21:27
»
La pitxa un lio
|
Norman Manea |
La reciente reedición de la obra maestra
Mein Kampf ha vuelto a demostrar —por si hacía falta— el
gran interés del público por las ideas y las acciones radicales e incluso criminales. Nos recuerda la fascinación que los seres humanos han sentido siempre por las exhibiciones sangrientas de crueldad, desprecio e inmoralidad, desde la antigüedad hasta el presente.
Si una cosa se repite una y otra vez, y no es consecuencia de ninguna catástrofe natural, sino de las decisiones humanas, quizá significa que es necesaria. En particular cuando todos los esfuerzos pedagógicos para fomentar la racionalidad, la compasión, la mutua comprensión, la solidaridad, la tolerancia y el sentido común, e incluso el lema de “libertad, igualdad, fraternidad”, se han convertido en meros lemas envejecidos e inútiles para la euforia infantil.
A las tiranías laicas del siglo XX —nazismo y comunismo— se ha unido en los últimos tiempos un tipo de opresión místico y religioso, el
fanatismo islámico, que desafía a millones de creyentes y convence a muchos —demasiados— de que el impulso de matar tiene una motivación religiosa y que ellos tienen que ser los únicos supervivientes de la demencial campaña para limpiar el planeta de todos los infieles; mejor dicho, de todos los otros. Es una trampa en la que caen muchas personas confusas, incapaces de dar con una manera coherente y fiable de salir adelante en una sociedad que no parece hecha para ellas; su vulnerabilidad les impide resistirse a unas promesas baratas y corruptas.
Cuando era niño tuve el malévolo privilegio de experimentar directamente en un campo de concentración y exterminio la tiranía fascista de la raza superior, ferozmente dedicada a aplicar la Solución Final, que consistía en asesinar a todas las razas inferiores. Después de haber sobrevivido a aquello, pasé mi adolescencia y mis primeros años de adulto en la perversa y sanguinaria utopía de un Estado policial socialista, hipócrita, demagogo y con múltiples niveles de opresión. A la no tan temprana edad de 50 años
conseguí salir de Rumania y tener, con retraso, la oportunidad de comparar lo que un ser humano puede hacer a otro en una sociedad cerrada y totalitaria con lo que está dispuesto a hacer en una sociedad libre, competitiva, dominada por el dinero y los intereses.
La historia de la tiranía es tan vieja como la propia historia de la humanidad, y sus desastrosas consecuencias nunca han logrado evitar que su dinámica reaparezca en lugares nuevos y viejos, en nuevas épocas nuevas y bajo nuevas formas de pesadillas.
Unos años después de llegar al mundo occidental publiqué un ensayo en el que citaba
El poeta, de
Eugenio Montale. “Poco hilo me queda, pero espero hallar el modo / de dedicarle al próximo tirano / mis pobres cármenes”, decía yo, con amargura, repitiendo las palabras del gran poeta italiano. “No me dirá que me corte las venas / como Nerón a Lucano. Querrá una loa espontánea / que brote de un corazón agradecido / y la tendrá en abundancia”.
Yo sabía muy bien lo espontáneos que eran los elogios expresados en grandes celebraciones festivas por las masas cautivas después de permanecer horas haciendo cola para obtener pan o una botella de leche, o incluso papel higiénico; sabía lo agradecidos que debían estar los artistas y escritores a los censores que cercenaban su obra, lo militarizados y letales que eran todos aquellos campos de trabajo y prisiones, cómo la sospecha y la vigilancia dominaban la vida cotidiana en nuestra pobre patria desolada.
En mi ensayo escribí: “En un periodo de creciente deterioro y degradación de la vida diaria, el soberbio sarcasmo de los versos de Montale me ayudó en ocasiones a soportar la ubicuidad del dictador. Me sabía el poema de memoria, y me lo repetía con un empeño sádico, midiendo con cuidado el veneno que el poeta había destilado de manera tan magistral”.
Poco antes de irme del país participé en un coloquio literario en Belgrado, una capital de Europa del Este más bien modesta, pero que me pareció una gran metrópolis sólo porque las calles estaban iluminadas, los restaurantes estaban llenos y las librerías, asombrosamente, tenían libros traducidos de todo el mundo. Qué contraste tan devastador con la degradación humillante y miserable de la antigua “pequeña París”, nombre que recibía
Bucarest durante el largo y frívolo periodo anterior a la II Guerra Mundial.
