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La pitxa un lio (50 sin leer)

 
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    Naufragis i dignitat.

    Archivado: abril 3, 2022, 1:00pm CEST por Manel Villar


    by manel


    El 13 de diciembre de 2013, publiqué en este mismo diario una tribuna bajo el título Dignidad y deshonor. El motivo era el juicio días atrás en un tribunal de Paris a oficiales franceses de una misión naval internacional (de la que formaba parte la fragata española Méndez Nuñez), llamada a paliar las consecuencias del conflicto en Libia. Los jueces elucidaban si los oficiales habían infringido un artículo esencial de la Organización Marítima Internacional que insta a “acudir a toda máquina en ayuda, cuando se reciba información de naufragio de la fuente que sea”. El nombre Unified Protector de la misión hacía aun más ignominiosa la posibilidad de que se hubiera abandonado a su suerte una barca a la deriva. La insinuación por parte de los demandantes de que el origen étnico de los náufragos habría podido determinar la indiferencia de los encausados, constituía obviamente una puesta en tela de juicio de su honorabilidad. De ahí la satisfacción moral que debió suponer para ellos el archivo (no sin polémica) de la causa.

    Sabido es que ante la pasividad de los guardacostas gubernamentales, a menudo son organizaciones privadas las que proceden a un rescate, pero su acción se ve dificultada por prohibición de desembarcar. Así ocurrió en Catania en marzo de 2018. Sin duda, dadas las dificultades de los países de acogida, no cabe usar guantes blancos a la hora de gestionar algo tan tremendo como es el flujo de embarcaciones con tripulantes que huyen de la indigencia, la guerra, la intolerancia o todo junto. Pero ello no obliga a tener las manos excesivamente sucias. Es simplemente escandaloso que las trabas por parte de ciertos Estados hagan que un simple pesquero que responde a la ley del mar, auxiliando a víctimas de naufragio, pueda verse acusado de complicidad con la inmigración ilegal.

    Por desgracia para la causa de la dignidad intrínseca de todos los seres humanos, no se dan hoy las condiciones sociales que permiten atender a normas no escritas que son inherentes a la idea misma de civilización. Pues la ley escrita de la Organización Marítima Internacional no hace más que recoger un imperativo profundamente anclado en la conciencia de los hombres. Y los grandes de la literatura universal se han hecho eco de lo ignominioso de la violación de tal imperativo. En la trágica narración Moby Dick hay un momento tremendo. No dispuesto a perder un segundo en su obsesión por perseguir a Moby Dick, el protagonista, Ahab, desoye el ruego del capitán de otra nave para que le ayude en busca de náufragos, entre los que cuenta su propio hijo. La respuesta es casi insoportable para el lector, que hasta entonces ha seguido con empatía el desgarrado desvarío de Ahab: “Debo seguir mi camino Capitán Gardiner, Dios le bendiga, y a mi Dios me perdone”.


    Víctor Gómez Pin, Sin ley del mar, El País 03/04/2022

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    Què entenem per IA?

    Archivado: abril 3, 2022, 12:45pm CEST por Manel Villar







    La palabra “inteligencia” proviene del verbo en latín intellegere que significa comprender o percibir. No existe en la academia un consenso a la hora de definir este concepto, ni de establecer cuántos tipos de inteligencia existen. En un reciente artículo publicado por Skynet Today, varios académicos del campo definen la IA como la ciencia de crear máquinas inteligentes. Pero, si no existe una definición general de inteligencia, ¿podemos tener una definición de inteligencia artificial? La respuesta es sí, pero esta poco tiene que ver con la inteligencia humana. Por ejemplo, el grupo de expertos de la Comisión Europea la define como:

    “Sistema de software (y posiblemente también hardware) diseñados por humanos que, dado un objetivo complejo, actúan en una dimensión física o digital percibiendo el entorno mediante el análisis de datos, ya sean estructurados o no estructurados, razonando sobre el conocimiento, o procesando la información, derivada de estos datos y decidir la mejor o las mejores medidas a tomar para alcanzar el objetivo fijado. Los sistemas de IA pueden utilizar reglas simbólicas o aprender un modelo numérico, y también pueden adaptar su comportamiento analizando cómo el medio ambiente se ve afectado por sus acciones anteriores”.


    Es decir, la IA se basa en un código informático que utiliza datos para analizarlos con técnicas puramente estadísticas y decide la mejor forma de realizar una tarea propuesta (ganar al ajedrez, detectar gatitos en imágenes, etc.). Además, también puede incluir una máquina física, ya sea en forma de robot, dron, automóvil, etc., la cual se alimenta del código y procesa sus órdenes. Una de las claves de la IA es la capacidad computacional que existe hoy en día para procesar datos. Y es esa capacidad la que hace que se hayan definido como inteligentes. En el caso del DeepBlue o AlphaGo, el código fue lo suficientemente inteligente para procesar gran cantidad de datos, realizar cálculos rápidamente y tomar el mejor movimiento en cada estado de la partida. Una tarea que al ser humano le resulta imposible. Y por ello, consideramos a lo artificial, inteligente.
    Una de las grandes limitaciones de la IA es la generalización. Volviendo otra vez al caso del programa de ajedrez, si pusiéramos a jugar DeepBlue al Go no sabría por dónde empezar, pues las reglas del juego son totalmente diferentes. Y lo mismo si pusiéramos a jugar AlphaGo al ajedrez. Y hasta con tareas más asequibles, como distinguir un pájaro en una fotografía y encontrar un verbo en una frase. No existe aún un sistema inteligente que sea capaz de generalizar y resolver ambas tareas a la vez con gran precisión.
    Ana Valdivia, Sobre el mito de la inteligencia artificial y el futuro que no vendrá, elsaltodiario 04/12/2020 [https:]]
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    Etiquetat i sermó

