo asombroso en el campo filosófico, Bunge considera que no hay filosofía sin ciencia, destacándose también como científico con dos libros de física, Cinemática del electrón relativista y Fundations Of Physics (de los cuales ninguno de los dos es de divulgación), y con más de 50 publicaciones originales de física, ciencias sociales y fundamentos de la ciencia en revistas internacionales de gran prestigio (incluidas Nature y Canadiense Journals of Physics). Si hay alguien que me enseñó a sospechar de casi todo, fue Bunge, paladín del escepticismo científico-racional.
Finalmente, otro paladín del escepticismo es James Randi, mago y crónico refutador de fraudes. Expuso, en su época más activa, a casi todos los charlatanes paranormales de la época, incluido el famoso Uri Geller. James Randi es considerado el más influyente escéptico de lo paranormal, propuso un desafío de 1.000.000 de dólares para quien demostrara algo paranormal. Dicho desafío está aún vigente. No solo lo paranormal, muchas otras pseudociencias como la astrología, la homeopatía y la grafología sufrieron la demolición de Randi (la religión no quedó a salvo), que demostró públicamente y con excelentes experimentos y explicaciones la falsedad de estas. Randi es un supremo inspirador de sospecha, el mismo investigó por su cuenta, sin dejarse llevar por el resto, a cada personaje que andaba dando vueltas acusándose de tener algún tipo de poder especial. Incluso llevó a cabo un experimento social que demostraría al mundo lo crédulo que es. El mismo preparó a su pareja para hacerse pasar por un gurú new-age, le dio técnicas de engaño y lo expuso públicamente llegando a captar cientos de adeptos que lo seguían, y un determinado momento en se hizo evidente la presencia del seguimiento ciego, fanático e irracional de los crédulos, dio cuenta del fraude para demostrar lo fácil que es engañar a la gente con un falso chamán. Esto se lo conoce como el engaño Carlos. Algo similar a lo que hizo Allan Sokal en su famoso escándalo con los posmodernos. James Randi además, fue un gran escritor y un culto autodidacta en ciencias.
Estas personas, y no la tríada convencional, sí me parecen dignas de ser llamados los “maestros de la sospecha”. Muchos pensarán, y con razón, que mi tríada es arbitraria, y lo es. Muchos se preguntarían legítimamente porque no puse a Darwin, Einstein y Russell. Mi tríada no será perfecta, pero aún más arbitraria es la de Ricoeur. Sus tres autores propuestos, además de pertenecer a épocas bastante lejanas a la nuestra, me parecen más bien autores de culto de un snobismo pseudointelectual anacrónico, que aún le cuesta superar el pasado siglo XIX más allá del psicoanálisis. Como también, autores de culto de los posmodernos.
Considero, con razones, que la sospecha más refinada es la del escepticismo científico (o racional), cuya construcción y popularidad yace bastante estancada, tanto por el aún vigente culto a autores del pasado lejano cuyo interés por la verdad científica era limitado y en muchos casos (como en Nietzsche y Freud) totalmente nulos, como también por el pensamiento débil actualmente de moda.
Para un ensayo mio sobre escepticismo científico, ver: Algunas características del pensamiento escéptico.
Matías Suárez Holze, Sospechando de los maestros de la sospecha, Filosofía en la Red 24/06/2015
[1] Fuente “Nuevos consejos sobre la técnica psicoanalítica” Freud.[2] “Psicología de las masas” Freud.[3] A diferencia de otros divulgadores como Dawkins o Tyson, Carl Sagan si contribuyó de manera relevante a la ciencia más allá de la divulgación. Entre otras cosas haciendo grandes aportes en el estudio de la atmósfera de Venus, por ejemplo.