Estamos en un mundo fragmentado que se basa en abrir ventanas en un “suma y sigue” sin fin. Vivimos, pues, en una especie de impulso lúdico infinito. La cultura del
windowing nos convierte, desde el prisma de
Han, en eternos turistas hiperculturales sin ningún plan de viaje; ya no hay horizonte ni umbral que traspasar, solo
turistas que abrimos y cerramos etapas en busca de un lugar alternativo que no ocupe espacio. Por muchas razones. Las más importante parece tenerla clara: no hay lugar de origen ni búsqueda de sentido vital. Al eliminar la alteridad (así se plantea también en su otro ensayo
La expulsión de lo distinto) ya no existe el diálogo. No es posible el
dia-logos si el
logos ya es un
hiper-logos. Por eso, el único valor que parece poder funcionar en esta hipercultura es la
amabilidad.
Pablo Medel, El turismo hipercultural, Revista de Letras 14/09/2018
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