Aun así, en el debate no faltaron momentos divertidos: el capitán de nuestra delegación recordó su deber patriótico y ofreció al público un elogio patético de nuestro querido presidente, “el genio de los Cárpatos”, que acababa de tener la gran e innovadora idea de proclamar solemnemente prohibida la censura (“en nuestro feliz país socialista, todo el mundo sabe ya lo que se permite y lo que no”) para sustituirla al instante por miles de supervisores aficionados, fundamentalmente miembros de la clase obrera e instructores del partido. Los asistentes de otros países reaccionaron haciendo una pregunta de sentido común: “Entonces, ¿ahora pueden publicar libros religiosos o de sexo?”. La respuesta de nuestro jefe fue inmediata: “Por supuesto que podemos, pero esos libros no interesan a nadie…”. Aunque la dictadura rumana era muy distinta de la iraní, años después se oyó esa misma respuesta en la Universidad de Columbia, en Nueva York, en labios del primer ministro de Irán. Cuando un estudiante le preguntó qué hacían las autoridades de su país
con los gais y lesbianas, él contestó sin vacilar: “¡En nuestro país no existen esos casos!”.
En 1989, cuando cayó el sistema comunista en Europa, muchos soñadores afirmaron que iniciábamos un periodo sin historia, sin ideología. Pronto se demostró que aquellas ilusiones estaban llenas de ingenuidad: mientras haya vida en la Tierra, los seres humanos tendrán ideas e ideales y, por tanto, ideologías, y la historia seguirá tejiendo su relato lleno de inventiva.
De modo que hoy contamos no sólo con el despotismo religioso islámico, sino también con la nueva arrogancia política de Rusia, la Corea del Norte oficial que juega con fuego, la oligarquía religiosa suprema de Irán, las frecuentes matanzas de inocentes en África, la
inmensa migración de los pobres y oprimidos hacia Europa y el aumento continuo de la producción de las armas más sofisticadas de destrucción masiva.
En las antiguas dictaduras siguen existiendo, desde luego,
personas que afirman echar de menos “el orden, la disciplina, la falta de delincuencia, la gratuidad de la medicina y la educación para todos, el comportamiento moral y decente de los jóvenes” de los monstruosos tiempos pasados en los que todo era duplicidad y sumisión. No parece que les molestaran demasiado las majaderías oficiales de entonces, las presiones autoritarias constantes, la pobreza, el aislamiento y el miedo.
Hace mucho que sabemos que la democracia es un sistema imperfecto, pero factible, de colaboración entre las personas y el Gobierno que han escogido, que siempre es “más complicado que la tiranía”, como
decía Thomas Mann. Pero la engañosa simplicidad de las dictaduras no puede ocultar eternamente sus abyectas mentiras, su turbio espectáculo político.
¿Qué se puede hacer hoy, aparte de las bienintencionadas e ineficaces conferencias internacionales que repiten los eslóganes del humanismo, la paz y el desarme, la protección del medio ambiente y la ayuda a los pobres, en una época en la que los conflictos y los enfrentamientos, incluso militares, están aumentando en todos lados? ¿Sería tal vez el momento apropiado para convocar, como alternativa, una gran reunión de grandes tiranos, retirados y en activo, muertos y vivos, de todos los rincones de nuestro atribulado mundo, y emitir un programa de televisión inolvidable que podría desarrollar nuestro sentido del humor y permitirnos tomar horripilante conciencia del futuro?
El Foro Internacional del Pueblo —así debería llamarse—, sin duda, estaría presidido por grandes retratos de Lenin y Stalin, Hitler y Mussolini, Kim Il-sung, Nasser y Gadafi, la junta de los despóticos coroneles griegos y el trío de generales argentinos que gobernaron con crueldad sus países; también estarían el ágil bailarín Bokassa y el
disciplinado y analfabeto Ceausescu, junto a otros héroes de las interminables comedias sangrientas que nos recuerdan el desfile histórico de abusos y glorificaciones, crímenes y sagrados panegíricos en honor de los encantadores y valientes asesinos y de los uniformes dorados lucidos por los alegres fantasmas de las matanzas.
Sin embargo, las imágenes simplificadas y santificadas de los dioses antiguos y futuros ocultan enigmas interesantes: un amigo me habló hace unos años de la
biblioteca privada de Stalin, comprada por una universidad estadounidense después de 1989, en la que se descubrió, con asombro, cuántas obras maestras de la literatura había leído y comentado con inteligencia el gran líder, en agudo contraste con sus discursos ante el partido, banales y convencionales; un alumno mío me dio para que los leyera unos fragmentos de una conversación entre Lenin y un escritor y periodista italiano en la que el gran orador de la revolución rusa confesaba la repugnancia y la desconfianza que le inspiraba el hombre ruso corriente, borracho y cobarde, astuto y déspota por naturaleza. Y Mao, todavía ensalzado y sagrado, no fue sólo el amado asesino de su pueblo, sino también un
poeta bastante bueno.
¿Debemos recordar que Hitler no sólo quemaba libros y destruía el arte decadente, sino que también fue el líder enloquecido que asesinó a millones de seres humanos, muchos de ellos alemanes; que Stalin no sólo mató a Babel y numerosos intelectuales y artistas, sino también a muchos comunistas y personas normales; que la Revolución Cultural china fue, en realidad, una gran matanza; que Franco mató a Lorca, y no sólo a sus enemigos republicanos; que el dictador chileno Pinochet, además de prohibir a Mayakovski y Neruda, por ser comunistas, prohibió a Tolstói y Dostoievski por ser soviéticos?