    Archivado: abril 3, 2022, 11:14am CEST por Manel Villar









    No veo que la situación social haya mejorado desde que batallamos por clasificar y asignarnos un puesto dentro de la defensa de cualquier minoría; es más, la mordaza del mensaje es tan potente que se anula a sí misma. Ya no se puede decir, por ejemplo, que la explosión demográfica en África sigue siendo un problema. Estamos inmersos en una suerte de totalitarismo ideológico que responde a los mismos mecanismos que Hannah Arendt asignaba a los totalitarismos del siglo XX: un fanatismo que tiene mucho más que ver con una lógica de la idea desarraigada de la realidad que con un pensamiento vinculado a la libertad, la reflexión o el sentido. No se privilegia la humanidad de las ideas que se defienden, sino únicamente los mecanismos por los cuales estas ideas funcionan y se retroalimentan en un plano muy ajeno a la acción progresista. En un momento en que aparentemente la defensa de ciertos principios importa más que nunca, resulta paradójico que el compañerismo y el bienestar social se manifiesten seriamente perjudicados, y el ser humano va quedando reducido a un charco de abstracciones que no son más que una tentativa de dominio absolutamente individual y agresivo.
    Nos definimos hasta el punto de que uno tiene problemas para mantenerse al día de todas las consideraciones que hay que tener en cuenta para dirigirse a alguien desde su naturaleza sexual, racial, de género. Es un etiquetado que sólo deshumaniza en un mundo de farsantes, más cínico que nunca, más vacío, donde los verdaderos activistas, los más silenciosos y efectivos, no son escuchados porque no requieren ser vistos. Esto responde a una lógica similar a la de aquellos que se oponían a la erradicación de la mendicidad en la España del Siglo de Oro. De acuerdo con la doctrina de la Iglesia, la conservación de la pobreza era necesaria para que los ricos pudieran practicar la caridad de la limosna y ganarse así la salvación de su alma. ¿Y cómo se aseguraba la limosna? A través del sermón. El poder del sermón cumple hoy, mediante su adoctrinamiento, una función similar a la que ejercía hace cinco siglos. Esta defensa de las minorías es en gran parte una falacia, un sermón ideológico que necesita que el negro, la mujer o el moro sigan siendo vistos como el negro, la mujer y el moro de hace 50 años para que otros puedan ostentar su superioridad moral. El discurso ideológico es la limosna contemporánea, el ejercicio de caridad de los privilegiados de hoy. La defensa de los derechos de los más desfavorecidos es cada vez más un simulacro que lubrica el engranaje de un mundo especialmente desconsiderado y cada vez más racista. No quiero ver el color, no quiero exhibir mis limosnas, y, desde luego, no acepto sermones que sólo se pronuncian para beneficio y exhibición de unos párrocos consentidos.
    Marina Perezagua, No quiero ver el color, El País 26/0372022 [https:]]
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    La informació és resistent a la veritat (Byung-Chul Han)

    Archivado: abril 3, 2022, 11:04am CEST por Manel Villar






    La democracia es lenta, larga y tediosa, y la difusión viral de la información, la infodemia, perjudica en gran medida el proceso democrático. Los argumentos no tienen cabida en los tuits o en los memes que se propagan y proliferan a velocidad viral. La coherencia lógica que caracteriza el discurso es ajena a los medios virales. La información tiene su propia lógica, su propia temporalidad, su propia dignidad, más allá de la verdad y la mentira. También las noticias falsas son, ante todo, información. Antes de que un proceso de verificación se ponga en marcha, ya ha tenido todo su efecto. La información corre más que la verdad y no puede ser alcanzada por esta. El intento de combatir la infodemia con la verdad está, pues, condenado al fracaso. Es resistente a la verdad.

    Byung-Chul Han, Estamos aturdidos por el mareante frenesí informativo, El País 02/04/2022

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    Analògic i Digital (Luciano Floridi)

