Es un tema complejo que tiene muchas áreas a analizar. En este texto tan solo me quiero referir a una: la influencia que tiene en que se den estas situaciones el énfasis que hace nuestro modelo social para que nos dejemos guiar por la emoción, la intuición, la inmediatez.
Parece que hoy se considera la panacea dejarnos guiar por lo que sentimos, incluso mostrarlo sin restricciones. Y luego las impresionantes redes sociales que poseemos actúan como un formidable amplificador.
Ya he señalado en otros artículos que nuestro modelo social considera a la razón como un instrumento pasado de moda, cansino, frente al trepidante y fashion mundo de hoy, que palpita a ritmo de corazonadas.
Y esta desvalorización de la razón se halla ligada al modelo social de mercado que busca allanar el camino a la publicidad que emite el sistema, favoreciendo así el control social de los ciudadanos y estimulando el consumo compulsivo. Al desvalorizar la razón se intentan anular nuestras capacidades críticas y de respuesta al medio.
Porque la razón actúa como un sistema de control de calidad de la mente, precisamente porque las emociones, las intuiciones, son fácilmente manipulables. La razón, el pensamiento tipo 2 de Kahneman, supone esfuerzo y nuestra cultura de mercado se basa en convencernos de que todo es muy fácil, todo está a un clic de distancia. Como señala Kahneman, cuando una persona está razonando ha de hacer un esfuerzo, esto se nota por ejemplo en que no puedes hacerlo en cualquier contexto. Si por ejemplo vas caminando y te piden que multipliques 79 por 63, te has de parar para poder concentrarte en realizar la operación.
Pero el esfuerzo de razonar no tan solo se halla compensado por los beneficios que compartan las decisiones más acertadas que se toman, sino que además, como no podía ser de otra manera, ha sido recompensado por la selección natural, proporcionando placer. Pocas cosas nos satisfacen tanto como haber tenido una buena idea que nos permite resolver una situación problemática. Nos sentimos más fuertes, más seguros de nosotros mismos, se incrementa nuestra autoestima.
La razón –del latín, ratio, proporción, – nos da autonomía respecto del medio y constituye uno de los mayores legados que nos han dejado millones de años de evolución. La razón permite ver las ratios, las proporciones de los elementos de la realidad, lo cual es muy valioso para poder decidir, y mucho mejor desde luego que simplemente actuar dejándonos guiar tan solo por las emociones que son respuestas automáticas ante contextos específicos que han sido seleccionadas por la evolución.
Así pues, la razón nos permite, sin ningún riesgo, descartar acciones que si las realizáramos podrían acarrearnos consecuencias muy negativas. Gracias a la razón, seguimos adelante, mientras las ideas inadecuadas, ese twiter desafortunado por ejemplo, son eliminadas. Gracias a la razón son las ideas las que mueren por nosotros.
Joseba Achotegui, Twitter y la utilidad de la razón: que las ideas mueran por ti, Público 29/06/2015