¿O es mejor olvidarse de todos ellos y regalar a todo el mundo entradas para que vayan a ver
El gran dictador, de Charlie Chaplin? Charlie y Adolf nacieron con unas noches de diferencia, ambos en abril de 1889, y la nueva edición de
Mein Kampf ha aparecido en el mismo año en el que los suizos han inaugurado un Museo Chaplin. Por consiguiente, ¡sí, entradas gratis, que todo el mundo vaya a ver
El gran dictador! ¿Servirá esa iniciativa para dejar atrás el pasado y prevenir los peligros del futuro? Lo dudo.
Norman Manea,
El carnaval de los tiranos, El País 08/05/2016
Norman Manea es autor, entre otras obras, de
La guarida y la compilación de ensayos
Leche negra.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
MAS INFORMACIÓN:
'Autoritarismo globalizado', por Christopher Walker, Marc F. Plattnet y Larry Diamond'Hasta que dios diga ven', por Bru RoviraEntrevista con Norman Manea'Ídolos con pies de barro', por Francisco Calvo Serraller
10:44
»
La pitxa un lio
Parlaré de Badalona. És un cas únic en el sentit de la centralitat política del racisme, i alhora un cas que representa, com si estigués augmentat en un microscopi, diversos trets típics i genèrics del fenomen, i sobretot la seva dinàmica. En la configuració de la xenofòbia, més ben dit, de l’odi racista, el discurs dirigit contra els romanesos ha tingut una condició privilegiada. De fet, es tracta del romanès imaginari, perquè l’objecte directe són els ciutadans romanesos d’ètnia gitana, els rrom, però d’altra banda se’ls identifica amb el conjunt dels romanesos, mentre que els rrom numèricament constitueixen un petit percentatge d’aquest col·lectiu (més endavant, la paraula romanesos apareixerà de tant en tant en cursiva per remetre a aquest tipus d’extrapolació).COM VA COMENÇAR?Com va començar el brot de l’odi cap als immigrants a Badalona? És difícil definir-ho, per la naturalesa mateixa del fenomen. Encara seria més difícil identificar el quan. Un moment clau per a aquesta dinàmica és el que va passar el 2 de febrer del 2007 al barri de la Salut, on va tenir lloc una manifestació dels veïns espanyols contra l’ incivisme dels romanesos, amb la presència del futur alcalde Xavier García Albiol al lloc dels fets, i amb la seva instrumentalització política ulterior. Però no només existia el terreny o el clima propicis, sinó que la llavor hi era des d’abans, i havia començat a brotar. Ja es podien sentir comentaris amb explícits trets xenòfobs als llocs de trobada de la gent: als bars, a les botigues, al carrer.Es parlava de moros i de xinesos que prenien la feina als espanyols, de romanesos com a portadors de brutícia i delinqüència i d’immigrants de tot tipus com a beneficiaris dels diners públics i com a arrabassadors de territori. La crisi econòmica i l’auge de l’atur encara no havien començat, però en canvi durant els anys que van precedir la crisi el nombre d’immigrants estava creixent ràpidament. A Badalona en concret hi va haver un salt a partir del 2003, però la gent solia relacionar-ho, o solapar-ho, amb la política de la regularització dels immigrants del govern de Zapatero, cosa que induïa a una sensació col·lectiva, força difosa entre persones predisposades, d’alguna cosa que anomenaria síndrome de l’avançada dels bàrbars : l’espera, arran de senyals imaginaris, de l’arribada d’una invasió.UN MOMENT CLAUA principis de febrer del 2007 es produeix a Badalona l’incident més greu d’assetjament xenòfob per part de ciutadans autòctons. Amb això, comença la intensificació de la croada de Xavier García Albiol contra els rrom i s’accelera el seu ascens cap al poder. Anteriorment havien tingut lloc incidents arran d’aldarulls casuals, produïts per motius diferents que no tenien a veure amb la xenofòbia però que feien sorgir els prejudicis que un o altre portava a dins. Així mateix, l’acció d’Albiol havia començat abans, el 2003, tant al consell municipal com al carrer i als bars. Però el que va passar el febrer del 2007 marca una fita per a l’auge de la xenofòbia a la ciutat.Val la pena reconstruir-ho breument, per veure com una espurna es converteix en un foc imparable. Representa in nuce la dinàmica de l’odi racista.El dia 2 de febrer, un divendres, cap a les 13 hores, al carrer Pau Piferrer del barri de la Salut un grup d’una vintena de persones vociferaven el seu enuig contra uns veïns d’ètnia rrom que vivien a la segona planta del número 90 del mateix carrer.Quin era l’origen del seu enuig? En un dels dos pisos habitats per veïns rrom s’hi havia produït un embús a la canonada: els inquilins havien tirat uns bolquers al vàter. El resultat el va patir sobretot la família que vivia al pis de sota, una jove parella espanyola amb un nen petit, encara que també hi va haver conseqüències fora de l’edifici, amb la canonada tapada en diversos blocs per l’embús al número 90. A més dels