    Archivado: abril 3, 2022, 10:52am CEST por Manel Villar








    "La inteligencia artificial no necesita de la inteligencia"
    Luciano Floridi, filósofo de la información de la Universidad de Oxford: La IA se comporta como si fuera inteligente pero funciona precisamente porque su acción está separada de la "comprensión". Y precisa: “La IA no trata de la capacidad de reproducir el pensamiento humano sino de la capacidad de prescindir de él”Piero Bianucci
    Después de los pioneros Norbert Wiener, fundador de la cibernética, y Alan Turing, fundador de la informática, la Inteligencia Artificial (IA) ha encontrado un filósofo militante que la redefine en el contexto de los desarrollos tecnológicos más recientes. Luciano Floridi se dedica a esta tarea en la Universidad de Oxford, donde enseña Filosofía y Ética de la Información, y desde hace algunos años también en Universidad de Bolonia, donde ocupa la cátedra de Sociología de la Cultura. El camino de Floridi pasa por una serie de ensayos que desarrollan un sistema de pensamiento robusto y coherente con una impronta pragmática “postanalítica continental” (estas son sus palabras). La última obra, recién distribuida en librerías, es "Ética de la Inteligencia Artificial" (Raffaello Cortina, 384 páginas, 26 euros) y la fuerza teórica que la inspira es tal que reconfigura el mapa del mundo digital respecto al antiguo mundo analógico.
    Analógico y digital
    Una fuente de chorro continuo es analógica, una fuente que gotea (como "La fuente enferma" en la poesía de Palazzeschi) es digital (discontinua, "discreta"), porque la gota es la unidad de agua más pequeña que puede soltar. La mesa sobre la que escribo es analógica porque aparece como un objeto unitario y compacto, pero sería digital (discontinua, discreta) si pudiera ver los átomos individuales que la componen. La voz de Mina es analógica porque no hay ruptura en sus vibraciones, pero se vuelve digital en un CD donde esas vibraciones, es decir sus ondas sonoras, son muestreadas 44 mil veces por segundo y traducidas a tantos números (dígitos) a través de combinaciones de 1 y 0, es decir, bits individuales, los "átomos" de información.Según las teorías físicas más avanzadas, la realidad en su esencia es digital: incluso el espacio es "discreto" (discontinuo), sus unidades elementales tienen la "longitud de Planck" (10 a menos 35 metros) y el tiempo no fluye como un río sino “gotea” como la fuente de Palazzeschi a razón de 10 a menos 43 segundos (el “tiempo de Planck”). La realidad analógica que nos rodea es una cuestión de escala y complejidad: al pasar de lo extremadamente pequeño, que es "discreto" (cuantificado), a una escala intermedia o extremadamente grande, su granularidad ya no se percibe y parece analógica ("sigue ").El mundo analógico nos rodea, y somos seres analógicos. Pero en las últimas décadas hemos construido un mundo paralelo que es digital, todo hecho con los dos bloques de construcción básicos, Uno y Cero, que en una computadora significan la presencia o ausencia de electricidad. Traducido, sí y no, encendido y apagado. Una computadora es una enorme galaxia de diminutos interruptores que, encendidos y apagados en un orden determinado, pueden representar y producir cualquier cosa: música, voces, conceptos, imágenes fijas y en movimiento, correos electrónicos, libros, periódicos, problemas, soluciones, juegos. , realidades virtuales, incluso objetos físicos cuando se colocan en una impresora 3D. Es importante destacar que, a diferencia de los átomos, los bits son inmateriales, pueden viajar en ondas de radio o dentro de fibras ópticas a la velocidad de la luz. Así, el mundo digital se vuelve tan grande como su red de conexiones (Internet), "continuas" y "discretas" -para usar las palabras de la física y las matemáticas- dan lugar a dos universos paralelos que interactúan entre sí. La Inteligencia Artificial es una de las expresiones más sofisticadas del universo digital.
    Poder de dividir
    Desde la primera página Floridi fija la idea clave: la principal característica de lo digital es su “poder de división”, que se traduce en una posibilidad casi ilimitada de “cortar y pegar”. Es una propiedad que se deriva directamente de la naturaleza "discreta" subyacente. En el mundo digital, una fotografía es un mosaico de millones de piezas diminutas, los píxeles. Nuestra persona es (también) una asociación de datos - día de nacimiento, estado civil, título educativo, profesión, lugar de residencia, posición instantánea (geolocalización con Gps), número de teléfono, IBAN (cuenta bancaria), número de seguro social, tarjetas de el servicio de salud, de la Coop y quién sabe cuántos más, credenciales para acceder al lugar de trabajo, dirección de Internet, contraseñas de las distintas redes sociales, etc. Digital separa posición y presencia: a través de Internet puedo actuar a distancia en cualquier parte del mundo, cualquier persona, señala Floridi, puede “estar físicamente en un lugar, digamos un bar, y estar presente interactivamente en otro, digamos una página de Facebook”. La ley y la territorialidad están separadas de lo digital: de hecho, sabemos lo difícil que es hacer cumplir las reglas para gigantes web como Microsoft, Amazon y similares. Y, paradójicamente, sigue siendo digital, a través de sitios web y redes sociales, que reencuentra a los individuos con el mundo analógico, por ejemplo, al devolverte la llamada en un determinado restaurante, en un lugar de vacaciones o en una manifestación política.La mezcla de analógico y digital en la que vivimos, además de las relaciones sociales, políticas y afectivas, ha cambiado la relación entre producción y consumo: nos hemos convertido en prosumer -o, como dice Floridi, produmer-. Consumimos videos, textos, música, pero también los producimos en Tic-Toc, Youtube, Instagram, Twitter, Facebook, etc.Lo digital -observa Floridi- es una "tecnología de tercer orden", es decir, una tecnología que se interpone entre una tecnología y otra tecnología, que a su vez actúa sobre la realidad. En consecuencia, lo digital “no es simplemente algo que realza o aumenta una realidad sino algo que la transforma radicalmente porque crea nuevos entornos que habitamos y nuevas formas de actuar con las que interactuamos”. Aquí vislumbramos una ontología inédita de lo virtual-real que sería interesante examinar. Pero no lo haremos en estas pocas líneas porque ha llegado el momento de situar a la IA en el marco filosófico que ha trazado Floridi.
    El mito de la "singularidad"
    Despejemos inmediatamente el campo del mito de la "singularidad", concepto robado a todos aquellos fenómenos en los que se supera un valor umbral, creando una discontinuidad radical con la situación anterior: por ejemplo, en la teoría de los agujeros negros, la región de el espacio es un tiempo de "singularidad" donde las condiciones gravitatorias son tan extremas que las leyes conocidas de la física ya no se aplican. Se produciría una "singularidad" en el desarrollo de la Inteligencia Artificial si el hardware y el software se hicieran tan poderosos como para escapar del control humano: entonces sería la IA la que se apoderaría del hombre convirtiéndolo en un esclavo.Elon Musk, el hombre de Tesla y el turismo espacial que sueña con la conquista de Marte, se encuentra curiosamente entre los catastrofistas, dice que la IA, muy aplicada en sus cohetes, es el riesgo existencial más grave al que se enfrenta la humanidad. Con base en la aceleración de los desarrollos tecnológicos, hay quienes han calculado cuándo podría tener lugar el adelantamiento del cerebro-máquina al cerebro biológico. Nick Bostrom, como profesor de Filosofía de Floridi en la Universidad de Oxford, aventura una fecha: 2030. Otros, más cautelosos, hablan de 2045 o de fin de siglo. Floridi (y en Italia, por ejemplo, Riccardo Zecchina, Universidad Bocconi), descartan el asunto como ciencia ficción.Turing fue el primero en preguntarse si las máquinas pueden pensar y se dio una respuesta operativa: podríamos decir que una máquina está pensando cuando un humano, comunicándose desde el exterior a través de una teleimpresora con otro humano y con una máquina encerrada en una habitación, lo hace. no será capaz de distinguir la inteligencia artificial de la inteligencia biológica. La posición de Floridi es aún más pragmática: gracias al poder divisorio de lo digital y de cortar y pegar, la IA es "una forma de acción que no necesita ser inteligente para tener éxito". En otras palabras, Floridi defiende una visión de ingeniería de la IA y rechaza una visión cognitiva.
