Notamos la fuerza de una revolución por la fuerzas de reacción que pone en marcha. La revolución de mayo del 68 produjo la reacción neoliberal. Margaret Thatcher lo había dejado bien claro: hay que usar la economía para cambiar la sociedad, para cambiar a las personas. Y la usaron con fuerza. "La economía es un arma, la política es saber cómo usarla", afirma el político de
El Padrino III, de la Logia P2, un ejemplo de aquellos tiempos. Fue, sí, una revolución derrotada, aunque la derrota llevó una larga década en conseguirse, pero no fue una revolución fracasada. Fue, simplemente, no más, ni menos, una revolución simbólica que emergió en las calles de algunas ciudades como signo de las grandes corrientes que circulaban por debajo.
Fernando Broncano,
Revoluciones simbólicas, El laberinto de la identidad 04/03/2018
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