serveis tècnics, no van trigar a aparèixer, a la part de dalt del carrer, dos polítics, Xavier García Albiol i Miguel Jurado, un altre regidor municipal del Partit Popular. La Guàrdia Urbana va trigar una mica més a arribar-hi. Mentrestant, els dos polítics parlaven amb la gent al carrer. No s’ha filtrat res del que deien. De tota manera, és un fet que l’ambient es va anar escalfant.La protesta va durar tota la tarda; la participació augmentava, i la presència policial també. Sobre les 19 hores, davant de la porta del número 90 hi havia una massa enardida d’un centenar de persones cridant “Fora!”, “Que se’n vagin!”, “Xoriços!”, “Lladres!”, etc. Una dotzena de persones volien entrar-hi per fer fora els rrom. Però els Mossos d’Esquadra havien arribat i van establir una línia de contenció, cosa que va evitar la violència, possiblement un linxament. Les autoritats municipals van acordar amb els inquilins rromque deixessin el pis i es traslladessin a un habitatge pròxim d’uns amics de la mateixa ètnia, i així es va fer, sota la protecció de la policia. Unes escenes semblants, amb objectius semblants, es van tornar a repetir el dissabte i el diumenge, amb la participació d’entre 150 i 200 persones, que van tallar el trànsit en un moment utilitzant contenidors d’escombraries. Des d’un balcó penjava, a l’estil pancarta, un llençol: “Fora romanesos. No a l’incivisme. No som racistes”.Heus aquí a petita escala, en un sol esdeveniment, els trets característics de la dinàmica de l’odi col·lectiu cap a l’ altre. L’essencial en aquest marc és l’autolegitimació mitjançant una relació falsa causa-efecte, com si es tractés d’un procés natural.Però el que connecta la causa (els bolquers al vàter i les fuites de canonada) i l’ efecte (l’intent d’accions violentes contra els causants, una família amb un nadó) consisteix precisament en l’odi cap a un grup ètnic, en concret els gitanos de Romania: si els causants no fossin membres d’aquest grup el cas es resoldria d’una manera molt diferent, com solen resoldre’s entre els nostres. Precisament en aquest odi al grup resideix el que aglutina tots els moments del que va passar, i els confereix unitat i coherència lògica.L’ASCENS DEL RACISMEL’esdeveniment del febrer del 2007 no només és important perquè és un exemple que il·lustra la dinàmica del racisme en general, sinó també perquè a partir d’aquest succés el racisme comença obrir-se el camí cap a la centralitat del discurs polític: el que va passar en un moment determinat en un carrer determinat arriba a projectar-se a poc a poc i en formes múltiples i diferents cap a dimensions més àmplies, les de la ciutat, i com un projecte durador per aconseguir el poder municipal.Entre aquestes formes múltiples destaquen les següents:-La distribució de materials de propaganda per part de representants del Partit Popular, com el DVD 7 minuts i un fullet titulat ¿El teu barri és segur?, o diverses octavilles anònimes que parlen d’inseguretat i de brutícia, col·locades en locals públics i que típicament incloïen la frase “No som racistes, però...” El primer, amb 30.000 exemplars, va aparèixer el maig del 2007, com a ressò dels esdeveniments del febrer, i en plena campanya electoral per a les municipals. Té un contingut obertament xenòfob. El fullet va aparèixer l’abril del 2010, en un moment sense incidents importants, cosa que mostra que durant aquest interval la iniciativa del Partit Popular a Badalona havia pujat uns quants esglaons. Xavier García Albiol i Alícia Sánchez-Camacho van repartir-lo pel carrer. Al fullet es combinaven els mateixos estigmes del DVD 7 minuts, però aquest cop associant-los específicament amb els gitanos rrom.-Quan tenia lloc algun incident violent o algun acte de delinqüència o vandalisme d’autoria desconeguda, Albiol mirava sistemàticament de magnificar-lo i atribuir-lo als gitanos romanesos. Fins i tot, en una tertúlia televisiva va arribar a qualificar els rrom en el seu conjunt com a “plaga”, a declarar que “han vingut exclusivament a ser delinqüents” o, en una altra ocasió, a dir que no es poden integrar i que “el que es necessita és que els tanquin a la presó o els retornin al seu país”.