Los primeros defensores de la objetividad son los científicos. Creen en ella por defecto, y tiene su lógica, porque si no creyesen en ella para qué tomarse tantas molestias.
Pero otra gente desconfía.
Los más escépticos son los periodistas. Muchos no creen en la objetividad y proponen la honestidad como alternativa. Tengo entendido que así se enseña en las facultades. Me imagino un profesor escribiendo fuerte en la pizarra: «La objetividad no existe», y a un alumno respondiéndole que eso será bajo su punto de vista.
La objetividad puede definirse de
distintas maneras, pero yo me estoy refiriendo a la menos filosófica y más mundana: la objetividad como ausencia de sesgos personales al opinar, razonar, e informar. En eso piensan quienes la niegan, me parece. Dicen que no existe queriendo decir, quizás, que es imposible ser objetivo del todo. Y eso lo acepto —nadie puede desprenderse por entero de sus sesgos—, pero entonces podrían decir solo eso.
Porque la objetividad claro que existe. Existe como existe el coraje, la libertad o la justicia: como un ideal. No es posible ser perfectamente iguales, ni del todo libres, pero a nadie se le ocurre decir que la igualdad o la libertad son invenciones.
Kiko Llaneras,
Sobre la objetividad: existe, importa y está al alcance de los niños, jot down 18/01/2016
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