El filósofo inglés
John McTaggart (1866-1925) argumentó que el concepto de tiempo es inherentemente contradictorio; por esta razón, es imposible que el tiempo exista. ¿Cómo pudo llegar a una tesis tan insólita? Constató, en primer lugar, que aprehendemos las conexiones temporales, en lo esencial, por medio de dos esquemas mentales.
De un lado, describimos acontecimientos como «pasados», «presentes» o «futuros». Por otro lado, sin embargo, utilizamos los conceptos «anterior», «posterior» y «simultáneo» para establecer un orden relativo entre acontecimientos. Pues bien,
McTaggart argumentó como sigue: en el esquema de orden relativo, las propiedades temporales son estáticas. Si, por ejemplo, el acontecimiento A es anterior al acontecimiento B, y B simultáneo a C, estas son propiedades permanentes de esos acontecimientos. Es decir, no hay cambio en los acontecimientos en cuan- to a su relación temporal entre ellos. Sin embargo, no hay tiempo si no hay cambio. El tiempo, por consiguiente, no puede consistir únicamente en el orden temporal relativo de los acontecimientos. Se precisan las categorías de pasado, presente y futuro.
Aquí nos enfrentamos ya al siguiente callejón sin salida. Todo acontecimiento debe existir en el futuro, en el presente y en el pasado. No obstante, estas son propiedades mutuamente incompatibles, es decir, ningún acontecimiento puede ser simultáneamente futuro, presente y pasado. De ahí, dedujo el filósofo, que ni el futuro, ni el presente ni el pasado pueden ser propiedades reales de los sucesos. Por tanto, el tiempo no existe.
Seguramente, el lector desearía ahora formular la siguiente objeción: ningún acontecimiento es simultáneamente futuro, presente y pasado, sino siempre una de estas cosas después de otra. Un acontecimiento presente es presente, fue en su momento futuro y será en algún momento pasado. Sin embargo, según
McTaggart, esta objeción tan solo rehúye el problema, ya que presupone lo que debe explicar, a saber, el flujo del tiempo.
Con sus reflexiones acerca del tiempo, basadas en el análisis del lenguaje,
McTaggart nos ha dejado en herencia un fascinante enigma. Pues, aunque estemos bastan- te seguros de que su conclusión es falsa (¿cómo puede ser el tiempo una ilusión?) todavía hoy se discute qué es exactamente lo que falla en el argumento de
McTaggart.
David Hommen, La falta de lógica de la vida, Mente y Cerebro nº 95 2019