Borges describe muy bien el inimaginable tedio de la inmortalidad. Esta ha sido, por otra parte, la acusación más repetida contra la idea misma de inmortalidad, aunque la réplica que se ha dado no es menos atendible: más tedioso es estar muerto. No estoy muy seguro de que nos enseñe mucho caracterizar al ser humano como un ser-para-la-muerte, pero sí parece que sin la consciencia de la muerte, nuestras acciones, nuestro proyecto de vida, nuestras relaciones con los demás, nuestro apego por ciertos lugares o ciertas cosas, se verían seriamente trastornados. Como dice
Borges en “El inmortal”: “Todo, entre los mortales, tiene el valor de lo irrecuperable y de lo azaroso”. Sin la consciencia de la muerte nada podría ser visto como único, como especial. Todo acontecería bajo la perspectiva de una posible repetición.
Roberto Valencia, entrevista con
Antonio Diéguez:
"La inmortalidad implicaría la desaparición del yo, y solo un yo puede tener experiencias", ctxt.es 07/01/2018