Una joven gaditana contaba en Twitter que había cambiado una de las fotos del salón por otra de Carmen Sevilla “para ver cuánto tiempo tardan mis padres en darse cuenta”. El tuit se ha compartido más de 6.500 veces desde que lo publicó el 2 de mayo.
Su madre lo vio horas más tarde, pero solo después de que se lo comentara una vecina.
¿Y por qué se dio cuenta la vecina?Tiene sentido que lo viera la vecina y no sus padres, según Álvarez, debido a la “inhibición de retorno”, un efecto descrito en los años 80 por el psicólogo Michael I. Posner, según el cual no procesamos ni tan rápido ni tan bien los estímulos a los que hemos prestado atención con anterioridad. Es decir, “cuando estamos en un ambiente nuevo, estamos más pendientes de los detalles nuevos”. Esto tiene sentido adaptativo, ya que, en principio, estamos más indefensos cuando no conocemos bien el terreno.En el caso de la foto de Carmen Sevilla, los padres están acostumbrados a su salón (normal), por lo que no prestan tanta atención a lo que hay allí, mientras que la vecina está más alerta porque para ella ese entorno no es tan habitual. Recordemos que esta curiosidad salvaba vidas en el Paleolítico: "Hum... No conozco este sitio... ¿Habrá animales que coman carne humana?".Esta ceguera al cambio explica por qué casi nunca notamos “los errores de continuidad en las películas, es la razón de muchos accidentes de tráfico y podría ayudar a explicar lo poco fiables que son los testigos presenciales”, según recoge este artículo del neurocientífico Chris Chambers,
publicado en The Guardian.Álvarez añade que el funcionamiento de nuestro cerebro es el adecuado para su objetivo, "la superviviencia y la adaptación”. Pero estos mecanismos tienen un coste que hacen que debamos estar más alerta en algunas situaciones, para evitar ser víctimas de nuestros sesgos. No solo nuestra atención puede fallarnos; también la memoria, como cuando somos víctimas de
recuerdos falsos, y la percepción, como demuestran
las ilusiones ópticas.
Como explica
Kahneman, estos sesgos evidencian no solo que que podemos mostrarnos ciegos a lo obvio, sino también que nos mostramos ciegos a nuestra propia ceguera. Ni siquiera somos conscientes de lo mucho que dejamos de ver.
Jaime Rubio Hancock,
Lo que la broma de esta gaditana nos enseña sobre nuestros sesgos, Verne. El país 11/05/2017
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