El transhumanismo es la búsqueda del mejoramiento humano (físico, mental, moral, emocional, etc.) mediante procedimientos tecnológicos, en especial a través de las biotecnologías, de la robótica y de la inteligencia artificial. En su versión más radical, la poshumanista, promueve el advenimiento de una nueva especie poshumana lograda por estos medios.
Hay, sin embargo, un poshumanismo tecnocientífico, que toma la tecnología como el elemento central en el proceso de superación y sustitución de lo humano en sentido literal, y un poshumanismo cultural, opuesto al primero en muchos sentidos, que ve en la tecnología más bien un resorte para la crítica de los viejos ideales humanistas que lleve a la disolución de dicotomías conceptuales que han servido para la justificación tradicional de relaciones de poder asimétricas, cuando no abiertamente injustas.
El poshumanismo tecnocientífico centrado en la robótica y la inteligencia artificial busca la integración del ser humano con la máquina, esto es, la creación del cíborg en sentido pleno. Algo que va mucho más allá del uso de prótesis o de la dependencia de las máquinas para la realización de determinadas tareas.El transhumanismo nos insta a renunciar precipitadamente a lo humano, puesto que considera que el modo más efectivo de acabar con el sufrimiento es deshacerse del sustrato biológico que lo causa, en el que no ve más que un lastre que impide toda trascendencia. Plasma así de forma preeminente el sentimiento tardomoderno de que el sujeto humano carece de futuro, y le añade la resolución de que tampoco merece tenerlo. Por eso, lo que presenta como una redención tiene el aspecto de ser más bien una rendición. Todo sentido y todo fin queda puesto en manos de una utopía tecnocientífica que confía en una ilimitada plasticidad humana, y descarta, sin ninguna justificación, la posibilidad de una quebradura irreversible.A la vista de todo ello, la cuestión que me parece decisiva no es si un futuro poshumano es posible, sino si vamos a llegar a él y cómo lo vamos a hacer. Aquí el camino es lo fundamental, o por decirlo con más precisión, lo que hagamos en el camino con el ser humano. Habrá sin duda transformaciones que podamos y debamos llevar a cabo para mejorar nuestra condición, pero habrá que estar muy seguros de que conocemos bien las consecuencias de estas transformaciones y habrá que debatir intensamente sobre los fines a los que dirigirlas y sobre quiénes tendrán acceso a ellas y control sobre ellas. Ahora bien, digámoslo claramente, si el final de nuestra especie está en ese camino, no parece que haga falta darse ninguna prisa por recorrerlo. Por el momento, deberíamos ocuparnos en cómo conservamos un tiempo más unas condiciones dignas para todos.
Antonio Diéguez,
Transhumanismo, Telos. Fundación Telefónica 04/11/2017
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