Mariano Fernández Enguita
Escrito por Luis Roca Jusmet
Mi amigo José Luis Moreno Pestaña me sugirió la lectura de un artículo, escrito hara ahora 14 años pero que continúa vigente en muchos aspectos. Se titula " ¿ Es pública la escuela pública ? y su autor es el Catedrático de Sociología de la Universidad de Salamanca Mariano Fernández Enguita. Es un hombre dedicado a la sociología de la educación en nuestro país con un fuerte compromiso político por una buena enseñanza pública. Voy a resumir sus tesis y argumentaciones para luego comentarlas.
Tesis : La escuela pública no es la escuela estatal, es decir, la escuela sufragada por fondos públicos, de titularidad estatal. La escuela pública es la que está al servicio de los intereses públicos. la escuela privada ( concertada o no ) no es pública en este sentido porque tiene, a menudo, un fuerte componente ideológico, porque es clasista y porque es un negocio. Pero lo que es interesante es pasar a algo menos evidente, que es si la escuela pública ( financiada por fondos públicos, con trabajadores funcionarios y con titularidad pública) es realmente pública en el sentido de estar al servicios de los intereses. la tesis de Fernández Enguita es que no. Considera que hay una subordinación de esta escuela supuestamente pública a los intereses privados de los funcionarios de la enseñanza. Así de duro y de claro. Quedan así subordinados los intereses públicos a los intereses privados ( de cada profesor) y corporativos ( del conjunto).Considera que esto se ha dado en el último período ( no concreta a cual se refiere ) pero sobre todo en los últimos diez años ( que sería de 1989 a 1999).
Argumentación : 1) hay una reducción progresiva del horario escolar, hasta llegar a la jornada compactada que se acaba el mes de junio, sin actividades complementarias el mes de julio para recuperación de los alumnos con más dificultades.
2) Dos tercios de la jornada y los dos meses de verano no lectivos se supone que se dedica a la preparación de clases y corrección de exámenes, la renovación de programas y la formación permanente pero esto queda a la libre voluntad del profesor, sin que haya ningún mecanismo ni legal, ni económico ni moral que obligue a hacerlo. Se ha confundido la reducción de su horario lectivo con la reducción de la jornada laboral.
3) Cualquier propuesta innovadora o intento de que el profesor se responsabilice de algo que no sean las clases implica una gran resistencia por parte del profesorado.
4) El profesorado se resiste a la autonomía de centros y al poder del consejo escolar en los centros. Se reacciona corporativamente a cualquier crítica al profesorado.
5) La dirección del centro no tiene poder frente al claustro y el profesorado se opone a cualquier evaluación o control de lo que hace en el aula.
6) El claustro informal ( el pasillo y los comentarios en la sala de profesores ) atacan a quienes se oponen al inmovilismo del conjunto haciendo críticas o propuestas .innovadoras
7) Las mujeres que ejercen de maestras o profesoras solucionan el problema de conciliar el trabajo con la vida familiar cargándolo en las otras madres.
8) Ya no existe vocación en el profesorado. La mayoría del colectivo se nutre de ex alumnos de origen trabajador que ven en este trabajo una forma de promoción social.
9) Los sindicatos ejercen un papel claramente corporativista, aunque sus bases forman parte de movimientos de renovación pedagógicos o pretendan defender la educación pública.
Fernández Enguita acaba diciendo que lo que afirma se aplica a una buena parte del profesorado ( aunque no está claro ni que sea la mayoría) que es la que ha impuesto su dinámica al sector.
Hablo con Marinao Fernández Enguita y me comenta que aunque escribió el artículo hace 14 años considera que lo fundamental continúa siendo cierto. Acepta también que puede matizarse muchas de las afirmaciones. Conversando con él afirma que es un trabajo ensayístico que se basa en muchos estudios emp´ricios sobre participación del profesorado y en su experiencia práctica de formar parte del APA durante varioss años.
Yo, por mi parte, lo contrasto con mi experiencia más de veinte años como profesor de secundaria ( algunos en cargos directivos, tres en la dirección). Muchas conversaciones, experiencias, observaciones y reflexiones. Quizás Cataluña, que es el marco en que sitúo presenta algunas diferencias con otras comunidades autónomas. Pero son matices.
De entrada he de decir que el carácter provocativo del artículo me parece saludable. Los profesores somos un factor importante en lo que es la educación en este país y muchas veces, casi siempre, pasamos el muerto a las autoridades, las familias, los estudiantes y la sociedad. Hay muchos factores implicados pero está claro que nosotros hemos de asumir, y no asumimos la mayor parte de las veces, nuestras responsabilidades. A ello contribuyen los sindicatos, que sistemáticamente utilizan este discurso corporativo y defensivo con una retórica igualitarista o falsamente defensora de la educación pública. Pero lo que me ha resultado muy interesante en el artículo que me ocupa es la formulación de que cualquier servicio es público en la medida en que está al servicio de lo común. Siempre identificamos público con titularidad pública y empleados públicos y privado con lo contrario. Hay entonces muchos matices : quien gestiona o como se gestiona. Pero estoy de acuerdo con Mariano es que lo fundamental es al servicio de quien está. Podríamos decir que una ONG ( no todas ni necesariamente, por supuesto) es más pública que una institución si su servicio a la comunidad es más clara.
