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Las raíces de la inseguridad que usted señala son muy profundas, están arraigadas en nuestro modo de vida, caracterizado por el debilitamiento de los vínculos interhumanos, por el abatimiento y desmoronamiento de las comunidades, y por la tendencia a reformular nuestros problemas sociales comunes en términos de preocupaciones individuales, que transfieren la labor de combatirlos a los que sufren para que se les arreglen como puedan. Nuestra incertidumbre y el sentimiento de inseguridad resultante son existenciales: nacen y renacen a diario como consecuencia de reemplazar la solidaridad humana con la sospecha mutua y la competencia feroz. El miedo que engendran es difuso y permea todas nuestras actividades diarias, sin fundamento y busca en vano un objetivo en que fijarse, un objetivo visible, palpable y que esté a nuestro alcance, para que podamos intentar controlarlo. Pero en nuestro mundo globalizado, sin duda de forma selectiva, formado por unos poderes independientes del control político y políticas incapaces de controlarlos, la brecha que separa la grandiosidad de los quehaceres y la mediocridad de las herramientas utilizadas para controlarlos y usarlos se está haciendo cada vez más grande. El “hábitat natural” de la inseguridad existencial, el espacio sujeto a los caprichos de los poderes económicos sin regulación, sin correa y sin control político, continúa por tanto ensanchándose también, y de igual manera aumenta el ansia de reducir la insoportable complejidad de cualquier objeción a medidas simples, instantáneas o atajos, y de apoyar a líderes impetuosos que apliquen estas medidas tan irresponsables y engañosas como escandalosas y rimbombantes son sus promesas, a cambio de la obediencia incondicional de sus seguidores…
En general, hoy en día estamos siendo testigos en toda Europa de una tendencia a reclasificar asuntos socio-políticos urgentes como si fueran problemas de los cuerpos de seguridad y de la policía. Esto no deja en muy buen lugar al espíritu que inspiró la creación y la expansión de la Unión Europea. En fin de cuentas, una de las características primordiales de ese espíritu, quizá la más importante, fue una visión de Europa que hiciera de las necesidades militares o policiales un elemento gradual y progresivamente innecesario. (
Zygmunt Bauman)
[ctxt.es]