    "Lo reconozco cuando lo veo"
    En un ensayo de 2007, Legg y Hutter enumeraron 53 definiciones de inteligencia humana y 18 de Inteligencia Artificial, pero según Floridi es inútil preguntarse cuidadosamente "cuáles son estas inteligencias": tanto para la inteligencia, ya sea natural o artificial, como para la amistad, estar enamorado o gozar de buena salud, vale la broma del magistrado estadounidense Potter Steward sobre la pornografía: “No puedo decir lo que es pero lo reconozco cuando lo veo” (1964).Estamos rodeados de formas de IA. “Roomba” barre la casa y cuando tiene hambre (de energía) se va a conectar a su toma de corriente para recargar su batería. Con Siri, Alexa, Bixby y otros "asistentes" similares hablamos en lenguaje natural: aprenden nuestras preferencias musicales, mantienen nuestra agenda, nos leen libros y mensajes, traducen lo que decimos a decenas de idiomas. Coches autónomos se mueven entre el tráfico y nos llevan al destino deseado siguiendo las indicaciones del GPS. Los algoritmos vencen a los humanos en juegos como el ajedrez y el Go, operan hábilmente en la bolsa de valores, hacen predicciones, reconocen los rostros de las personas, superan la inteligencia biológica en tareas complejas. En todas estas cosas tienen éxito, pero precisamente porque separan el resultado de la inteligencia. La IA actúa como si fuera inteligente.
    La IA no es "cognitiva"
    Hasta la fecha, argumenta Floridi, la IA es una inteligencia "reproductiva", no "cognitiva". Es eficiente precisamente porque su acción está separada de la inteligencia: la tarea que realiza es inteligente para nuestros criterios cognitivos pero no es inteligente para la máquina diseñada que la realiza. “En la IA lo que importa es el resultado, no si el agente o su comportamiento son inteligentes. Por eso, la IA no se trata de la capacidad de reproducir la inteligencia humana sino de la capacidad de prescindir de ella”.Una forma de lograrlo es transformar el problema a resolver en un juego, es decir, "jugarlo": ya sabemos que las máquinas juegan mejor al ajedrez que nosotros... Pero la inteligencia "productiva" (cognitiva) sigue estando aún muy lejos. Inducimos, deducimos, inferimos. En el mejor de los casos, la IA infiere sobre una base estadística probabilística. Además, la calidad de la inferencia depende más de la calidad que de la cantidad de los datos proporcionados. Big Data corre el riesgo de generar “ruido”, perturbación, confusión. Mejor pocos datos pero fiables. Ontológicamente diferentes pero a veces útiles son los "datos sintéticos" generados por las mismas máquinas informáticas. (Para un análisis crítico del uso de datos, véase "Big Data y algoritmos" de Teresa Numerico, Profesora Asociada de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Roma Tre - Carocci editore, 290 páginas, 26 euros. El libro presenta un marco histórico de la Inteligencia Artificial y las cuestiones éticas relacionadas desde sus orígenes hasta el Aprendizaje Profundo).
    La razón de un éxito
    Gran parte del éxito de la IA reproductiva, es decir, diseñada (coches autónomos, asistentes de voz, almacenes de Amazon) depende del hecho de que la hayamos envuelto, a veces sin darnos cuenta, como cuando compramos muebles bajo los cuales "Roomba" pueda deslizarse, en un ambiente adecuado para hacerla efectiva. La conducción autónoma será completamente segura cuando las carreteras, la señalización y la geolocalización hayan creado un hábitat a su medida: así es ya con los "trenes" de camiones y los tractores autónomos trabajando la tierra en los cultivos extensivos de Estados Unidos. No es la IA la que se adapta a nosotros, somos nosotros los que nos adaptamos a ella, y esto, subraya Floridi, no es en absoluto una actitud despectiva hacia las tecnologías inteligentes, al contrario, tiende a potenciarlas al máximo.
    Redes neuronales
    En un breve capítulo, Floridi examina el aprendizaje automático, el aprendizaje automático a través de redes neuronales de varias capas. El resultado es a veces asombroso, la máquina aprende de sus errores mejorando continuamente los resultados (Deep Learning). ¿Sigue siendo ingeniería reproductiva o es inteligencia productiva-cognitiva? Es tentador elegir la segunda solución porque no sabemos exactamente cómo llegará la máquina al resultado: sigue siendo una "caja negra" incluso para quienes la construyeron. Sin embargo, las redes neuronales, por sofisticadas que sean, no son comparables a las cien mil conexiones que cada una de nuestras 86 mil millones de neuronas tiene con las demás. Hay más complejidad en un milímetro cúbico de sustancia cerebral que en una habitación equipada con supercomputadoras.
    Juega y "envuelve"
    Para no banalizarlo, no hablaremos aquí de la segunda parte del libro, la estrictamente ética, que es también la más sustanciosa en cuanto a número de páginas. En cambio, es más coherente cerrar hablando del último capítulo de la primera parte, dedicado a los desarrollos previsibles de la IA. Después de la discusión ya mencionada sobre los datos - grandes, pequeños, históricos, híbridos, sintéticos - Floridi sugiere que "ludificar" los problemas (es decir, tratarlos como juegos que representan un modelo del problema a resolver) y "envolver" la IA en ambientes adecuados a su funcionamiento son las formas más prometedoras.La ludificación funciona de maravilla cuando las “reglas” son rígidas y bien definidas: por ejemplo el ajedrez o el go, pero no el fútbol. El ajedrez y el go, entre otras cosas, demuestran la utilidad de los "datos sintéticos" porque la máquina aprende de los mismos juegos que juega contra sí misma en el proceso de autoaprendizaje. A pesar de las innumerables variaciones de combinaciones posibles, en juegos como el ajedrez y el go las reglas te permiten centrar la IA en la solución. En el fútbol las reglas existen pero están demasiado sujetas a las interpretaciones e improvisaciones de los jugadores y el árbitro. Cuanto más ludificable sea un problema, más fielmente se podrá modelar, y si la fidelidad es máxima, la máquina aprovechará al máximo los datos sintéticos que genera y más perfecto será el "envolvimiento". Iluminando la cita de Wiener: “El mejor modelo material de un gato es otro, o preferiblemente el mismo gato”.
    Entre difícil y complejo
    Aquí es donde encaja la distinción entre problemas difíciles y complejos. Los científicos generalmente definen problemas "complicados" que son difíciles pero tratables con el método reduccionista que los descompone en muchos problemas más simples (partes del problema) y únicamente solubles, por ejemplo, el funcionamiento de una proteína en un organismo vivo; por otro lado, consideran problemas complejos en los que las interacciones entre las partes no se pueden predecir (modelar) a partir de las partes individuales. En este caso es necesario abandonar el método reduccionista y pasar a un método holístico, quizás de tipo estadístico -es el caso del funcionamiento de todo el organismo humano o de la atmósfera y el clima. Obviamente, la potencia de cálculo necesaria crece fuertemente (no linealmente) a medida que aumenta la complejidad.En el mundo real, señala Floridi, la dificultad y la complejidad a menudo se mezclan. Encender la luz es fácil y sencillo: de hecho Alexa y Siri lo hacen muy bien. En cambio, atarse los zapatos es fácil (para un humano) pero complejo: trata de anotar paso a paso todas las operaciones que haces con los dedos, los brazos y el cuerpo cuando te los abrochas (es una prueba que hago en mis cursos de divulgación científica) . Lavar los platos es más difícil que encender la luz, pero menos complejo que atarse los zapatos, y atarse los zapatos es menos complejo que planchar la camisa.
    Una cuestión de diseño
    En definitiva - da a entender Floridi - para obtener una IA que no sea inteligente pero se comporte como si lo fuera, debemos invertir mucha inteligencia biológica (la nuestra) en problemas de ingeniería, y la ingeniería en el caso de la IA es esencialmente jugar y envolver. Es decir, en pocas palabras, la IA es una cuestión de diseño. Diseño de juegos y entornos para jugar.

