La democracia liberal se define por la defensa de una serie de derechos fundamentales y libertades, como las libertades de opinión, de expresión, de asociación y de reunión. ¿Si se restringen legalmente estos derechos y estas libertades para evitar que se aprovechen de ellos quienes los usan contra las democracias, no se destruye el fundamento de lo que supuestamente se quiere preservar? Esta es, aún hoy, la pregunta que se debería plantear cualquier pretendido antifascismo que no se quiera convertir en la imagen especular de lo que intenta combatir.
Josep Maria Ruiz Simon,
Arqueología de Loewenstein (VIII), La Vanguardia 08/04/2019
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