El cotejo de La Boétie con Maquiavelo se impone. Uno y otro, los únicos en su siglo (XVI) en tratar propiamente de lo político, y cuán elocuentes en su aislamiento, sacan las consecuencias radicales del surgimiento de una figura inédita de la dominación y hablan a la vez con miras al porvenir. En una y otra obra, se realiza el desprendimiento del pensamiento con relación a un mítico fundamento del pensamiento situado fuera de la sociedad. Una vez más se da la proximidad, en su deliberada singularidad –se han buscado en vano parentescos a la obra de Maquiavelo, no se encontrarán muchos más a la de La Boétie, por más que se busque–. El primer paso de la reflexión en el Discurso, ¿acaso no es para alejar la problemática comúnmente recibida en materia de reflexión política? “... no quiero por el momento debatir tan trillada cuestión... (que) provocaría de por sí todas las discusiones políticas”.
La proximidad no debe ocultar que La Boétie y Maquiavelo no hablan desde el mismo lugar. En un profundo sentido, piensan desde lugares opuestos: Maquiavelo se mantiene cerca del Príncipe, asume el punto de vista del que tiene el poder; La Boétie se reúne con los que su posición en la sociedad, o su decisión, abocan a enfrentarse al poder, los que sirven y tienen que liberarse de la servidumbre, los que tienen que abolir una servidumbre que mantiene a los opresores aún más atados a sus cadenas. Así, no hay palabra más negativa que la del Discurso, que parte de un rechazo y que se detiene en un silencio, última figura del rechazo. ¿No se trata acaso de descubrir en La Boétie al gran antagonismo a la medida de Maquiavelo?
Son un signo de esta diferencia en la proximidad la ejemplar disimetría, a la vez que el sorprendente paralelismo, del destino póstumo de las dos obras. En una, la plena luz de una glosa permanente, en la otra, la precariedad subterránea de la divulgación militante. Estrepitosa incomprensión, por un lado, que se reúne con la discreta ceguera, por el otro, de revolucionarios persuadidos con demasiada premura de no haber encontrado en La Boétie más que un arma.
La Boétie, Maquiavelo: figuras primeras, ejemplares, las dos figuras de nuestra modernidad política, figuras que se iluminan una a la luz de la otra. Por una parte, la lúcida razón de Estado que encuentra su lenguaje, por la otra, llevado a expresar el indecible saber que mueve las sublevaciones.
Confrontados a la emergencia de la cuestión de la que viven nuestras sociedades, la libertad de los hombres, permanecen uno y otro hasta el final sin ilusión, para darse la espalda mutuamente de manera ejemplar: Maquiavelo queriendo pensar el poder con la libertad, La Boétie deteniéndose para siempre en el “gran rechazo” que obliga a pensar la libertad contra el poder.
Miguel Abensour y Marcel Gauchet, Las lecciones de la servidumbre y su destino, prólogo al Discurso de la servidumbre voluntaria, La Plata. Terramar, Buenos Aires 2008p.p1 {margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; text-align: justify; text-indent: 14.2px; font: 10.0px 'Times New Roman'} p.p2 {margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; line-height: 12.4px; font: 12.0px 'Times New Roman'; min-height: 15.0px} p.p1 {margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; text-align: justify; text-indent: 14.2px; font: 10.0px 'Times New Roman'} p.p2 {margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; line-height: 0.1px; font: 12.0px 'Times New Roman'; min-height: 15.0px} p.p3 {margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; text-align: justify; font: 10.0px 'Times New Roman'} span.s1 {font: 11.5px 'Times New Roman'}