    Traducción Antonio Diéguez Lucena, de su muro facebook 01/04/2022

    https://www.lastampa.it/speciale/scienza/il-cielo/2022/03/11/news/all_intelligenza_artificiale_non_serve_l_intelligenza-2871970/?__vfz=medium%3Dsharebar&fbclid=IwAR1sHyV6YMo_ChyYbINmY1d4VXZwFrRRaH3v32c7ScJhKZ6Hib-kcTam7Vg
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    Max Scheler contra l'imperatiu categòric kantià.

    Archivado: abril 1, 2022, 11:02pm CEST por Manel Villar




    Ocurrió en Alemania y el responsable es Kant. Se traicionó la alegría en favor de un falso heroísmo y de una inhumana idea del deber. Scheler atribuye esa traición “al severo y augusto deber del imperativo categórico”. En Leibniz el placer todavía era un signo de progreso hacia la perfección. Kant traiciona la alegría más profunda y espontánea. Su influencia en la formación del ethos alemán es incalculable. Proyecta su doctrina anti-eudemonista a la historia, enseña con Rousseau que la civilización no hace más feliz al hombre, pero en lugar de asumir el bucólico regreso a la naturaleza del ginebrino, exige “ir adelante a pesar de todo” (como hará Weber). Así lo exige la evolución histórica. Ir hacia el más elevado bien terrenal: el estado nacional. Schopenhauer y Hartmann heredan la concepción negativa de la felicidad de Kant. Una idea que tiene su origen en las comarcas orientales de Alemania, “colonizadas por la adusta y ascética orden de los caballeros teutones que impusieron su impronta, toda ella hecha de acción, de orden, de efectividad, de dominio absoluto de la voluntad”. No hubiera ocurrido lo mismo en la Alemania meridional (mucho menos en el Mediterráneo), “donde el hombre no tiene que arrancar penosamente a la tierra los medios para su subsistencia, en una naturaleza árida y rebelde, ni donde una casta dominante tiene que imponer artificiosamente orden a una población eslava, caótica y poco grata”. El paisaje se hace ethos y en Alemania se eligió el peor. En la primitiva Prusia hay que buscar la traición a la alegría. ¿Qué queda por hacer en un ambiente tan parco, tan mísero, en el que nada invita al amor y la alegría, sino solo al deber?” Scheler cita a Oscar Wilde: “El deber es la conducta que hay que adoptar frente a personas desagradables”. Scheler es alemán, pero su alma es meridional. Sabe que “sólo los hombres felices son buenos” y busca, en su vida amorosa, el antídoto contra esa tendencia unilateral del espíritu alemán. 

    Juan Arnau, Max Scheler, el filósofo erotizado, El País 25/03/2022

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    Els tres principis del "relativisme vulgar".

    Archivado: abril 1, 2022, 10:40pm CEST por Manel Villar




    En 1972 el Bernard Williams publicó Morality. An introduction to ethics, un librito sobre la materia, introductorio pero extraordinariamente denso y sugerente. En él Williams se revolvía contra lo que denominaba la “herejía del antropólogo”, posiblemente la “más absurda concepción que se haya defendido en filosofía moral”, añadía. Esa forma de relativismo surge de la combinación de tres proposiciones:

    1) Que “correcto/válido” desde el punto de vista moral solo pueden entenderse como “correcto/válido para una sociedad”.

    2) Que “correcto/válido para una sociedad” solo puede entenderse “funcionalmente” y que por ello

    3) Es incorrecto condenar/interferir, etc. con las prácticas de otras sociedades ajenas a la nuestra.

    Se trata del “relativismo vulgar” que abrazan, implícita o explícitamente, la mayoría de mis estudiantes.
    Pablo de Lora, Piensa mal y... fallarás. Sobre el vulgar relativismo ético, Letras Libres 01/03/2022 [https:]]

  • Enlace permanente para 'Democràcia i educació.'

    Democràcia i educació.

    Archivado: abril 1, 2022, 9:47pm CEST por Manel Villar




    La democracia tiene que aprenderse, entrenarse, reforzarse en lo micro de la sociedad. Si creces sin conciencia de que las cosas pueden cambiar y de que tu opinión es importante, ¿por qué ibas a interesarte por las cuestiones políticas? (Rahel Jaeggi)


    Elena G. Sevillano, entrevista a Rahel Jaeggi: "Muchos sienten que no tienen voz. La alienación democrática va a más", El País 22/03/2022


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  • Enlace permanente para 'Les matemàtiques ens fan humans.'

    Les matemàtiques ens fan humans.

