La legitimidad de la filosofía reposa en el hecho mismo de que, tras la ciencia, hay aun pensamiento, de que la búsqueda de la inteligibilidad no es el objetivo último y en consecuencia tras su eventual logro no se cierra el discurso. Desde luego hay que hacer el entorno inteligible, hay que hacer inteligible incluso el espacio y el tiempo, pero hay sobre todo que sumergirse en aquello en lo que encuentra sentido el espacio y el tiempo mismos. Si no un programa por etapas, sí hay al menos un espectro de temas para la filosofía, y la mera disposición a ocuparse de los mismos es una respuesta positiva a la exigencia de
Aristóteles.Espectro que recoge, en lo que hay de esencial, la exploración de la
physis elemental, el trabajo de archivo, descripción y previsión que hacen los físicos, pero no para detenerse en el mismo, sino como indispensable peldaño para el abordaje de aquello en lo que tal exploración reposa, y que no anda lejos de lo que hace la singular
physis del hombre, a saber, el lenguaje y sus categorías, los múltiples modos de decir el ser. Y bienvenido es el hecho de que sean los propios físicos quienes, desconcertados por las aporías que encuentran en su trabajo, nos inviten a retomar la disposición aristotélica a la que en potencia responde todo humano.Ciertos problemas técnicos de enormes implicaciones teoréticas sólo pueden de entrada ser abordados por el físico. Pero el meta-físico debe estar muy pendiente de las respuestas del anterior, pues es en base a las mismas que irá trazando un camino en su propia interrogación. Y el estar pendiente no quiere decir aceptar pasivamente la palabra del físico, sino seguirle en sus conjeturas y experimentos. El laboratorio del físico es asimismo la antesala del filósofo y los protocolos en los que el primero recoge sus experimentos son algo así como la provisión de base en las alforjas del segundo.
Víctor Gómez Pin,
Laboratorio del físico ... antesala del filósofo (cuando la ciencia misma apela a otro discurso), El Boomeran(g) 16/02/2016