Todos sabemos que los acontecimientos que experimentamos, en su sentido más pleno y profundo, sobrepasan los límites del lenguaje. Que ningún relato de cualquier suceso de nuestra vida, incluso el más pequeño, puede hacer verdadera justicia a lo que ha tenido lugar y que ningún recuerdo, por intenso que sea, puede ser idéntico a la cosa recordada. Tratamos de contarnos lo que pasó pero nuestras palabras siempre se quedan cortas y aprendemos, después de muchos fracasos, que la mayor aproximación a una versión veraz de la realidad sólo puede encontrarse en los relatos que nos inventamos. En nuestras ficciones más poderosas, bajo la telaraña de la narración puede discernirse la complejidad de la realidad, como un rostro que es una máscara. La mejor manera que tenemos de decir la verdad es mentir. (
Alberto Manguel,
Una historia natural de la curiositat)
José Manuel Sánchez Ron,
La curiosidad según Manguel, Babelia. El País 10/10/2015