-A més del fet que el discurs d’Albiol induïa a l’enfrontament, es va recórrer també a la provocació directa de violència, com el cas d’una baralla entre espanyols i immigrants en un bar del carrer Calderón de la Barca al barri de la Salut, a principis del 2011. Albiol hi va aparèixer pocs minuts després de la baralla -però no per casualitat-. Encara que fos aïllat, és un cas molt simptomàtic.Alhora, s’anaven produint altres manifestacions antiromaneses. No puc dir que totes aquestes manifestacions fossin organitzades pel Partit Popular, però el discurs sistemàtic d’Albiol contra els ciutadans romanesos d’ètnia gitana sí que sembla un al·licient incendiari.Durant el període entre el 2007 i el 2011 els atacs verbals d’Albiol, amb el suport i la companyia d’Alícia Sánchez-Camacho, es van concentrar sobre el col·lectiu dels gitanos romanesos, que en certa manera simbolitzava tota la immigració. Probablement van ser escollits com a blanc perquè eren el col·lectiu més vulnerable i alhora per una sèrie d’altres característiques sociològiques i de l’anomenada distància cultural, especialment propícies per a la construcció de l’ altre per antonomàsia. Aquesta construcció elaborava un discurs necessàriament irracional. No obstant, gràcies a això i a les promeses de “mà dura”, d’“els espanyols primer” i de fer fora de la ciutat els immigrants quod delinqüents, a les eleccions municipals del maig del 2011 el Partit Popular va guanyar a Badalona amb una folgada diferència i Xavier García Albiol va aconseguir l’alcaldia. Era la primera vegada que un representant del Partit Popular presidia un gran municipi a Catalunya, i la primera vegada, en el conjunt de l’Estat durant el període de la democràcia, que el racisme arribava al poder.EL PODER DELS SÍMBOLSAlbiol no va complir les seves promeses en el que tenien de concret. Al final del seu mandat, el nombre de gitanos romanesos, i el nombre d’immigrants en general, es va mantenir més o menys en els nivells anteriors. Tampoc va poder privilegiar els espanyols en les ajudes, com les beques de menjador per als alumnes, etc. De fet no era possible, perquè hauria anat en contra del marc legal del país. En canvi, va mirar de crear el miratge que sí que les complia.Aquesta estratègia de propaganda consistia en diversos tipus d’accions, especialment visuals i simbòliques. Per exemple, tancava botigues o altres locals d’estrangers, massa vegades de manera arbitrària, amb el pretext que hi havia irregularitats en termes de paràmetres tècnics, enviant-hi molts policies i davant dels mitjans de comunicació. Cal destacar també la seva actitud cap a l’espai públic, com quan va fer retirar els bancs de diverses places perquè eren llocs on solien reunir-se els immigrants. Un altre tipus de simbolisme visual era la col·locació d’una càmera de vigilància, suposadament per al trànsit, però anunciada amb un rètol no només en castellà sinó també en romanès. Formava part d’una acció simbòlica més genèrica, la de l’augment de la presència i vigilància policial, tot i que no va comportar una disminució de la criminalitat. No obstant, és significatiu per entendre la visió que té Albiol de la convivència ciutadana: en paral·lel a la política de “més policia”, retira els mediadors interculturals.Però el caràcter racista de les seves polítiques es fa més patent amb la discriminació dels residents estrangers mitjançant instruccions perquè no s’admetessin en cursos de formació professional proporcionats per l’Ajuntament, o amb la decisió que no tinguessin accés als plans d’ocupació municipals llevat que fes tres anys com a mínim que estiguessin empadronats. Mentrestant, l’acció probablement més agressiva va ser la d’un dia de novembre del 2012, quan va fer expulsar del seu domicili uns gitanos romanesos sense ordre judicial. Un altre cas que, encara que fos aïllat, és molt simptomàtic.Un cop al poder, Albiol també va canviar la modalitat del seu discurs. Es va fer menys alarmista: no podria ser d’una altra manera, ja que amb ell com a alcalde havia d’arribar suposadament la normalitat. Amb tot, necessitava mantenir el foc encès, i per tant el seu discurs es va tornar ambigu en aquest aspecte. En altres termes: l’amenaça dels bàrbars encara existeix, hi són, però per això sóc jo aquí. Per tant, el seu discurs antiimmigració de vegades desapareixia, de vegades tornava a aparèixer, amb un to més tranquil que abans, però prou incendiari per recordar a la gent el perill que legitimaria el seu poder. D’acord amb això, l’espectre del discurs antiimmigració d’Albiol es va ampliar: es va dirigir també contra els veïns de religió musulmana, mentre que abans d’arribar al poder els seus atacs estaven concentrats en els romanesos d’ètnia rrom. D’aquesta manera, el seu discurs va cobrar un caràcter més identitari i menys penitenciari del que era inicialment. I, per descomptat, durant el seu mandat no hi va haver manifestacions racistes al carrer: el racisme estava institucionalitzat.No obstant, durant el mandat de Xavier García Albiol no es van produir, a primera vista, canvis dràstics a la ciutat de Badalona. Materialment, poca cosa va canviar. Només simbòlicament. Però el simbolisme és una dimensió de transcendència crucial en política. De manera que, encara que el nombre de ciutadans romanesos d’ètnia gitana no havia baixat, com tampoc havia baixat la criminalitat -que no és patrimoni exclusiu de cap ètnia-, això no va afectar el suport a Albiol pel que fa a vots. Durant la campanya electoral de les municipals