El creciente culto a la emoción, convertida hoy en una deidad intocable, nos está llevando a que cada vez sea más frecuente encontrar todo tipo de gente que considera que sus propuestas e ideas, sean las que sean, si ellos “ las sienten” como muy importantes, han de estar por encima de todo. Nada ni nadie puede tener derecho a frustrarlas, pues sus emociones son algo sagrado.Si a esta idolatría a la emoción, auténtico totem del siglo XXI le añadimos un modelo de sociedad muy individualista, en el que cada persona es el centro del universo desentendiéndose de las necesidades de los demás …ya tenemos el cóctel del perfecto radicalismo de tipo infantil. Hoy en día se habla mucho de educar en las emociones. Pero si el modelo de educación se basa en enseñar que lo que una persona siente es sagrado y nada ni nadie tienen derecho a ponerle coto ¡Bonita manera de organizar la convivencia de 7 mil millones de personas en este planeta!
Joseba Achotegui,
A mayor culto a la emoción y al narcisismo, mayor radicalismo de tipo infantil, público 17/1172019
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