Un fundamento básico en epistemología podría rezar más o menos así: yo no sé nada. O: yo no sé nada con toda seguridad. La misma ciencia, de hecho, progresa bajo la asunción de que no sabe nada con seguridad, por eso está dispuesta a cambiar de idea cuando ésta se demuestra como erróena.
Es decir, que es de perogrullo que no estamos completamente seguros de nada. Ni de la existencia de Molokuku, ni de Dios, ni de nosotros mismos. Ni siquiera estamos completamente seguros de que si estamos seguros o no de algo.
La ciencia no busca la verdad absoluta de las cosas (o al menos no es su misión en este mismo momento en el que apenas estamos empezando a comprender a tientas lo que nos rodea). Lo que persigue la ciencia son modelos: averiguar qué causa qué y cómo se causa, y comprobar que eso es consistente: si se dan las mismas circunstancias, se producen los mismos efectos, y podemos saber que esos vínculos causales son éste, éste y éste. La ciencia también se dedica a refinar los modelos, suprimiendo bucles que no sirven para nada: por ejemplo, quizá hay un tratamiento ancestral que cura una enfermedad que requiere la ingestión del principio activo de una planta y una serie de cánticos que han pasado de generación en generación. La ciencia descubre con un simple ensayo de doble ciego que es igualmente eficaz el tratamiento con que sin cánticos, así que elimina el cántico del modelo.
Por eso, si un avión tiene un accidente, como hemos diseñado un modelo físico de causas y efectos sobre la razón por el que ese pedazo de metal surca el cielo y que necesitará X galones de combustible para alcanzar X lugar, los aviones siempre necesitan hacer exactamente las mismas cosas para volar y aterrizan exactamente donde hemos calculado que lo harán. Si surge un imprevisto, de hecho, en función de la complejidad y profundidad de nuestro modelo podremos localizar con exactitud qué ha fallado, enmendarlo y hacer que el avión vuelva a comportarse de la forma esperada. Todo ello, naturalmente, es mejorable, y aún hay lagunas de ignorancia que no hemos sabido completar.
Por consiguiente, la ciencia es extremadamente humilde es sus aspiraciones, pero, con todo, este simple procedimiento de acumulación de datos, proposición de modelos y reelaboración de todo mediante falsación nos ha permitido progresar extraordinariamente en apenas cuatrocientos años. Si ahora existe internet es gracias a este simple procedimiento. Si hemos llegado a la Luna, también. Si logramos que la mortalidad infantil se haya reducido ostensiblemente en el último siglo, también hemos de darle las gracias a esta humilde aspiración: datos, pruebas, modelos, reelaboración. No sabemos la verdad sobre las últimas cosas, pero la ciencia funciona muy bien sin saber eso.
Sergio Parra,
Cómo saber si estamos viviendo en Matrix o si existe Dios o por qué existen personas que se declaran agnósticas, xatakaciencia 07/04/2019
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