    Archivado: abril 1, 2022, 9:40pm CEST por Manel Villar





    Uno de los neurocientíficos más interesantes del momento, Stanislas Dehaene, del Collège de France, ha obtenido unos resultados con monos y humanos que dan mucho que pensar a quien se pueda permitir ese lujo anacrónico. Las personas tenemos un dominio intuitivo de los elementos de la geometría, por ejemplo al identificar entre seis objetos uno que no cuadra por ser un polígono convexo (imagina un pentágono regular, como las zonas negras de un balón de fútbol clásico) en lugar de cóncavo (con indentaciones). No hace falta ninguna educación formal para que los niños de una remota tribu amazónica ejecuten esa tarea. Pero los monos no pueden hacerlo. Tampoco puede la inteligencia artificial actual. Después de todo, tal vez sea la geometría la que nos hace humanos.

    Javier Sampedro, La geometría en la mente, El País 24/03/2022

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    'Confirmation bias'

    Archivado: abril 1, 2022, 9:35pm CEST por Manel Villar





    "Los datos ciertos no tienen el poder de cambiar nuestras mentes", explica uno de los mayores estudiosos del tema, Brendan Nyhan, en un artículo publicado esta semana en The Boston Globe. Más bien parece, confirma el periodista Joe Keohane, que las cosas funcionan al contrario: cuando personas desinformadas reciben los datos correctos, no solo no cambian de opinión o modifican su creencia, sino que se aferran todavía más a ella. Pasó durante la guerra del Golfo y la invasión de Irak en Estados Unidos, pero ocurre igualmente en todo el mundo.


    La evidencia acumulada en los estudios realizados por Nyhan es abrumadora en el caso de militantes de partidos políticos. Peor aún, la gente más desinformada es la que tiene opiniones políticas más fuertes. Y cuanto más se preocupa esa persona por un asunto concreto, más duro es el efecto "tiro por la culata" del dato cierto que le debería llevar a corregir su posición.


    Tampoco cabe confiar en la capacidad de reacción de la gente con pensamiento político más sofisticado, porque, como ya habían asegurado otros dos especialistas, Charles Taber y Milton Lodge, en 2006, son precisamente ellos los que están menos abiertos a nueva información. Seguramente, esas personas tienen opiniones correctas sobre más cosas, pero, en el tanto por ciento en el que están equivocados, parece que es imposible que acepten hechos que les obligarían a cambiar de opinión, se les proporcione la información que se les proporcione.


    ¿Qué remedio hay para esta realidad tan poco reconfortante? Está claro que no es posible pedir a los ciudadanos que se violenten a sí mismos y que vigilen su cerebro, como si fueran entrenados intelectuales, para sortear esa inclinación sesgada a no escuchar más que lo que se quiere oír. Reconozcamos que eso es una práctica intelectual agotadora y que se da muy poco, incluso en la universidad.


    Soledad Gallego-Díaz, Juegos del cerebro, El País 18/06/2010

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    Quan comença la revolta? (Marina Garcés)

    Archivado: abril 1, 2022, 9:28pm CEST por Manel Villar






    Descrivim qualsevol problema de present com un indici més que el món s'acaba, el que vol dir que descrivim la realitat en què vivim com impossible i invivible. És evident que no es pot viure així. Però no es pot viure així ha estat sempre un argument on comença la revolta, on comença el canvi i si no es pot viure així és perquè sabem desitjar viure d'una altra manera. Agafem-nos aquí, però no per fer utopisme barat, fantasies de mons bonics, sinó perquè precisament això és el que ens mostra els límits de la civilització i de les relacions socials amb què vivim. Agafem-ho com a límit i diguem "fins aquí" i aquí és comença la tasca de la imaginació política i del desig com a motor de transformació.

    Hem de distingir món comú de món únic. El món únic és la utopia perversa de la globalització, aquella idea que es va instal·lar als anys 90 de la fi de la història, que ja no hi havia dos blocs i entràvem en una mena de paradís final en què la comunicació i la mobilitat uniria a la humanitat en un planeta rodó, evidentment des del capitalisme. Això és el contrari d'un món comú, que la millor manera de definir-lo és precisament aquell món que no és mai només nostre, per això és comú, és d'altres persones, d'altres col·lectius, d'altres societats, d'altres en el passat, d'altres en el futur i també d'altres éssers no humans. Per tant, és un món de dissens, de disparitat, on allò que no és només nostre també forma part del món i, per tant, és una exigència també de comprensió, d'interlocució, de construir amb els altres.

    Clar que hi ha unes condicions materials que posen límits als possibles a imaginar, però precisament percebre que ja estan tancats ha estat una de les victòries ideològiques d'aquesta contrarevolució del present. Per això la indústria cultural es dedica produir distòpies a paletades, estem consumint apocalipsi cada dia, precisament com una manera d'acceptar que ja està. I que ja està vol dir que aprofitis el temps que queda, és una lògica de mort. La primera condició per eixamplar o reactivar possibles és entrar a la guerra cultural i al combat ideològic contra aquest dogma apocalíptic que ens fa percebre el nostre present com el present d'un món acabat. En aquests moments, el pensament crític ha de servir per desmuntar això.

    La vida humana, entesa com a tot allò que construïm entre nosaltres per dir-ne món, sempre és un lloc de tensions, d'antagonismes, de lluites de poder, però també de disputes entorn del desig de viure. Si oblidem això no sé en què ens podem convertir. Aquestes disputes entorn del desig de viure poden ser sagnants, com ho és la història de la humanitat, però també són creatives, mobilitzen tot un tipus de valors i de maneres d'entendre què vol dir viure junts que no sé com algú es pot creure que s'han acabat i perquè ens deixem convèncer d'això. A part, em sembla fins i tot d'una supèrbia extrema pensar que amb nosaltres s'acaba el món. Val la pena recuperar la humilitat i dir que res va començar amb nosaltres i res s'acabarà amb nosaltres, per tant situem-nos en aquest lloc i fem-ne la construcció d'un espai que deixi pas.

    Marc Font, entrevista a Marina Garcés: "Estem en un moment contrarevolucionari de reacció del poder perquè estava passant alguna cosa", publico.es 28/03/2022

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    El poder predictiu i explicatiu de les màquines 'Intel·ligents'.