Pasemos ahora a analizar sus afirmaciones. Es cierto que el profesorado de la enseñanza pública consiguió unas condiciones de trabajo muy privilegiadas en cuanto a horario y falta de control de lo que hacía en el aula o incluso de su asistencia al centro. Muy privilegiadas en el sentido que nadie interfería en ellas. Evidentemente esto beneficia a los sectores más adomodaticios y,en el límite, más escaqueadores. Que son pocos, pero los hay. Quizás sobre todo en secundaria.
Es cierto también que hay un planteamiento muy conservador en el colectivo,en cuanto a los contenidos de la enseñanza y la forma de impartirla. En un colectivo que básicamente se considera de izquierdas, curiosamente. También lo es que el discursos antijerárquico ( defendido sobre todo por los sindicatos) ha ido en contra de la promoción docente ( que bien hecha hubiera sido un elemento muy positivo para la enseñanza pública) y de unos equipos directivos con unas condiciones y un poder mínimamente efectivo. De todas maneras la implantación de la LOGSE se hizo mal y con falta de medios. Esto hizo que sectores partidarios de la renovación pedagógica acabaran en su contra. Es cierto igualmente que los profesores actúan en general de manera corporativa, en contra de las famílias o de los estudiantes. también lo es que muchos consideran que un instituto e suna especie de cooperativa donde los profesores son los que deben decidir, al margen del interés público, de los estudiantes y de las familías.
Pero quiero decir otras verdades para equilibrar lo anterior. La LOGSE benefició profesionalmente a maestros y profesores de FP y perjudicó a los profesores de secundaria. Esto explica un cierto malestar del profesorado de secundaria. La sociedad no tiene, además, una buena imagen pública del profesorado y éste muchas veces se siente solo. Los profesores que hacen bien su trabajo no tienen ninguna promoción y pocas compensaciones: por lo menos en secundaria, en primaria puede ser más agradecido. Los inspectores y las autoridades no se han propuesto nunca ( ahora ha cambiado algo con la crisis) atacar el problema del escaqueo o las bajas injustificadas. Ni siquiera han apoyado a los equipos directivos cuando han intentado hacerlo.
Las condiciones de trabajo han cambiado mucho. La jornada laboral: horas lectivas más guardias o reuniones obligatorias han pasado a 25 ( con lo que quedan menos, si añadimos a las anteriores las horas de claustros y evaluaciones, de 8 horas a la semana para preparar clases y evaluar, si añadimos a lo anterior la media hora de almuerzo que tiene todo el mundo). Los dos meses de vacaciones ( si quitamos agosto, claro) se ha convertido en uno. En Cataluña muchos centros continuamos trabajando dos tardes. Muchos centros apuestan hoy ( en contra de los consejos de los sindicatos) por la autonomía de centros. Los equipos directivos empiezan a tener más margen para seleccionar profesorado que trabaje bien y tenga afinidad con las orientaciones del centro ( en contra de las directrices de los sindicatos que hablan de amiguismo, servilismo y enchufismo).
Comparto con Mariano que, aunque la mayoría del profesorado ( que lo creo) sean profesionales responsables y estén por la defensa de la enseñanza pública, sí que hay una interiorización de ciertos privilegios, bastante corporativismo y cosas tan contradictorias como que buena parte del profesorado lleva a sus hijos a la concertada.
Lo que interesa finalmente es lo que plantea Mariano: la enseñanza pública lo es en la medida que funciona como un servicio de calidad para la sociedad. Que esta sociedad se concreta en las familias y los estudiantes y que hay que pensar la manera eficaz de estar a su servicio. Que hay que adecuarse a la sociedad del siglo XXI. Que los consejos escolares deben decidir en función de todo esto. Que los equipos directivos no representan los intereses de los trabajadores del centro sino de toda la comunidad educatica.
Me parece además que las huelgas en los centros públicos, tanto de profesores como de alumnos, son contraproducentes. Lo mejor que podemos hacer los profesores de la enseñanza pública por mantener nuestros derechos es dignificar la enseñanza pública, trabajar lo mejor posible. Y las familias deben apoyarnos. Y la comunidad eductaiva debe manifestarse en este sentido y hemos de llevar a nuestros hijos a la pública y votar a los partidos que la defienden. Ni la Ley Wert ni los recortes ayudan. Pero ellos no están por la labor, tanto el PP como CiU están por una enseñanza clasista y por una pública asistencial. Pero hemos de resistir y la mejor manera de hacerlo es haciendo de la enseñanza pública un buen servicio público. En la medida de nuestras posibilidades.