La educación en valores consiste, en fin, en comprender la relevancia de los mismos (todo lo que hacemos lo hacemos por valores), en traerlos a la conciencia y al diálogo para someterlos a análisis crítico, y en enseñar a las personas a optar libremente, desde su propia convicción, entre unos y otros.
Todo esto, por cierto, ya se hace en la escuela, aunque mal y de forma insuficiente. Se trata de la educación ética, una formación que solo reciben, durante una hora semanal, aquellos alumnos que no reciben formación religiosa (que no es educación, sino adoctrinamiento en valores, que es muy distinto), y que es impartida, muy a menudo, por profesores no especialistas.
No hay más forma, pues, de vencer que la de convencer. Mientras demagogos y dogmáticos se empeñen en atajar con leyes, censura o filípicas lo que solo se puede recorrer con razones, libertad y diálogo, no hay nada que hacer. Y en tanto la Ética no sea una materia educativa tan importante o más que las Matemáticas o la Lengua, no habrá ninguna herramienta eficaz que asegure que vayamos a ser sustancialmente distintos de lo que ya somos. O tal vez se trate tristemente de eso: de que nada sea sustancialmente distinto de lo que ya es. Tendríamos que discutirlo, tal como enseña la Ética.
Víctor Bermúdez,
¿Qué es educar en valores?, el periodico de extramadura 23/0572018
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