    Archivado: abril 1, 2022, 9:09pm CEST por Manel Villar



    Hoy entes maquinales hacen previsiones que los científicos no habían sido capaces de hacer. Un caso de performance predictiva, en la intersección de la inteligencia artificial y la genética, es el de AlphaFold 2, artefacto que fue capaz de prever el repliegue sobre sí mismos de los polipéptidos, a fin de alcanzar la estructura tridimensional que es necesaria para el correcto funcionamiento de las proteínas. A esta auténtica performance cabe añadir, por ejemplo, el hecho de que dispositivos telemétricos dispuestos en órganos de recién nacidos pueden llegar a predecir una infección antes de que la misma haya tenido lugar.
    El problema es que, en un caso como en otro, no tenemos ni idea de cómo las entidades artificiales realizan esa previsión, y menos idea tenemos sobre si además de ser capaces de prever son capaces de entender la razón de tal previsión, es decir si conocen o no las causas. Es bien sabido que prever no es explicar y no está claro que la acuidad predictiva sea consecuencia de que ha alcanzado una intelección plena, es decir, un conocimiento de la causa o razón de aquello que se prevé. Y recordaba al respecto que la gravitación newtoniana preveía importantísimas cosas y sin embargo no explicaba lo que preveía, limitándose al cómo, abstracción hecha del porqué. De hecho el principio ontológico en el que se sustentaba (un espacio tridimensional vacío en el que los hechos acontecían) hacía que toda tentativa de explicación violara el principio de localidad; de ahí la importancia filosófica, y no sólo científica, de de la sustitución la gravitación newtoniana por la relativista.
    En suma, no sabemos si Alphafold2, por atenerse a su caso, está en condiciones de ex–plicar, es decir des-plegar conceptualmente ese pliegue que había previsto con tal acuidad; no sabemos si sabe o no sabe las causas de lo que anuncia, y ello simplemente porque de momento los entes maquinales no dan explicaciones, es decir, aun no parece que estemos en condiciones de mantener con ninguna de ellos una conversación del tipo: ¿sabes la razón de lo que enuncias, la causa de esta previsión que acabas de hacer?
    Sin embargo no es de excluir que ello pueda ocurrir. No está a priori excluido que en un tiempo prudente las máquinas sean capaces de explicar su comportamiento y las razones del mismo, tanto ante nosotros los seres racionales animados como ante sus homólogos, que tendríamos derecho a denominar racionales maquinales. Y dejo para más adelante las consideraciones sobre lo que esto significa: ni más ni menos que una razón sin soporte vital. Pues bien:
    Tomo como punto de partida un artefacto provisto de esa capacidad de recibir información, procesarla, dar respuesta a un “interlocutor” maquinal o humano a la que se alude con la expresión “aprendizaje profundo”. Pero acepto además provisionalmente que esta “profundidad” es tal que a la capacidad de hacer descripciones y previsiones el artefacto añade la de explicar esos fenómenos. En el caso de Alphafold2, capaz de un-folding ese fold que llegó a anunciar; capaz de, mostrar la razón de la concurrencia de los elementos simples o planos, a fin de hacer emerger un elemento complejo. Es de señalar que como los humanos no tenemos por el momento ni la capacidad previsora que muestra AlphaFold2, ni menos aún el conocimiento de las causas de lo así previsto, ha de excluirse que estas virtudes cognitivas del artefacto sean el resultado de una programación.
    Víctor Gómez Pin, La máquina heredera: trasposición de un suceso real, El Boomeran(g) 30/03/2022
    https://www.elboomeran.com/victor-gomez-pin/la-maquina-heredera-trasposicion-de-un-suceso-real/?fbclid=IwAR0fiGiPg_NmGxP1g4w5iZATfBdbguh6qubX4kUaBuUze0Naux6WybguVZA
    Sin embargo no está a priori excluido que en un tiempo las máquinas sean capaces de explicar sus previsiones tanto ante nosotros, seres racionales animados, como ante sus homólogos, seres racionales maquinales. Ello alimenta formas del llamado post-humanismo, que cerraría el corto paréntesis abierto desde la aparición de homo sapiens. Paréntesis que, trasponiendo la historia del universo a una película de tres horas, sería diminuta fracción de segundo.
    Víctor Gómez Pin, El hombre cuenta, El Cultural 29/03/2022 [https:]]
  • Enlace permanente para 'Per una esquerra 'anti-obrerista' (Antonio Gómez Villar).'

    Per una esquerra 'anti-obrerista' (Antonio Gómez Villar).