del 2015 va reiterar el mateix discurs antiimmigració, i el va fer més cru. Fins i tot va pujar de voltatge: el seu lema al pòster, “Netejant Badalona”, personalitzat i creat ad hoc, remet ineludiblement a la retòrica nazi de la neteja i al patró metafòric respectiu. La llista encapçalada per Albiol va ser la més votada a les municipals del maig; va aconseguir fins i tot més vots que el 2011. Aquesta vegada les altres forces polítiques, sobretot els partits d’esquerres, van fer front comú, i Albiol no va ser triat pel consell municipal. De tota manera, el problema segueix existint, ja que l’odi racista ha guanyat carta de naturalesa, cosa que reforça les seves arrels a la societat i ja infecta fins i tot els nens de primària.PER QUÈ BADALONA?Amb l’arribada del populisme d’extrema dreta al poder, Badalona marca un precedent a Catalunya i a tot Espanya en el període de la democràcia, cosa que és una excepció, tot i que no és improbable que en el futur es produeixi en altres llocs. Des del meu punt de vista, és un cas tan excepcional com típic. Però per què precisament Badalona? A continuació intentaré explorar els múltiples factors que van portar a aquest fenomen. Es poden categoritzar com a conjunturals i estructurals. Començo pels primers, menys difícils d’identificar.Un factor d’aquesta índole ha sigut la insuficiència de polítiques públiques i socials que cohesionarien la societat i contribuirien a la convivència. Àlex Mañas, regidor de l’Ajuntament, ho explica per la falta d’estabilitat de les coalicions que han governat a Badalona durant tres decennis, a diferència de municipis amb característiques semblants a l’àrea metropolitana de Barcelona. M’inclino a complementar aquesta explicació amb la hipòtesi que això ha sigut així perquè les diferents forces polítiques s’han mirat cadascuna prou el seu propi melic per no poder crear un consens estable en aquesta direcció, cosa que ens porta a la problemàtica de les responsabilitats de la classe política de Badalona en relació amb el fenomen que constitueix el tema d’aquest text, una problemàtica que intentaré tractar a part una mica més endavant.Un altre factor conjuntural és l’arribada d’immigrants, el creixement ràpid de la immigració sobretot entre el 2003 i el 2006. No obstant, hi ha altres municipis amb percentatges més alts d’immigrants que Badalona, i això no va portar al poder el populisme d’extrema dreta. Més especialment, el nombre de ciutadans romanesos d’ètnia gitana, la presència dels quals va desencadenar la fúria racista a Badalona, és molt petit: uns centenars, segons estimacions, en una població de 220.000 habitants. D’altra banda, els immigrants en general, i els romanesos especialment, estan concentrats en zones concretes, cosa que influeix en la percepció que, tant per part dels mitjans de comunicació com dels polítics interessats, va irradiant-se des d’aquestes zones a la resta de la ciutat.Així mateix, un factor aprofitable pel populisme d’extrema dreta és la inseguretat ciutadana causada per la percepció de la criminalitat. A Badalona els índexs de criminalitat són baixos, mentre que la percepció és una altra. Però en altres ciutats, com per exemple a l’Hospitalet de Llobregat, la percepció de la criminalitat perpetrada per immigrants és encara més alta, si ens atenim al que transmeten els mitjans de comunicació, i resulta que no s’han manifestat ni de bon tros les mateixes conseqüències polítiques que a Badalona. Em sembla interessant l’explicació que ha donat a aquesta diferència Joaquim Ortilles, treballador dels serveis socials de l’Ajuntament de Badalona: “Aquí ha funcionat [el discurs xenòfob] precisament perquè no hi ha gaire conflictivitat [en termes d’amenaça directa a la seguretat dels ciutadans], però sí que hi ha la por que es produeixi. És la por a la pèrdua de seguretat que un té, la por al desconegut. En canvi, en municipis on hi ha realment una conflictivitat d’aquest tipus, la gent s’hi ha acostumat i ha aconseguit enginyar-se-les per viure amb això”. Hi afegiria que una situació de baixa intensitat com Badalona, és a dir, una situació en què el mal és present i no ho és, correspon en certa manera al missatge ambigu d’Albiol sobre la qüestió durant el seu mandat, com he descrit més amunt, i és una cosa que ha afavorit la seva política.Finalment, esmentaria com a factor conjuntural la crisi econòmica, que ha afectat sobretot les classes populars, que componen la majoria aclaparadora de la població dels barris amb més immigrants. És veritat que una crisi econòmica sol exacerbar l’odi a l’immigrant i el converteix en boc expiatori. No obstant, per molt durament que Espanya estigui sent castigada per aquesta crisi, resulta que en el conjunt de l’Estat no hi ha hagut un augment substancial d’hostilitat cap als immigrants. ¿Badalona és diferent en aquest