El cinismo interpretaría, de alguna manera, el papel de espejo roto para la filosofía antigua. Espejo roto donde todo filósofo puede y debe reconocerse, (…) el reflejo de lo que el propio filósofo es y de lo que querría ser. Y al mismo tiempo, en ese espejo percibe algo así como una mueca, una deformación violenta, fea, desgraciada, en la cual no podría en ningún caso reconocerse ni reconocer la filosofía. (…)
A mi entender, el cinismo pone de relieve bajo una nueva luz, da una nueva forma al viejo gran problema, a la vez político y filosófico, del coraje de la verdad, que había sido tan importante en toda la filosofía antigua. (243-245)
Clase del 14 de marzo de 1984. Primera hora.
Michel Foucault, El coraje de la verdad, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires 2010