Tal vez haya oído alguna vez aquello de lo fácil que es ver las cosas a "toro pasado", sobre todo referido negativamente a quien dice
post facto que ya sabía que lo que ha sucedido iba a suceder. (...)
Aunque no cabe duda de que algunas personas exageran así lo enteradas que siempre están de las cosas para parecer más inteligentes y mejor informadas (sesgo egotista) existe en realidad un sesgo retrospectivo en la memoria porque recordamos sinceramente hechos pasados como si fueran predecibles ya desde un principio, aun cuando jamás tuvimos la más mínima oportunidad realista de pararlos en su momento. (...) En cambio altera los recuerdos para que potencien nuestro ego, lo que nos hace sentir como si estuviéramos mejor informados (y hubiéramos tenido la situación bajo un mayor control) desde el principio. (83)
¿Acaso no nos sería mucho más útil tener un recuerdo preciso de los hechos que manejar una distorsión interesada desde el punto de vista de nuestra autoestima? (84)
Pero ¿Por qué siquiera tendría que hacer algo así? Pues, en primer lugar, porque los seres humanos necesitamos tomar muchas decisiones y tener cierto grado de confianza a la hora de tomarlas facilita mucho esa tarea. El cerebro construye un modelo de cómo funciona el mundo para manejarnos por él y necesita estar seguro de que es un modelo correcto (...) Si usted tuviera que sopesar toda posible consecuencia de cada elección que tomara, consumiría una cantidad excesivamente elevada de tiempo. Eso es algo que puede evitar si confía suficientemente en sí mismo y en sus facultades para elegir con acierto. (85)
En segundo lugar, todos nuestros recuerdos se forman desde un punto de vista personal, subjetivo, la única perspectiva o interpretación de que disponemos cuando no formamos juicios es la nuestra propia. eso puede inducirnos a que nuestras memorias den prioridad a aquellas ocasiones en las que nuestro criterio fue el "acertado" que aquellos otros en que no lo fue, hasta el punto de que nuestra capacidad de juicio se vea protegida y reforzada en nuestra memoria aun cuando no haya sido siempre estrictamente correcta. (85)
Añadido a lo anterior, hay que tener en cuenta que la sensación de autoestima y de haber logrado cosas importantes es una parte integral del funcionamiento normal de los seres humanos. Cuando las personas pierden la autoestima -por ejemplo, cuando sufren una depresión clínica-, pueden padecer un verdadero debilitamiento general. pero incluso cuando funciona con normalidad, el cerebro es proclive a preocuparse y a hacer demasiado hincapié en los resultados negativos. (...) para funcionar con normalidad, es importante contar con cierto grado de confianza en uno mismo y de ego, aunque sean inducidos artificialmente por medio de recuerdos manipulados. (85-86)
Dean Burnett,
El cerebro idiota, Planeta, Barna 2016