Un intelectual revolucionario no puede ser igual que uno convencional sólo que habla de revolución. La teoría no puede ir sola, con piloto automático, salir simplemente de cerebros y libros. El intelectual no puede pasarse el día hablando de sujetos -las clases populares, etc.- que ni se enteran de ello. La teoría debe ir al encuentro de la experiencia, escucharla y ayudar a conceptualizarla y comunicarla. El intelectual debe medirse inmediatamente con aquellos sujetos de los que está hablando.La teoría revolucionaria no presupone lo real, codificándolo a partir de tal o cual esquema conceptual a priori. No habla
de los demás ni
por los demás, sino que sabe
escuchar. Es por tanto un
diálogo y un
hacer: una co-producción entre la experiencia y el pensamiento. Y requiere ella misma de un
desplazamiento: salir de tu lugar, abandonar los estereotipos (de lo intelectual o de lo popular) e ir al encuentro. Ese es el legado más fuerte de Socialismo o Barbarie y nos tocaría hoy a nosotros traducirlo al presente.
Amador Fernández-Savater,
Política de clase como política de encuentro, Interferencias. el diario. es 09/0272018
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