Dicho evento causaría una ruptura en la Historia del ser humano tan profunda que resultaría imposible hacer ningún tipo de predicción sobre los cambios que se ocasionarían a partir del mismo.
La Singularidad Tecnológica toma su nombre de las singularidades espaciotemporales de la física, eventos, como los agujeros negros, en los que resulta imposible conocer las leyes físicas que los rigen.
Para empezar, debemos tener claro que el concepto de Singularidad Tecnológica NO se identifica con el momento en el que la inteligencia artificial alcance un nivel humano, como erróneamente informan muchas páginas web.
El concepto de Singularidad Tecnológica tendría su inicio en una conversación mantenida por los matemáticos Stanislaw Ulam y John Von Neumann, que habría tenido lugar alrededor de 1958 y que, según palabras de Ulam, “se centraba en el cada vez más rápido avance de la tecnología y en los cambios en la forma de vida humana, que sugiere la aproximación de una singularidad esencial en la historia de la raza humana más allá de la cual la vida humana, tal como la conocemos, no tiene continuidad.”
El término fue popularizado por el escritor Vernor Vinge a partir de su obra La guerra de la paz, y ha sido objeto de intensas teorías por parte de algunos de los futuristas más relevantes de la actualidad, como Ray Kurzweil, Nick Bostrom o Hans Moravec.
Su premisa más común es que la inteligencia artificial se desarrollaría según el siguiente proceso:
1) En primera instancia, los ordenadores alcanzarán un nivel de complejidad similar a la del cerebro humano.
2) Una vez alcanzado dicho nivel, los ordenadores tendrán la suficiente inteligencia como para mejorarse a ellos mismos, iniciando un proceso que se aceleraría progresivamente de forma exponencial (esto es, cada vez mucho más rápido conforme avance el tiempo).
3) Llegado cierto punto, el crecimiento alcanzado sería tan rápido que la inteligencia resultante sería imposible de entender para el ser humano, y el proceso de cambio tan acelerado y profundo que causaría una absoluta ruptura en la Historia humana, cuyas consecuencias son imposibles de predecir.
Pero, ¿es realmente posible alcanzar la Singularidad Tecnológica? ¡Todo esto suena a ciencia-ficción!
Probablemente su fundamento más asentado es el que predice su llegada en base a la Ley de Moore. Dicha ley (que no es realmente una ley, sino una observación basada en la experiencia) fue establecida en 1965 por el cofundador de Intel, Gordon Moore, y predice que aproximadamente cada dos años se duplica el número de transistores que se encuentra en los circuitos integrados, por lo que igualmente se duplica su capacidad. Hay que resaltar que, pese a que no se trata de ninguna ley de la naturaleza, la Ley de Moore se ha venido cumpliendo, de forma más o menos regular, hasta la fecha de hoy.
La Ley de Moore no sólo conlleva (si se continuara cumpliendo) el desarrollo a largo plazo de la Singularidad (o algo similar), sino que nos permite poner plazos aproximados a cada uno de los pasos de los conducen a la misma.
Dado que es posible calcular la complejidad del cerebro de un ser humano adulto, y dado que la Ley de Moore nos permite calcular el momento en el que dicha complejidad será alcanzada de forma equivalente por un ordenador, se ha establecido como plausible que la misma sea alcanzada alrededor del año 2019.
Al respecto, hay que significar que dicha formulación no es sólo teórica, sino que se está tratando de llevar a la práctica mediante proyectos como el Blue Brain Proyect y el Human Brain Proyect, ambos íntimamente relacionados y respaldados por IBM e instituciones como la Unión Europea, que pretenden comprender y modelizar el cerebro humano.
Según preveía Henry Markram, director y coordinador de ambos proyectos, en 2009, “No es imposible construir un cerebro humano, y podemos hacerlo en 10 años”, para posteriormente afirmar que “Si nosotros lo construimos correctamente este debería hablar y tener una inteligencia y un comportamiento en gran medida como un ser humano.”
No obstante, otras voces autorizadas como la de Ray Kurzweil, ingeniero jefe de Google, argumentan que aunque la potencia bruta del cerebro humano pueda alcanzarse en un ordenador alrededor de 2019, serán necesarios 10 años más para que los mismos desarrollen una capacidad similar a la del cerebro humano, por lo que sitúa dicha fecha en el año 2029.
Según Kurzweil, “Un análisis de la historia de la tecnología muestra que el cambio tecnológico es exponencial, al contrario de la visión ‘lineal intuitiva’ del sentido común. Así que no experimentaremos cien años de progreso en el siglo XXI, sino que serán más como 20.000 años de progreso (al ritmo de hoy)“. Dicho avance exponencial de la tecnología, afectaría igualmente al modo en el que la inteligencia artificial evolucionaría.
El siguiente gráfico, creado por el propio Kurzweil, describe cuál sería el crecimiento de la capacidad de cómputo desde 1900 hasta 2100 (los puntos rojos se refieren a ordenadores creados hasta el año 2000):
A partir de dicho momento, por su propia naturaleza, no podríamos llevar a cabo ninguna predicción acerca de la Singularidad, por lo que os dejo con una foto del Sr. Kurzweil, que como podréis comprobar está muy convencido sobre todo este asunto.
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