“La información de sucesos está ahí siempre y hemos llegado a tener hasta periódicos especializados en ella. Y estamos en la media de los países latinos de Europa. Ahora con este tema no es que se haya multiplicado la cantidad de información, lo que ocurre es que como estos casos son típicamente humanos y nos pueden pasar a todos, hay una mayor atención por parte de la audiencia”, explica, por su parte, Montse Quesada, catedrática de Periodismo Especializado en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, y graduada en Criminología.
Los datos, además, son tozudos: España es el tercer país con menos tasa de asesinatos y homicidios de Europa, según el Eurostat, con cifras mejores que las de Francia, Italia y Alemania. El balance del Ministerio del Interior también es muy positivo: en 2016 hubo 292 homicidios y asesinatos consumados, mientras que en el año 2000 habían sido 553 homicidios y asesinatos consumados. Es decir, la tasa ha bajado un 38%. Y, en total, de todas las muertes que se produjeron en España en 2016, solo un 0,07% se debe a un homicidio, la cifra más baja en los últimos diez años. Es más fácil de morir de cualquier otra cosa que por un asesinato. Aunque las cifras sigan siendo terribles, también ha descendido el número de víctimas mortales de violencia de género: han pasado de entre 60 y 70 al año a situarse en la horquilla de entre 40 y 50.
Para la catedrática Quesada, significa que “estamos viendo un sesgo sensacionalista bastante alto. Y llevamos muchas décadas de democracia como para haberlo pulido porque tenemos derecho a encontrar información seria”. El problema es que, como ella afirma, siempre hay consecuencias. Por un lado, la exaltación del miedo; por otro, que se empiece a legislar a golpe de titular. “Los partidos políticos suelen aprovechar mucho los sujetos dramáticos muy mediáticos y se hace una manipulación política del suceso con el fin de sacar réditos políticos. Se produce una reacción para proponer cambios legislativos, que suelen proceder de los partidos más conservadores”, manifiesta López-Fonseca.
El escritor Iván Jablonka ya alertó de ello en su libro Laetitia o el fin de los hombres, sobre el caso de una joven asesinada en Francia y sobre cómo Nicolas Sarkozy intentó endurecer las medidas penales. Nos suena demasiado: ahora ha ocurrido con la petición de la no derogación de la prisión permanente revisable tras el caso de Diana Quer. Habrá que ver en qué acaba y hasta dónde llega la presión política.
Paula Corroto,
Por qué nos fascinan las noticias de sucesos, Letras Libres 26/01/2018
[www.letraslibres.com]