aspecte? Falten dades per comprovar-ho. Però, encara que ho fos, això simplement portaria a una altra pregunta.Entre els factors estructurals, primer cal destacar el paisatge físic de la ciutat, la seva configuració urbanística. Des del punt de vista urbanístic, més que a una ciutat s’assembla a un poble inflat, que ha anat ampliant-se al llarg dels decennis afegint-hi barri rere barri, i amb barriades desconnectades del centre i l’una de l’altra.Això ens porta a una cosa que es pot considerar un segon factor estructural, tot i que està relacionat tan estretament amb el primer que és difícil distingir-los: la fracturació sociològica de la ciutat. Tenim, d’una banda, un petit nucli urbà, on estan concentrades les elits polítiques i culturals locals, i, de l’altra, una sèrie de barris populars, com Llefià, la Salut, Sant Roc, Artigues, etc. Aquests barris s’han anat ampliant a partir dels anys seixanta amb l’arribada massiva d’immigrants espanyols, majoritàriament andalusos, extremenys i gallecs, és a dir, de les regions més pobres d’Espanya, per buscar una feina modesta. Així es van crear els barris dormitori, o, com els anomena l’activista social Salvador Periago, “barris-contenidors”. De manera que les característiques sociològiques de l’arribada d’aquesta immigració van incidir en la configuració urbanística, com, d’altra banda, aquesta última va incidir en la sociologia d’aquestes parts de la ciutat, i segueix tenint els seus efectes.Les dues definicions que acabo d’esmentar, tant la del “dormitori” com la del “contenidor”, apunten a la falta de convivència urbana, de convivència en la diversitat, que és l’essència de la civitas, i el motiu pel qual l’espai públic urbà té un paper transcendental. Encara que en els últims decennis la situació econòmica dels veïns i la infraestructura dels seus entorns han millorat considerablement, el passat, com a tot arreu, té el seu propi pes, la seva inèrcia. Continuen sent barris descuidats per les autoritats municipals. I són barris estigmatitzats: pel que he pogut constatar en converses amb veïns, hi ha una tendència a evitar dir que hi viuen. Precisament aquí hi van arribar els immigrants d’altres països. I precisament aquí Albiol hi té més suport entre els ciutadans, però no perquè hi faci polítiques socials, sinó perquè assenyala el boc expiatori. Evidentment, un fet agreujant és la competència econòmica, o, per ser més exactes, la percepció d’aquesta competència en el mercat de treball, entre aquesta gent treballadora, pertanyent en una majoria aclaparadora a les classes populars, és a dir, al penúltim esglaó de l’estructura socioeconòmica, i els immigrants estrangers, que van ocupant l’últim esglaó.Un altre factor estructural, summament important, i que correspon a la fragmentació urbanística de la ciutat, és la relació entre les diferents comunitats que la componen. Segons Josep Antoni Caubet, treballador social de l’Ajuntament, això té el seu rerefons històric. Les diferents comunitats han viscut “d’esquena” l’una de l’altra, en una actitud de no reconeixement: catalans cap a xarnegos, paios cap a gitanos, autòctons cap a immigrants estrangers. Parla de “petites ferides”, que semblen acumular-se i estratificar-se gairebé sense adonar-nos-en, però que constitueixen a poc a poc una tradició duradora. Defineix la ciutat com un “microclima sociològic de no reconeixement”. Mentre que ara es crida “Romanesos fora!”, als anys seixanta es cridava “Xarnegos fora!”.Crec que seria una hipòtesi útil i encertada explicar, a partir d’aquí, la situació actual en relació amb els immigrants com un reciclatge de mentalitats i actituds antigues, formades i cristal·litzades al llarg del temps. Per entendre millor aquest fenomen, em referiria a la història de la immigració als Estats Units, al rebuig dels nouvinguts de torn per part dels arrelats, entre ells els immigrants de les onades anteriors (amb la diferència que els primers autòctons, els indis, van ser gairebé totalment exterminats, però això no és rellevant per al context), o, fins a cert punt, en alguns països del nord d’Europa històricament receptors d’immigració. Un patró semblant es reprodueix a Badalona, tot i que en miniatura.És la confluència de tots aquests factors la que ha contribuït a la situació específica de Badalona. Mentrestant, entre ells no es pot traçar una jerarquia en termes de causa-efecte, i ni de bon tros es poden reduir a una causa última. I als factors cal sumar-hi els actors, dels quals he parlat en els apartats precedents i dels quals parlaré a continuació.RESPONSABILITATS POLÍTIQUESLa distinció entre “factors” i “actors” té a veure, sobretot, amb un canvi de perspectiva: mirar els fets des del punt de vista de les responsabilitats. En aquesta perspectiva, cal ressaltar els principals actors, que són la societat civil i la classe política, mentre que els mitjans de comunicació mereixerien un estudi a part.Hi ha una sèrie d’ONGs molt compromeses i que fan una feina important, com ara l’Ateneu de Sant Roc i La Rotllana, però tant els activistes com els treballadors socials coincideixen que la societat civil és molt feble als barris. Salvador Periago, activista de La Rotllana, que opera a Llefià i la Salut, afegeix: “No sempre hi ha un diàleg entre els dirigents polítics i la societat civil, com tampoc amb els quadres tècnics de primera línia”.