La cultura, nos dice
Eagleton, y aquí aparece por fin
Marx, e incluso
Morris, no es en absoluto ajena a las condiciones materiales del hombre. Y no es que dependa de ellas, algo que no necesita demostración sino que estas, la condiciones materiales, dependen de aquella, la cultura. Por eso el enunciado cultura de masas, que siglos atrás hubiera sido un contrasentido, una contradicción en los términos, en el nuestro no lo es. Es algo peor, desgraciadamente, y para hacerlo posible y para hacerlo posible ha habido que vaciar ambos términos (cultura y masas) de su significado originario. En último término por masas entendemos hoy a la comunidad de consumidores y por otra al espectáculo de la misma.
Manuel Arranz,
¿A quién importa la cultura?, Claves de Razón Práctica nº 256 Enero/Febrero 2018