La integración de devotos musulmanes resulta especialmente difícil en una Francia laica que, tras una lucha de un siglo, llegó a la separación casi completa de religión y Estado en 1905. La
laïcité fue concebida para liberar al individuo, pero muchos musulmanes la ven ahora como un instrumento de persecución. Social y legalmente, la mayoría de los ciudadanos franceses consideran la religión como un asunto privado, pero el islam es más que una religión. Por utilizar una expresión formulada por el sociólogo y antropólogo
Marcel Mauss, se trata con frecuencia de una «realidad social total»
37. La espectacular y masiva irrupción del islam en el espacio público ‒en ocasiones con violencia‒ ha obligado a tomar decisiones difíciles. Como admite el polígrafo P
hilippe d’Iribarne, la ley de 2010 que prohibió los burkas buscaba bloquear el dominio islamista del espacio público y constituye formalmente una violación de los derechos individuales
38. Sin embargo, defiende que la prohibición está concebida para obstruir la creciente coerción islamista. En otras palabras, Francia está sumida en una lucha entre dos colectividades: el Estado laico y el modo de vida islamista. «El islam es mucho más que una religión en este sentido estricto; se trata más bien de un movimiento a la vez religioso, social, político, algo que no nos permiten aprehender nuestras categorías. Por defecto lo calificamos de una “religión”, lo que no nos permite reaccionar de manera adecuada en relación con él, en concreto reaccionando ante su proyecto de conquista social y política, en el que la coerción de los cuerpos desempeña un papel muy importante»
39. El islam político ha ejercido un especial atractivo para «grupos desestabilizados por las experiencias coloniales y migratorias, por la precariedad y la pobreza, por la inferioridad cultural y simbólica»
40.
Michael Seidman,
Críticos franceses del islamismo, Revista de libros 31/01/2018
[https:]] 37. Citado por Barbara Lefebvre, «L’islam est un espoir pour l’humanité... si on instaure le califat», en Georges Bensoussan, op. cit., p. 511. ↩
38. Philippe d’Iribarne, «L’islam politique en France: la technique du “salami”», en Georges Bensoussan, op. cit., p. 561. ↩
39. «Islam est bien plus qu’une religion dans ce sens strict, mais un mouvement à la fois religieux, social, politique, ce que nos catégories ne permettent pas d’appréhender. Par défaut on le qualifie de ‘religion’, ce qui ne permet pas de réagir de façon appropriée à son égard, en particulier en réagissant à son projet de conquête sociale et politique dans lequel la contrainte des corps occupe une grande place»; ibídem, p. 562. ↩
40. «groupes déstabilisés par les expériences coloniales et migratoires, par la précarité et la pauvreté, par l’infériorisation culturelle et symbolique»; Gilles Kepel, op. cit., p. 262. ↩