Casi todo lo que hacemos lo hacemos porque envejecemos y porque vamos a morir.
En el fondo, todos tenemos un listado de “Cosas que hacer antes de morir”. Cada uno a su manera. Nadie lo tiene escrito en un papel. Pocos lo elaboran de manera tan concienzuda. La mayoría no piensa en ello en su día a día, y esto puede ser, básicamente, por dos razones: una mala y una buena.
La mala es invertir el tiempo de la vida (ese que no nos importaría dilapidar si fuéramos inmortales o en un estado en que no existiera la muerte, pero que a nosotros se nos va y no vuelve más) en necesidades falsas, como tener siempre el último modelo de auto o de teléfono.
La razón buena consiste en estar ocupado en las pequeñas tareas que conducen a las cosas que uno quiere hacer antes de morir. Preparar a un hijo una comida saludable es ayudarlo a que sea una persona feliz. Tomar una copa de vino contemplando un atardecer sin preocupaciones contribuye a la propia felicidad (y, por añadidura, a la de los seres queridos). Escribir una página, pintar un cuadro o componer una canción del mejor modo en que uno es capaz equivale a poner un ladrillo más en el edificio de su obra. Sea lo que fuere su obra, pero que en cualquier caso es el modo en que los humanos creemos trascender a la muerte y encontramos un sentido para nuestras existencias.
Cristian Vázquez, Casi todo lo que hacemos lo hacemos porque nos vamos a morir, Letras Libres 18/0572017 [www.letraslibres.com]