La libertad de expresión de que tanto se enorgullece el liberalismo occidental es para
Marcuse (
Crítica de la tolerancia pura) en última instancia un instrumento más de control de las clases dominantes. Imaginemos una gran sala llena de personas en laque todas expresan sus ideas libre y ruidosamente en voz alta. Es tal el ruido y el alboroto causado que nadie puede escuchar lo que dicen los demás. Tan solo se escucha a los pocos que poseen potentes altavoces, es decir, a los poderosos política o económicamente. A ellos, esa libertad de expresión de todos les sirve de justificación para la utilización de sus medios de control.
Juan A. Herrero Brasas,
Henry D. Thoreau: De la objeción al anarquismo, Claves de Razón Práctica nº 258, mayo/junio 2018