    Archivado: abril 1, 2022, 8:43pm CEST por Manel Villar







    Contrario a lo que sostienen las posiciones obreristas, creo que la izquierda no ha sido derrotada por haber desatendido a lo material, sino por su incapacidad a la hora de construir imaginarios. Un dolor social, una falta material, siempre genera desorientaciones afectivas que han de ser trabajadas políticamente. Lo político es el lugar donde dar sentido y orientación a lo material, donde elaborar los conflictos y dolores que nos atraviesan. Las ideologías son una fuerza material, tocan las experiencias, trazan el mapa de la realidad social. Si la potencia de una política emancipatoria dependiese de su capacidad para reflejar las condiciones materiales, entonces no habría lugar para la contingencia y, por ello mismo, no habría política. De una mayor evidencia empírica de las condiciones de vida de los desfavorecidos no se sigue un mayor potencial transformador. Las ideas tienen fuerza, como bien sabía Spinoza, cuando se encuentran con los afectos. Y los afectos han de conectar con los deseos y los anhelos. No se trata de reivindicar un relativismo ingenuo e idealista, ni de negar la objetividad. Antes bien, es preciso indagar, al modo nietzscheano, en sus condiciones de posibilidad.
    Cuando se quiere menospreciar a las llamadas «luchas culturales», siempre se las presenta precedida de los adverbios modales «solamente» o «meramente» para indicar que son poco materiales. Pero si queremos salir de la esterilidad política a la que nos arroja la dicotomía cultural/material, hemos de asumir que las luchas culturales no son aquellas que están situadas en un plano inferior o secundario, «meramente individuales» o «solamente particulares», sino que son la raíz misma de la lucha política en la medida que posibilitan reconfigurar los marcos de sentido en los que se inscriben los dolores materiales. Por eso no hay lucha económica que no esté atravesada también por la disputa del sentido. Las ideas, las formas de pensar y sentir, se declinan siempre como forma material e ideológica en nuestras vidas. Las ideas y la realidad material son a la vez, e intervienen en los modos en que se configuran lo político y se constituyen las identidades.
    El periodo 1945-1973, el que va desde el final de la II Guerra Mundial hasta la crisis el petróleo, es presentado por los teóricos obreristas como una imagen evocadora, idealizan el mundo antes de la llegada del neoliberalismo. Está muy presente en Ken Loach, Owen Jones o Daniel Bernabé. El pasado no es tanto un tiempo histórico sino una foto perfecta, un tiempo de seguridad y confianza en torno al Estado del bienestar post-45.
    Pero lo que el consenso de posguerra nos demuestra es que situar el trabajo asalariado, «lo material», como eje articulador de un proyecto político, no constituye en sí mismo un desafío para el orden capitalista. De hecho, lo que mostró aquel consenso es que trabajo y capitalismo pudieron convivir y aunar intereses. El Estado proveía bienestar social y empleo regulando o interviniendo directamente en la economía. La ideología de «lo social» («Estado social», «política social», «demandas sociales», «capital social») aportó la categoría en torno a la cual se recuperó, subordinó y absorbió la ideología socialista. Es así como tuvo lugar el consentimiento de la clase trabajadora al orden capitalista post-45. El pacto consistió en que el movimiento obrero aceptaba las relaciones de producción capitalista renunciando al control sobre la producción.
    Sin embargo, los teóricos y las teóricas del «regreso de lo material» insisten una y otra vez sobre la connivencia entre las luchas culturales y el neoliberalismo; y nunca dicen nada acerca de la captura de la clase obrera a partir de 1945, momento en el que las aspiraciones revolucionarias del movimiento obrero fueron desactivadas. Si de atender a las formas de captura capitalistas se trata, entonces podemos decir que el obrerismo pone entre paréntesis los argumentos legitimadores propiamente neoliberales que pretenden justificar las políticas de austeridad desde finales de los años 70: el auge de las condiciones materiales luego de la II Guerra Mundial superaron con creces las expectativas, por lo que fue necesario controlar el gasto público y el poder de los sindicatos. Responsabilizar y culpabilizar al movimiento obrero de posguerra de las maneras en que operó la racionalidad neoliberal sería un gesto reaccionario, simétrico a las perspectivas actuales que señalan al mayo del 68 como chivo expiatorio. Me parece decisivo disputar esa imagen evocadora y mostrar que el capitalismo de posguerra sobrevivió en Europa gracias a la integración de la clase obrera en el modelo redistributivo de la sociedad de consumo. Y hacerlo, además, sin reproducir el gesto reactivo del obrerismo.
    ... hoy reciben el nombre de olvidados aquellos que han quedado fuera del paraguas simbólico y material de la clase media. El planteamiento es del todo paradójico: los obreristas ven posible el retorno de la clase obrera a través de los olvidados. Pero los olvidados son la antigua clase media, aquella clase que es una no-clase, atravesada por un deseo de desproletarización, solo definida por oposición a los extremos del espacio social y su adhesión subjetiva al orden existente. El obrerismo lamenta que la lucha de clases esté hoy desdibujada y pretenden resucitarla desde una clase social, la clase media, que nunca tuvo unos contornos más o menos definidos y precisos. La clase media no nació para desaparecer, como el proletariado, sino con la voluntad de reproducirse indefinidamente como clase. Los olvidados no afirman posibilidades para todos y todas, sino para una parte, el reclamo a ostentar unos privilegios cuasi naturales perdidos. Se abandona la perspectiva de la emancipación universal del proletariado y se reclama la aspiración universal por el estatus de la clase media. Volver a consolidar una clase media constituye la imagen de un futuro alternativo: el sueño de un consumo ilimitado. El objetivo último es que vuelva a regir el principio de movilidad social ascendente, pero solo para unos pocos.
    Manuel Romero, entrevista a Antonio Gómez Villar: "La izquierda no ha sido derrotada por haber desatendido a lo material, sino por su incapacidad a la hora de construir imaginarios", ieccs.es 30/03/2022 [https:]]
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    Efectes de la dissonància cognitiva

    Archivado: marzo 31, 2022, 11:32pm CEST por Manel Villar







    Siguiendo con el mismo colectivo, se analizó a 155 fumadores que consumían entre una y dos cajetillas por día. Cuando se les preguntaba sobre su nivel de consumo, el 60% consideraba que era moderado y el 40% que era excesivo… y no olvidemos que era exactamente el mismo. Así pues, ¿de dónde nacen las diferencias? La conclusión se halló en el nivel de riesgo que cada uno identificaba. Los que eran más conscientes de los efectos nocivos del tabaco eran precisamente los que consideraban que su consumo era moderado. Motivo: ellos mismos se autoconvencían de que la cantidad no era tan alta. Así pues, no solo nos llenamos de excusas para seguir disfrutando de lo que nos gusta, sino que además buscamos proteger nuestra imagen positiva y “coherente” con nosotros mismos.
    Otra situación en la que solemos vivir la disonancia es cuando tenemos que tomar una decisión difícil que implica esfuerzo, tiempo o dinero. Esto sucede porque casi siempre hay algo positivo en la alternativa que descartamos. Para amortiguar la tensión que nos genera, tendemos a justificar nuestra decisión buscando la información que la refuerza y descartando la que nos muestra lo positivo de la no elegida. Jack Brehm hizo un sencillo experimento para demostrarlo. A un grupo de personas les mostraba diferentes aparatos eléctricos pidiendo que los valorasen teniendo en cuenta su utilidad. Como recompensa ganarían aquel que considerasen más útil. Una vez que lo recibían, pedía a las personas que volvieran a valorar dichos aparatos y el resultado fue claro: el aparato elegido lo consideraban más útil que antes y reducían el valor de los no seleccionados. Si el objeto elegido tenía alguna característica negativa la rechazaban, al igual que hacían con las características positivas de los que no seleccionaban. Así pues, a todos nos gusta sentir que ganamos en nuestras decisiones y nuestra mente se encarga de darnos argumentos para reforzarnos.
    Pilar Jericó, ¿Por qué necesitamos justificarnos?, El País 18/04/2014 [https:]]
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