Òbviament, la responsabilitat principal és de la classe política, perquè té molts més instruments efectius que els actors socials. I no només Albiol i el Partit Popular són responsables de la situació actual, sinó també les forces polítiques de les diverses coalicions anteriors.Primer, aquestes forces continuaven amb una vella agenda política enfront d’una realitat multicultural completament nova. Els programes i les mesures respectives eren sens dubte insuficients: les autoritats municipals van tractar aquesta nova presència com un fenomen marginal, a imatge de la marginalitat dels mateixos immigrants. O sigui, miraven cap a una altra banda i al mateix temps es limitaven al discurs del políticament correcte, expressió d’una apatia política de l’esquerra a nivell europeu en els últims decennis. Davant d’aquest discurs benpensant, Albiol tenia l’avantatge de la transgressió discursiva de qui trenca tabús, cosa que implica, en aquesta configuració, la promesa d’un canvi radical i creïble alhora.De tota manera, els governs de la ciutat abans del 2011 no van anar al fons del problema que comportava l’arribada dels gitanos romanesos, van negar la complexitat d’aquest problema des del punt de vista econòmic i cultural. Així que es van allunyar de la ciutadania, deixant l’espai a Albiol, en lloc de construir, amb valentia i convicció, una alternativa tan radical com la seva. És possible, d’altra banda, que aquesta passivitat procedeixi també d’una sensació d’impotència de cara a les dificultats, dels problemes nous, i fins i tot de prejudicis compartits amb Albiol sobre la no-integrabilitat dels gitanos romanesos, alhora que una problemàtica semblant contenia la presència dels gitanos espanyols uns trenta anys enrere. De manera que no és cap utopia pensar que la integració dels rrom també pot progressar, sobretot en una societat més avançada i moderna que abans.Un altre aspecte que ha allunyat de la ciutadania les altres forces polítiques de Badalona és que no han trepitjat el carrer, no han mantingut contacte amb els barris, cosa que alimentava l’opinió que ho veien tot des dels despatxos i es desinteressaven de la gent, especialment dels barris més modestos econòmicament i amb més estrangers, on s’ha difós molt la percepció sobre la classe política de la ciutat com un gremi tancat i remot. Albiol, en canvi, sí que trepitjava el carrer i, a la seva manera, parlava dels problemes de la immigració. És un fenomen que ja ha sorgit en diversos països més al nord: la llunyania d’una classe política anquilosada, tancada en ella mateixa i coent-se a foc lent a la cassola del que és políticament correcte, ha deixat l’àgora al populisme d’extrema dreta. En aquest sentit, Badalona representa una miniatura del que s’ha produït a Europa.Un fet positiu és que entre els polítics de Badalona està molt present que tots els partits tenen responsabilitat. Però ja ho estava des del 2011, quan Albiol es va convertir en alcalde, i l’oposició en els quatre anys següents va ser anèmica. Ara hi ha una renovació de la classe política i un nou govern municipal que s’ha compromès a estar a prop de la ciutadania i donar prioritat a les polítiques socials. Mentrestant, la tasca que ha de fer en termes d’integració dels immigrants com a procés bilateral és complexa i de llarg recorregut, perquè la xenofòbia, un cop acampada, és difícil d’eradicar. I el gadget discursiu del racisme, per dirigir-se a instints primordials, és més senzill i d’efecte més ràpid que la pedagogia antiracista.Bashkim Shehu, Badalona, una política de racisme, Ara 08/05/2016Bashkim Shehu és un escriptor albanès, fill de Mehmet Shehu, primer ministre d’Enver Hoxha. Quan Hoxha va caure, tota la família Shehu va ser empresonada, el 1982, en represàlia. Bashkim Shehu va aconseguir la llibertat el 1991 i a partir d’aquest moment es dedica del tot a la literatura. Entre les seves obres sobresurten les novel·les Angelus Novus ; Mozart, con retraso, i Glosario para orientarse en el misterio de los archivos secretos. La seva narrativa s’ha traduït a nombroses llengües. Des del 1997 viu a Barcelona i, a més de ser traductor i escriptor, col·labora en diverses activitats del CCCB. Aquest article s’ha publicat originalment a la revista La Maleta de Portbou en el seu número 17, corresponent al maig-juny.