Mucha gente está desconcertada. Trump parece haber salido de la nada. Su postura con respecto a ciertas cuestiones no se ajusta a la norma.
Está de acuerdo con la planificación familiar, la seguridad social y el programa Medicare, y los republicanos no suelen estarlo. Los republicanos odian la expropiación (la toma de la propiedad privada por el Gobierno) y adoran el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, pero Trump no coincide con ellos en ninguna de las dos cuestiones. No es religioso y desprecia las prácticas religiosas, aunque los evangélicos (los blancos, claro) le adoran. Cree que los seguros sanitarios y las farmacéuticas, igual que los militares, están obteniendo demasiados beneficios y quiere cambiarlo. Insulta a los principales grupos de votantes, como a los latinos, mientras que la mayoría de los republicanos intentan cortejarlos. Quiere deportar a 11 millones de inmigrantes sin papeles y piensa que puede hacerlo. Quiere prohibir que los musulmanes entren en el país. ¿Qué está pasando?
Para responder a esa pregunta es necesario un contexto del que hasta la fecha no se ha hablado en los medios de comunicación.
Contexto
Trabajo en el campo de ciencias cognitivas y del cerebro. En la década de los noventa, me propuse responder a una pregunta de mi campo: ¿Cómo encajan las variadas posturas políticas de los conservadores y de los progresistas? Fijémonos en el conservadurismo: ¿Qué tiene que ver estar en contra del aborto con estar a favor de que los ciudadanos puedan ser propietarios de armas de fuego? ¿Qué tiene que ver estar a favor de la posesión de armas con negar el calentamiento global? ¿Por qué estar en contra del Gobierno está ligado a querer un ejército más fuerte? ¿Cómo es posible ser provida y estar a favor de la pena de muerte? Los progresistas tienen opiniones completamente contrarias. ¿Cómo encajan estos puntos de vista?
La respuesta llegó al caer en la cuenta de que tendemos a entender un país a través de metáforas con términos relacionados con la familia: Tenemos padres fundadores. Mandamos a nuestros hijos e hijas a la guerra. El punto de vista conservador y el punto de vista progresista que dividen a Estados Unidos pueden entenderse como concepciones en dos tipos de familias muy diferentes: el modelo de familia en el que los padres esperan que sus hijos exploren el mundo, pero con su protección (progresista) y la familia en la que hay una figura paterna estricta (conservadora).
¿Qué tienen que ver la política y las cuestiones sociales con la familia? Primero se nos gobierna dentro de la familia, al crecer, vamos comprendiendo cómo funcionan las instituciones de gobierno dentro del sistema de gobierno de la familia.
En las familias con una figura paterna estricta, el padre es el que manda. Sabe lo que está bien y lo que está mal, es la autoridad y tiene que asegurarse de que su esposa y sus hijos hagan lo que él diga, que, por supuesto, es lo correcto. Muchas esposas conservadoras aceptan este punto de vista, defienden la autoridad del padre y son estrictas en los ámbitos de la familia de los que están a cargo. Cuando sus hijos desobedecen, el deber moral del padre es castigarlos de tal manera que, para evitar el castigo, le obedezcan en el futuro (hagan lo correcto) y no se limiten a hacer lo que les haga sentirse bien. Se supone que, mediante la disciplina física, los hijos se convertirán en personas disciplinadas, fuertes y capaces de prosperar en el mundo exterior. ¿Y qué pasa si no prosperan? Pues que eso significa que no son disciplinados, y, por lo tanto, carecen de valores morales y merecen su pobreza. Este razonamiento está presente en las políticas conservadoras en las que se ve a los pobres como vagos e indignos, y a los ricos como merecedores de sus riquezas. Por lo tanto, la responsabilidad es personal, no social. De ti depende en qué te conviertas; la sociedad no tiene nada que ver con eso. Cada uno es responsable de sí mismo, no de los demás (que también son responsables solo de sí mismos).
