Stanley Cohen publicó en el 2001
States of Denial. Knowing about Atrocities and Suffering en donde desarrolla el análisis de las actitudes de negación que adoptamos frente a aquello cuyo conocimiento exigiría de nosotros una reacción pero que evitamos aceptar para no tener que aceptar también las responsabilidades que implicaría tal conocimiento. Recuerda en la introducción las respuestas que recibían de las autoridades israelíes ante sus denuncias de torturas a los presos palestinos: "no, esto no ocurre", negaban que sus métodos fuesen torturas, aunque admitían lo "especial" de algunos interrogatorios, o ponían en duda la imparcialidad de las organizaciones denunciantes. Poco a poco, afirma, se fue generando en la opinión pública una especie de naturalización de estas prácticas, considerándolas como parte inevitable del conflicto. Esto es lo que llama estados negacionales. Al comienzo del libro presenta una larga lista de expresiones cotidianas que dan cuenta en el lenguaje popular de nuestras actitudes negacionistas: hacer la vista gorda; hacerse el sueco; volver la cabeza; esconder la cabeza; hacer como el avestruz; dejarlo pasar; no quiero saber más; mirar hacia otra parte; ....
Lo contrario de la aceptación, afirma, es el reconocimiento. Desde
Wittgenstein (y su agudo comentarista
Stanley Cavell) sabemos que el reconocimiento es un acto epistémico que nos permite superar el escepticismo como actitud. En este sentido, las actitudes negacionales se alinean como variedades del escepticismo. Un tipo dañino de escepticismo, que no nace de un calibramiento deliberativo de la justificación para aceptar o no un hecho o algo como verdadero. Por el contrario, la actitud negacional es un efecto de mecanismos cognitivo-emocionales subyacentes que generan resistencias a reconocer los hechos. Las actitudes negacionales están muy próximas a lo que Sartre llamaba "mala fe", un estado en el que los sujetos niegan los que son o hacen. Las causas por las que se generan estas actitudes están por investigar. Tienen que ver con el miedo a tener que tomar decisiones o actuar de un cierto modo una vez que se acepten los hechos. Las dilaciones en la visita al médico, tan habitual en los varones (me reconozco), son un ejemplo cotidiano de actitud negacional.
Más allá de las patologías de la epistemología personal, sin embargo, las actitudes negacionales se convierten en un tema sustancial de la epistemología política cuando se generalizan y anclan como elementos estructurales de nuestra vida social en todos los estratos de su constitución. La ambigüedad consciente del término "estados" en los estados negacionales recoge esta proyección a lo social y político de estas actitudes. Se generan procesos que están entre el saber y no saber. No son negaciones claras y conscientes que pudieran ser denunciadas como puras falsedades e incluso mentiras, sino estados intermedios que bloquean el reconocimiento y escinden la mente entre el conocimiento y la ignorancia. Pero son estados que contaminan sistemáticamente a sociedades enteras. Se necesita la actitud negacional para la omisión de acciones y responsabilidades.
Fernado Broncano,
Estados negacionales, El laberinto de la identidad 25/03/2018
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