A
Srdja Popovic, del Center for Applied Nonviolent Action and Strategies (CANVAS), le gusta citar una frase que se atribuye a Benjamin Franklin, la que dice que la humanidad se divide en tres grupos: el de quienes no se mueven, el de quienes se dejan mover y el de quienes mueven. Su libro
Cómo hacer la revolución: instrucciones para cambiar el mundo (Malpaso) está pensado como un manual de autoayuda para quienes quieren formar parte del tercer grupo. Y uno de sus consejos más celebrados es el que les explica cómo han de comportarse para movilizar a favor de una causa el máximo número de personas del segundo. Parece un truco sencillo. Consiste en identificar otra causa distinta de aquella que “realmente importa” a los movilizadores pero capaz de reclutar una tropa mucho más numerosa.
Popovic explica cómo debe ponerse en práctica este truco proponiendo un ejercicio muy simple. Hay que coger un trozo de papel (una servilleta sirve), trazar una línea y poner a un lado a quienes crees que estarían dispuestos a seguirte si usaras la causa real para movilizar. A continuación, tras comprobar que no son suficientes, hay que imaginar sucesivamente otras causas hasta encontrar una línea divisoria que garantice el mayor número posible de compañeros de viaje y sólo deje al otro lado un pequeño grupo de “malvados”. Uno de los ejemplos históricos que
Popovic relata para explicar este truco es el caso de Harvey Milk, un mártir del movimiento por los derechos de los gays, que consiguió un lugar políticamente favorable a su causa utilizando astutamente como trampolín el cultivo del malestar de sus conciudadanos por la omnipresencia de cagadas de perro en las calles de San Francisco. Gracias a este ejemplo antológico, en el discurso sobre la acción no violenta, las “cagadas de perro” se han convertido en la metáfora de las causas que hay que saber instrumentalizar porque son las que suscitan más apoyo y permiten ensanchar la base. Un ejemplo cercano puede servir para ilustrar el uso de esta metáfora. Dado que en Catalunya la independencia motiva a un cierto número de personas, la república, a un número superior y los derechos civiles y políticos, a un número aún más grande, en el caso del independentismo catalán, la cagada de perro ha de ser, como señala glosando a Popovic Raül Romeva en
Esperança i llibertat (2019), la lucha por estos derechos.
La estrategia de la acción no violenta es gradual. Y el papel que interpreta la causa distinta de la que “realmente importa” a quienes mueven y la instrumentalizan para movilizar a quienes se dejan mover hay que observarlo desde este punto de vista. Desde esa perspectiva, esta causa toma la apariencia de la vieja escalera de List, que sólo sirve para subir y que puede retirarse cuando se ha logrado la posición buscada. El que el motivo que garantiza más apoyo no coincida con el objetivo verdadero del movimiento que recorre a él es un indicio de la precariedad de la causa, causa propagandística que corre el riesgo de caer en el olvido cuando que se convierte en un estorbo.
Josep María Ruiz Simon,
Sobre la no violencia (VIII), La Vanguardia 09/07/2019
[https:]]