Son opciones morales deontológicas aquellas que se basan en principios y que tratan de preservar los derechos de los individuos potencialmente afectados por ellas. Las opciones utilitaristas –también llamadas consecuencialistas- son las que buscan la obtención del mayor bien de forma agregada (para la mayor cantidad de personas posible), por lo que anteponen ese mayor bien a consideraciones relativas a principios o a derechos individuales.Por otro lado, los juicios morales son el resultado de la interacción entre varios sistemas neuronales, aunque ninguno de esos sistemas está específicamente destinado a elaborar juicios morales. Esos sistemas se caracterizan por contar con unos determinados neurotransmisores, como la dopamina, en el caso de la ruta mesolímbica de recompensa, y la oxitocina, en las rutas de las que depende la cognición social. Por ello, es previsible que los genes que codifican la producción de las proteínas receptoras de esos neurotransmisores, como DRD2 (dopamina) y OXTR (oxitocina), puedan tener efectos en las opciones morales.Los juicios deontológicos que se oponen a dañar a una persona al objeto de ayudar a un número mucho mayor de individuos están asociados a una mayor actividad de la amígdala. Esta estructura neurológica se encuentra densamente interconectada con la corteza prefrontal ventromedial (VMPFC), área que juega un papel decisivo en la integración de los elementos afectivos en la toma de decisiones. Al parecer, la amígdala genera una respuesta negativa inicial a la posibilidad de causar daño a una persona o personas, y la VMPFC es la responsable de integrar la respuesta de la amígdala en el juicio que se forma teniendo en cuenta todos los elementos y bienes en juego. Los juicios opuestos (utilitaristas o consecuencialistas), que se basan en un análisis de coste y beneficio y que buscan favorecer al mayor número de personas posibles, se asocian con la activación de la corteza prefrontal dorsolateral (DLPFC), un área cerebral implicada en un modo de procesamiento más deliberativo (y supuestamente racional).El vínculo entre el juicio moral deontológico, por un lado, y las respuestas afectivas que promueve la amígdala y la VMPFC, por el otro, sugieren que la oxitocina juega un papel importante en la elaboración de las respuestas automáticas negativas a las acciones que causan daño. La oxitocina es, de hecho, muy importante en la amígdala, en la que sus receptores son mayoritarios. Por otra parte, la vasopresina es un neurotransmisor muy próximo a la oxitocina, tanto desde el punto de vista estructural como funcional, y se halla implicado en varios comportamientos sociales importantes, como la agresión, la afiliación y la formación del vínculo de pareja.
Juan Ignacio Pérez,
Un polimorfismo genético que afecta a los juicios morales, Cuaderno de Cultura Científica 11/06/2018
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