Sin embargo, no fue esta la conclusión que adoptó. Aristóteles mostró su inclinación preferente, desde una óptica realista, por el régimen denominado sin más politeia. El conocido como demokratía quedaría situado tan sólo como el menos malo de los desviados. Así, de hecho ha quedado acuñada canónicamente su posición: abandonado el plano ideal, solo nos queda la politeia, siendo además la democracia su perversión.
Jorge Álvarez Yagüez, Aristóteles: perì demokratías. La cuestión de la democracia, Isegoria nº 41, julio-diciembre 2009, págs. 69-101
(1) Aristóteles traza como rasgos distintivos de la democracia los siguientes: su principio sería el de libertad e igualdad; de hecho el concepto democrático de justicia atendería siempre a una igualdad según el número (katá arithmòn), no según méritos (kat’axían), igualdad estricta, lo que exige que nadie tenga más poder político que otro, igual ricos que pobres, aunque esto lleve a un poder colectivo superior de los segundos, pues suelen ser mayores en número. Pues que haya gobierno es una necesidad y, como la libertad radical significaría no estar sujeto a obediencia de ninguno, la solución será el gobernar y ser gobernado por turnos (tò en mérei árkhesthai kai árkhein). En cuanto a sus instituciones, la Asamblea (ekklesía) tenía la máxima soberanía, y en segundo lugar el Consejo (Boulé). Todos los ciudadanos podrían ser seleccionados para todos los cargos o magistraturas, siendo el sorteo (kleros) un procedimiento preferente cuando no se trataba de responsabilidades que exigieran experiencia o habilidades especiales, en cualquier caso nunca en función de la propiedad; tendrían destacadamente esa universalidad los tribunales de justicia; y también sería una condición característicamente democrática la corta duración, en la medida de lo posible, del desempeño de las magistraturas, siendo así que ninguna podría ser vitalicia (aídion). Los cargos debieran ser pagados (misthop-horein) para que todos pudieran detentarlos. Y a todo esto añade: «puesto que la oligarquía se define por el linaje (génei), la riqueza (ploúto) y la educación (paideía), las notas de la democracia parecen ser las contrarias a éstas: falta de nobleza (agéneia), pobreza (penía) y trabajo manual (banausía)» (1317a, 40-1318a, 10).