Ganar e insultar
Como dijo Vince Lombardi, el entrenador del equipo de fútbol americano Green Bay Packers:
"Ganar no lo es todo. Es lo único". En un mundo gobernado por la responsabilidad personal y la disciplina, los que ganan merecen ganar. ¿Por qué Donald Trump insulta públicamente y sin piedad a los demás candidatos y líderes políticos? Es simple: porque sabe que puede ganar cualquier competición de insultos en un plató de televisión. A ojos de los conservadores, esto le convierte en un candidato formidable que merece ser el ganador. La competición electoral se concibe como una batalla. Los insultos y los ataques se conciben como victorias, como victorias merecidas.
Por ejemplo, Trump afirmó que John McCain no era un héroe de guerra. El razonamiento fue el siguiente: golpe bajo para McCain. Los héroes son los ganadores, vencen a los malos y no reciben golpes bajos. Los que reciben golpes bajos son perdedores, no ganadores.
La jerarquía moral
La lógica del padre estricto va más allá. La idea fundamental es que la autoridad está justificada por la moralidad, y, en un mundo ordenado, debería haber (y ha habido tradicionalmente) una jerarquía moral en la que deberían gobernar los que tradicionalmente han gobernado siempre. La jerarquía es la siguiente: Dios por encima del hombre, el hombre por encima de la naturaleza, los disciplinados (los fuertes) por encima de los indisciplinados (los débiles), los ricos por encima de los pobres, los empresarios por encima de los empleados, los adultos por encima de los niños, la cultura occidental por encima de las demás culturas, Estados Unidos por encima de los demás países. Los hombres por encima de las mujeres, los blancos por encima de todas las demás razas, los cristianos por encima del resto de las religiones, los heterosexuales por encima de las demás orientaciones.
Estas tendencias están presentes en la mayoría de los candidatos republicanos a la presidencia, igual que en Trump, y en todas las políticas conservadoras que emanan del punto de vista del padre estricto y de su jerarquía.
La moralidad basada en la familia está muy arraigada. Como la gente prefiere pensar de sí misma que está haciendo lo correcto, el punto de vista moral tiende a ser parte de la definición de uno mismo, de quién es cada uno en el fondo. Por lo tanto, tu punto de vista moral define cómo debería ser el mundo para ti. Y, cuando no es así, uno puede llegar a frustrarse y a enfadarse.
Hay cierta amplitud de maniobra dentro del punto de vista del padre estricto y hay variaciones importantes. Hay una división principal entre (1) cristianos evangélicos blancos, (2) comerciantes conservadores del libre mercado y (3) conservadores pragmáticos que no están relacionados con las creencias evangélicas.
Los cristianos evangélicos blancos
Los blancos que comparten el punto de vista del padre estricto y que son religiosos tienden a ser cristianos evangélicos, ya que Dios, en el cristianismo evangélico, es el padre estricto por excelencia: si sigues sus mandamientos, vas al Cielo; si los desobedeces, ardes en el Infierno durante toda la eternidad. Si eres pecador y quieres ir al Cielo, puedes "volver a nacer" si declaras tu fidelidad al elegir a su hijo, Jesucristo, como tu salvador.
Esta versión de la religión es la natural para aquellos con la moralidad del padre estricto. Los cristianos evangélicos se unen a la Iglesia porque son conservadores; pero no son conservadores por ser de la iglesia evangélica, aunque se les pueda haber educado con esta ideología y esta religión.
El cristianismo evangélico se centra en la vida familiar. Por lo tanto, hay organizaciones como Focus on the Family y referencias constantes a los "valores familiares", que resultan ser los valores del modelo del padre estricto. En la moralidad del padre estricto, es el padre el que controla la sexualidad y la reproducción. Donde la Iglesia tiene poder político, hay leyes que exigen que se notifique a los padres o a los maridos en caso de que se esté planteando abortar.
Los evangélicos están muy organizados a nivel político y ejercen cierto control sobre muchas carreras políticas locales. Por lo tanto, lo que tienen que hacer los candidatos republicanos si quieren ser elegidos y ganar las elecciones locales es estar de acuerdo con los evangélicos.
