Isaiah Berlin |
Según Isaiah Berlin, en la vida nos enfrentamos a constelaciones de valores contrapuestos. Ante esa situación, lo que nos queda es elegir. Así describe su posición: “Si, tal como yo creo, muchos son los objetivos de los hombres, y no todos ellos son en principio compatibles entre sí, entonces la posibilidad del conflicto, y de la tragedia, nunca podrá eliminarse del todo de la vida humana, ya sea la del individuo o la social”. Esta es la síntesis de su concepción del pluralismo de los valores. Dos son las inevitables consecuencias de esa incompatibilidad de los valores: una trágica elección que siempre conlleva un sacrificio y la ausencia de una vida perfecta, en el sentido de una autorrealización total del ser humano.
En consecuencia, no solo la idea de una comunidad de ideas es incoherente y utópica, sino que ningún compromiso entre valores puede acercarnos a una resolución de los conflictos históricos. En ese sentido, su pluralismo de los valores penetra en todas nuestras culturas y subculturas, pero aunque “podemos debatir los puntos de vista ajenos e intentar buscar puntos de coincidencia, puede que al final lo que tú busques no sea conciliable con los fines a los que yo creo que he dedicado mi vida”. Para Berlin no hay una visión común de lo que es una buena vida. “La solución debe radicar en algún compromiso lógicamente desordenado, flexible e incluso ambiguo. Toda situación exige una política propia y específica, ya que ‘del fuste torcido de la humanidad’, como dijo Kant, ‘nada recto ha podido extraerse”.
(...) Berlin utiliza la metáfora luterana del “fuste torcido” para expresar su idea de la no reconciliación de las contradicciones en la historia humana. Pero aunque Berlin veía con gran pesimismo la posibilidad de erradicar los conflictos que suscitan los valores en las sociedades humanas, no dejaba por ello de esperar con optimismo la posible materialización de lo que denominaba una “sociedad decente”. Así, su pluralismo iba unido a la idea de que existe un umbral de decencia humana, no inmutable a lo largo del tiempo.
Para Berlin, la historia humana está libre de cualquier teleología que busque significados y, la acción humana, carente de objetivos previos a los que dirigirse. La ausencia de leyes y valores superiores que podamos invocar para justificar nuestras opciones políticas e históricas da lugar a una perspectiva mucho más fragmentada del pluralismo, que se conjuga con una permanente sospecha de la tendencia humana a la violencia. (...) para Berlin, una de las formas de distinguir entre pluralismo y relativismo radica en admitir la existencia de un núcleo de valores compartidos o universales que nos permita llegar a un acuerdo sobre, por lo menos, algunas cuestiones morales.
Ramin Jahanbegloo, Dos concepciones del pluralismo, El País 02/05/2014 [elpais.com]