Oscar Wilde dijo que solo había buen arte y mal arte. La moralidad y los motivos del artista no venían al caso. Pero la cuestión no puede ser tan simple. La estética tiene un componente moral. Sin embargo, somos conscientes de que podemos apreciar obras de arte y al mismo tiempo tener un profundo desacuerdo con las convicciones o las ideologías que debían transmitir. Un ateo puede sentirse conmovido por una pintura que represente el martirio de los santos cristianos. Una señal de la calidad artística es el grado de complejidad. Una buena obra de arte (como la escena del suicidio en El nacimiento de una nación) puede tener numerosas interpretaciones. Una Virgen con el niño de Rafael debía ser claramente una expresión de piedad religiosa, pero un laico puede entender la imagen como una representación del amor maternal.
Ian Buruma, Arte odioso, Letras Libres 01/01/2019 [https:]]