Los conservadores pragmáticos
Por otro lado, los conservadores pragmáticos pueden no ser religiosos. Se preocupan por su propia autoridad personal, en vez de por la de la Iglesia, la de Cristo o la de Dios. Lo que quieren es ser padres estrictos en sus propios dominios, donde la autoridad esté por encima de sus propias vidas. Así que es posible que alguien conservador joven y soltero quiera practicar sexo sin preocuparse por el matrimonio. Puede que quieran tener acceso a anticonceptivos, a información sobre enfermedades de transmisión sexual y sobre el cáncer de cuello de útero, entre otras cosas. Y si una mujer conservadora pragmática se queda embarazada y no puede o no quiere casarse, puede considerar el aborto como una solución necesaria.
Trump es el conservador pragmático por excelencia. Y sabe que hay muchos votantes republicanos que comparten su pragmatismo. Por eso está de acuerdo con el aborto. Porque hay muchos conservadores pragmáticos jóvenes y solteros (o incluso casados) que pueden necesitar lo que los centros de planificación familiar Planned Parenthood tienen que ofrecer de una manera asequible y confidencial.
De forma similar, los conservadores pragmáticos jóvenes y de mediana edad buscan maximizar su propia riqueza. No quieren lidiar con la carga financiera que les supondría cuidar de sus padres. La seguridad social y el programa Medicare les librarían de la mayor parte de la responsabilidad. Y por eso Trump quiere mantener la Seguridad Social y Medicare.
Comerciantes del libre mercado
El poder político de la Iglesia evangélica no es el único que ha hecho que se establezcan políticas conservadoras. También ha tenido que ver el poder político de aquellos que buscan el máximo liberalismo del mercado, en el que la gente rica y las empresas sean las que establezcan las reglas del mercado a su favor con una intervención mínima del Gobierno. No conciben los impuestos como una inversión en recursos públicos para todos los ciudadanos, sino como un robo por parte del Gobierno, que les quita sus ganancias (su propiedad privada) para gastarse el dinero en programas destinados a gente que no se lo merece. De ahí surge la concepción antimpuestos del Gobierno. Esta versión del conservadurismo aprueba la subcontratación para aumentar los beneficios a través del envío del proceso de fabricación y de muchos servicios a otros países en los que la mano de obra es barata, con la consecuencia de que los trabajos bien pagados dejan Estados Unidos, donde los sueldos se reducen. Como dependen de importaciones baratas, no estarían a favor de imponer tarifas o impuestos altos.
Pero Donald Trump no es una empresa que fabrique productos en el extranjero para importarlos a Estados Unidos y subirles el precio para conseguir más beneficios. Construye hoteles, casinos, edificios de oficinas, campos de golf. Puede que los construya en el extranjero con mano de obra barata, pero no los importa. Además, reconoce que la mayoría de los propietarios de pequeñas empresas de Estados Unidos son más como él; las tintorerías, las pizzerías, las cafeterías, los fontaneros, las tiendas de informática, los jardineros, los contratistas, los lavacoches y profesionales como los arquitectos, los abogados, los médicos y los enfermeros. Los impuestos altos no parecen ser un problema.
Muchos empresarios son conservadores pragmáticos. Aprueban el poder del Gobierno cuando este trabaja para ellos. Pongamos por ejemplo el caso de la expropiación. Los republicanos la conciben como un abuso por parte del Gobierno, que se está quedando con parte de la propiedad privada. Pero los constructores conservadores como Trump dependen de la expropiación para poder hacerse con las casas y los pequeños negocios de las zonas que quieren urbanizar por el bien de sus planes de urbanización. Lo único que tienen que hacer es que los funcionarios del gobierno se unan a su causa con contribuciones de campaña y la promesa del aumento de los impuestos de manera local para adquirir derechos de expropiación. Trump hace referencia a Atlantic City, donde construyó un casino utilizando la expropiación para conseguir la propiedad.
Si las empresas tuvieran que pagar los seguros sanitarios de sus empleados, Trump querría tener que pagar lo mínimo posible para maximizar los beneficios de las empresas en general. Por lo tanto, querría que las compañías de seguros y las farmacéuticas cobraran los menos posible. Para aumentar la competición, querría que las compañías de seguros ofrecieran planes a nivel nacional, evitando los intercambios de seguros administrados por el Estado bajo la ley de Atención Sanitaria Asequible. Los intercambios se realizan para maximizar la cobertura sanitaria de los ciudadanos y para ayudar a que la gente con pocos ingresos esté también cubierta, y no para aumentar los beneficios del negocio. Sin embargo, Trump quiere mantener las funciones obligatorias de la ley de Atención Sanitaria Asequible, que los conservadores odian, ya que la conciben como una extralimitación del Gobierno, que obliga a la gente a comprar un producto. Para Trump, en cambio, esta ley supone el aumento de los fondos de seguros y disminuye los costes para las empresas.
