En la primera mitad del siglo pasado, el filósofo
Bertrand Russell defendió con particular empeño la tesis de que una proposición es verdadera sólo si se corresponde con los hechos. Lo hizo contra los pragmatistas y los neopositivistas, que sostenían que las afirmaciones no se validan por los hechos sino por su coherencia con el marco interpretativo. A
Russell le escandalizaba esta posición porque, según ella, una proposición falsa podría declararse verdadera si se construía un marco fantástico o ilusorio para interpretarla que fuera mayoritariamente aceptado. La historia cultural posterior ha dado la razón a los adversarios de Russell, y a él le ha convertido en un cascarrabias retrógrado, hasta el punto de que hoy día los gabinetes de prensa elaboran “hechos alternativos” para convertir en verdadera cualquier proposición, por muy fantasmagórica que sea. No siempre consiguen crear “una verdad alternativa”, pero logran sembrar la duda pública acerca de cuál es la realidad y cuál la ficción.
José Luis Pardo,
La ilusión soberanista, El País 23/09/2017
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