Lo más importante es la implícita exclusión de la mujer que su pensamiento lleva a cabo. Si uno estudia a los filósofos consagrados puede entender por qué nuestra sociedad se ha construido con una idea de sujeto y de poder que no podía sino excluir a la mitad de la humanidad. En ellos se hace visible la falsa universalidad de la razón, la neutralidad imposible y las limitaciones de una subjetividad mutilada. La discriminación, antes de ser una práctica social, es una manera de pensar. Puede que estos filósofos muestren, sin quererlo, mejor que muchas filósofas redescubiertas, que nuestra cultura patriarcal se debe a ciertos modos de entender lo público, el poder, la propiedad, el sujeto o la misma racionalidad. Si estoy en lo cierto, entonces, la perspectiva de género sobre nuestra historia de la filosofía debería llevarse a cabo examinando críticamente el modo como sus verdaderos protagonistas describieron un mundo incompleto y proporcionaron el marco conceptual que justificaba esa empobrecedora exclusión. Contar cómo fueron realmente las cosas y no según nos hubiera gustado que fueran es el primer paso para que en el futuro sean de otro modo.
Daniel Innerarity,
El género de la filosofía, Babelia. El País 21/12/2018
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