Causalidad directa versus causalidad sistemática
La causalidad directa lidia con un problema por medio de la acción directa. La causalidad sistemática reconoce que muchos problemas surgen del sistema en el que se encuentran y que se debe lidiar con ellos mediante causalidad sistemática. La causalidad sistemática tiene cuatro versiones: una cadena de causas directas; la interacción entre causas directas (o entre cadenas de causas directas); los bucles de retroalimentación; y las causas probabilísticas. La causalidad sistémica aplicada al calentamiento global explica por qué el calentamiento global en el Pacífico puede producir tormentas de nieve en Washington DC: las masas de moléculas de agua altamente cargadas de energía se evaporan en el Pacífico, van hacia el noreste y pasan por el Polo Norte y bajan en invierno en forma de nieve a la costa este de Estados Unidos. La causalidad sistemática tiene cadenas de causas directas, causas que interactúan entre sí, bucles de retroalimentación y causas probabilísticas. A menudo, combinadas.
La causalidad directa es fácil de entender y parece estar representada en las gramáticas de todos los idiomas del mundo. La causalidad sistemática es más compleja y no está representada en ninguna gramática. Se tiene que aprender.
El estudio empírico ha demostrado que los conservadores tienden a razonar utilizando la causalidad directa y que los progresistas tienen mucha más facilidad para razonar mediante causalidad sistemática. Se cree que el motivo es que en el modelo del padre estricto, el padre espera que los hijos o su esposa respondan de manera directa a una orden y su negativa debería ser castigada de una manera tan rápida y directa como sea posible.
Muchas de las propuestas políticas de Trump se enmarcan en el ámbito de la causalidad directa.
Si llegan masivamente inmigrantes de México, se construye un muro que los detenga. Y a todos los inmigrantes que hayan entrado en el país de manera ilegal se los deporta, aunque 11 millones de ellos vivan en el país y contribuyan a su economía. La cura para la violencia con armas de fuego es tener una pistola preparada para disparar a quien te vaya a disparar. Para que los puestos de trabajo no se vayan a Asia, donde los costes son más bajos y cuyos productos más baratos inundan el mercado estadounidense, la solución es poner un arancel muy alto a esos bienes para que sean más caros que los que se produzcan en Estados Unidos. Para ahorrar dinero en fármacos, que el mayor consumidor -el Gobierno- acepte ofertas a los precios más bajos. Si ISIS está ganando dinero con el petróleo iraquí, se mandan tropas estadounidenses a Irak para tomar el control del petróleo. Amenazar a los líderes de ISIS mediante el asesinato de sus familiares (aunque sea un crimen de guerra). Para conseguir información de los presuntos terroristas, se utilizan métodos de tortura. Si es posible que junto a los refugiados musulmanes venga un grupo de terroristas, se deja de permitir la entrada al país a los musulmanes. Todo esto tiene sentido para aquellos que aplican a su razonamiento la causalidad directa, pero no para aquellos que se dan cuenta de las inmensas dificultades y de las terribles consecuencias de tales medidas debido a las complejidades de la causalidad sistemática.
