Vivir en grupo resulta beneficioso para los individuos, razón por la cual esa inclinación ha sido seleccionada en el curso de la evolución, fenómeno que se denomina sesgo de pertenencia a un grupo, que no se limita a preferir a los miembros del grupo sobre otros, sino que redunda también en muchos aspectos del conocimiento. No recibimos de la misma manera la información que nos viene de fuera del grupo que la que viene del interior del grupo, lo que refuerza vínculos e interacciones.
Luis Alonso,
Cerebro social, Investigación y Ciencia mayo/junio 2019
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