Tengo la impresión y el temor de que es posible que quizá sin que nos hayamos dado cuenta, los
trolls (o la manera
troll de actuar) han ido ocupando cada vez más espacio en las redes, han ido modificando el carácter de las mismas, extendiendo una manera de interactuar que podría tener consecuencias políticas más allá de lo evidente; puede que el modo
troll de estar en el mundo se esté trasladando a muchos espacios políticos desvirtualizados, o quizá simplemente esté coadyuvando a que seamos menos críticos con una manera de hacer y decir la política que hace un tiempo era inimaginable. Quizá las redes nos estén insensibilizando ante ciertas expresiones de odio o de desprecio, de estupidez incluso, que se han vuelto cotidianas en cualquier debate político. Y lo que es un comportamiento imbécil o irresponsable en las redes, en el mundo real puede ser calificado de totalitarismo. No estoy diciendo que las redes sean las culpables del fascismo, obviamente. Pero me pregunto si junto a otros factores, el omnipresente discurso
troll, en el que muchas colaboramos como si no tuviera consecuencias reales, no estará en realidad contribuyendo a hacer más aceptable ciertas manifestaciones de aquel. ¿O no es Trump un enorme
troll? ¿No dice Salvini lo mismo que legiones de
trolls?
Beatriz Gimeno,
¿Nos hemos convertido en una sociedad troll? Totalitarismo en las redes, ctxt.es 24/10/2018
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