Corrección política
Hay por lo menos decenas de millones de conservadores en Estados Unidos que comparten la filosofía del padre estricto y su jerarquía moral. Muchos de ellos son pobres o de clase media y muchos de ellos son hombres blancos que se creen superiores a los inmigrantes, a los que no son blancos, a las mujeres, a los que no son cristianos, a los gays y a la gente que depende de la asistencia pública. En otras palabras, son lo que los liberales denominarían "intolerantes". Durante muchos años, esta intolerancia no se aceptaba públicamente, sobre todo a medida que iban llegando más inmigrantes, que Estados Unidos iba siendo menos blanco, que las mujeres iban recibiendo formación y empezando a trabajar y que los homosexuales iban ganando visibilidad y se aprobaba el matrimonio gay. Como ciertas organizaciones antiintolerancia han señalado y han convertido la naturaleza tan antiestadounidense de esta intolerancia en un asunto de interés público, los conservadores se sienten cada vez más oprimidos por lo que ellos llaman "corrección política", por la presión del público contra sus opiniones y contra lo que ellos denominan "libertad de expresión". Esto alcanzó límites exagerados a partir del 11S, cuando se intensificaron los sentimientos antimusulmanes. El hecho de que Barack Hussein Obama saliera elegido como presidente de Estados Unidos despertó la ira entre los conservadores, que se negaban a verle como a un estadounidense legítimo, y mucho menos como a una autoridad legítima, especialmente porque sus ideas liberales contradecían prácticamente todo en lo que creían como conservadores.
Donald Trump expresa en voz alta todo lo que siente, con fuerza, con agresividad, con ira y sin vergüenza. Lo único que tienen que hacer es apoyar y votar a Trump, así, ni siquiera tendrán que expresar sus opiniones "políticamente incorrectas", porque Trump lo hará por ellos y su victoria hará que esas opiniones parezcan respetables. Trump es su campeón. Les transmite una sensación de amor propio y autoridad y la posibilidad de tener poder.
Cuando oigas las palabras "corrección política", recuerda esto.
Biconceptuales
No hay medias tintas en la política estadounidense. Hay moderados, pero no existe una ideología de los moderados, no existe una ideología con la que estén de acuerdo todos los moderados. Un conservador moderado puede tener opiniones progresistas con respecto a ciertos asuntos, aunque esos asuntos varían de una persona a otra. De manera similar, un progresista moderado puede tener opiniones conservadoras sobre determinados aspectos, pero, otra vez, depende de la persona. En resumen: los moderados tienen ambos puntos de vista morales, pero la mayoría de las veces uno prevalece sobre el otro. ¿Cómo es posible que estas dos concepciones morales habiten en el mismo cerebro al mismo tiempo si, en general, se contradicen?
A nivel cerebral, a ambos les caracterizan los circuitos neurológicos. Están conectados por un circuito común: la inhibición mutua. Cuando uno se enciende, el otro se apaga; cuando uno se fortalece, el otro se debilita. ¿Qué es lo que hace que se enciendan o se apaguen? El lenguaje que encaja con un punto de vista activa ese punto de vista, fortaleciéndolo, mientras que desactiva el otro punto de vista, debilitándolo. Cuanto más se habla en los medios de comunicación sobre las opiniones de Trump, más se activan y más se fortalecen, tanto en las mentes de los ultraconservadores como en las de los progresistas moderados.
Se cumple incluso al atacar la opinión de Trump. Porque negar un hecho hace que ese hecho se active, como indico en el libro No pienses en un elefante. Da igual que estés apoyando a Trump o atacándolo, porque le estás ayudando.
Algunos miembros de los sindicatos son el ejemplo de que Trump se está ganando a los biconceptuales progresistas. Muchos miembros del sindicato son padres estrictos en sus casas o en su vida privada. Creen en los "valores familiares tradicionales" -una palabra conservadora en clave- y es posible que se identifiquen con los ganadores.
¿Por qué Trump gana las primarias republicanas?
Fijémonos en todos los grupos conservadores a los que apela.
El Partido Demócrata no se ha tomado en serio muchas de las razones por las que la gente apoya a Trump y el alcance que tiene ese apoyo. Y los medios de comunicación no han hablado de muchas de las razones por las que la gente apoya a Trump. Eso tiene que cambiar.
George Lakoff, ¿Por qué Trump?. El Huffington Post 13/03/2016
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George Lakoff es profesor de Ciencias Cognitivas y de Lingüística en la University of California, en la ciudad de Berkeley. Ya está disponible en inglés su último libro 'The ALL NEW Don't Think of an Elephant!' [El NUEVO no pienses en un elefante]. Pueden encontrarse traducidas al español más obras suyas como 'Metáforas de la vida cotidiana' (2005) o 'Puntos de reflexión. Manual del progresista' (2013).
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.