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El Roto |
Nada parece más obvio que el hecho de que, en tanto individual-mente los humanos son animales, las sociedades no lo son. La primera proposición es notoria pero, como muchas otras proposiciones evidentes por sí mismas, sólo parcialmente cierta. En realidad, el ser humano recién nacido es efectivamente un animal, pero llega al mundo en una sociedad que facilitará u obstaculizará la realización de sus potencialidades genéticas. En otras palabras, las personas son artefactos. Como todos ellos, se nos modela a partir de entidades naturales; empero, a diferencia de otros artefactos, estamos en gran medida auto-construidos y a veces incluso auto-diseñados. Así, nos capacitamos y tal vez capacitemos a otros como agricultores, historiadores o lo que ustedes quieran. A medida que lo hacemos, esculpimos nuestro propio cerebro. El aprendiz exitoso se ha convertido en lo que se proponía ser. Es el producto no sólo de sus genes sino también de su sociedad y sus propias decisiones y acciones.
Mario Bunge,
La naturaleza humana es del todo antinatural, La Nota sociológica 08/04/2017
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