by Tango |
A veces, quienes defendemos la cultura, el conocimiento, el esfuerzo y la exigencia, hemos dejado que determinados gurús y supuestos expertos se apropien de conceptos tan importantes como son la emoción o la belleza, que son inherentes al conocimiento. Y les hemos permitido que vinculen el saber con el sufrimiento, la frialdad o el aburrimiento, cuando no hay nada más apasionante que aprender. La emoción no puede desligarse del conocimiento. Y a través del conocimiento y de la emoción que provoca, puede uno apreciar lo que es bello. Es difícil disfrutar con profundidad de algo hermoso sin tener un cierto conocimiento. Por eso discuto ese empeño por hacer alumnos e hijos «felices». ¿Quién no quiere que sus hijos lo sean? Pero un instituto no es un centro terapéutico, ni de ocio, ni de auto-ayuda. Es el lugar en el que se transmite conocimiento y cultura. ¡Y el conocimiento y la cultura no te hacen desgraciado! No debemos admitir que la escuela se convierta en otra cosa. No podemos ceder ante la vorágine anti-intelectual y fomentadora de la mediocridad imperante. Tenemos que seguir defendiendo aquello en lo que creemos, aunque las convicciones te procuren enemigos.
Lo sorprendente es que estas figuras de la «educación-espectáculo», pocas veces son docentes. Sin embargo, elaboran teorías peregrinas para que otros las apliquemos en clase. Mire: enseñe usted, y de su práctica docente extraiga buenas lecciones. Entonces podrá compartirlas y tendremos en cuenta sus consejos porque siempre es bueno escuchar a colegas y contrastar experiencias.
Carlota Fominaya, entrevista a Alberto Royo: "Muchas de las nuevas teorías pedagógicas tienen efecto placebo; so pura homeopatía pedagógica", ABC 19/06/2017 [www.abc.es]